La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es única en muchos aspectos. Uno de esos aspectos, en especial, tiene que ver con nuestras reuniones dominicales.
En lugar de pagarle a un ministro para que dé un discurso, los miembros de la congregación comparten sus testimonios y experiencias personales desde el púlpito cada semana. Incluso, los niños discursan. Es un ejemplo hermoso de servicio y crecimiento, que nos permite aprender uno del otro.
No obstante, dar un discurso puede ser estresante y abrumador para algunos. No todos se sienten como grandes oradores y puede ser difícil saber qué decir. Principalmente, los discursos de la sacramental deben ser genuinos, sencillos e inspirados por el Espíritu Santo.
¿Cómo llegamos a este punto? Intenta seguir esta fórmula infalible cuando te prepares para dar un discurso.
Descarta temas
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Si bien los discursantes no tienen mucho control sobre este punto, creemos que los líderes deberían evitar asignar temas específicos. ¿Por qué? Porque eso abre completamente las puertas para recibir revelación.
Es un acto poderoso de fe decirle a alguien que crees que puede acudir a Dios y preguntarle qué es lo que Él desea que diga. Esto hará que el discursante obre por inspiración, lo que conduce a discursos más tiernos. Cuando el Espíritu participa, la voluntad de Dios se hace más fácil y clara.
Ora para saber qué es lo que la congregación necesita escuchar
Ya sea que te hayan asignado un tema o solo te hayan dado la asignación de discursar, comienza haciendo una oración en la que preguntes qué necesitan escuchar las personas de tu congregación.
No busques lo que será más interesante ni lo más profundo a nivel doctrinal. Evita la tendencia a querer parecer divertido, inteligente o correcto. Al orar continuamente a Dios y preguntarle qué es lo que los demás necesitan escuchar, creas un conducto directo al cielo.
Investiga el tema
Antes de hacer tu discurso, investiga el tema o el principio que quieres resaltar. Lee las Escrituras. Lee los discursos de las conferencias. Reflexiona sobre tus experiencias de vida relacionadas con el principio. Toma nota de lo que consideres más importante. A medida que reflexiones y ores, es probable que empieces a notar cómo se forma la base de tu discurso.
Céntrate en el principio
Existen muchos temas referentes al Evangelio de Jesucristo. Después de investigar un tema o un principio, se pueden presentar muchas ideas diferentes. Considera un principio. Por ejemplo, el arrepentimiento. Podrías hablar sobre cómo arrepentirte, por qué la confesión es importante o cómo perdonarte y seguir adelante después de arrepentirte.
Todos estos aspectos del arrepentimiento y muchos más podrían llenar varias reuniones sacramentales. En lugar de intentar cubrir la mayor cantidad de temas posible, elige un principio que sea relevante para ti y tu congregación, según lo indique el Espíritu.
Céntrate en una experiencia
Una de las mejores maneras de relacionarte con otros miembros e ilustrar el principio del que estás hablando es compartiendo una experiencia personal. Encuentra una experiencia y céntrate en ella. Evita dar detalles que puedan ser dramáticos o tan personales que alejen al Espíritu. Haz que tu historia sea simple y concisa, céntrate en lo que aprendiste acerca de Jesucristo y por qué.
Céntrate en una acción
Haz que tu discurso sea más relevante al proporcionar una sugerencia sencilla sobre cómo los miembros de tu barrio pueden acercarse más a Cristo. Piensa en un elemento de acción de tu discurso y habla acerca de cómo pueden implementarlo.
Deja una invitación específica para trabajar en ese elemento de acción. Si es posible, intenta implementar este elemento de acción en tu propia vida durante la semana o dos semanas antes de que des tu discurso. Habla sobre cómo te fue y por qué sientes que es importante.
Practica, practica, practica
Tu discurso será más interesante si te sientes seguro y cómodo. Practica dando tu discurso una y otra vez. No hay nada de malo con la necesidad de leer un papel. Especialmente, si experimentas una gran ansiedad. Sin embargo, los miembros de tu barrio se sentirán más conectados contigo si sienten que los estás mirando a los ojos y les hablas con la autoridad y el poder provistos por el Espíritu Santo. Si te sientes cómodo, practica tu discurso con alguien.
Comparte tu testimonio
Al final de todo, no hay nada más importante o poderoso que tu testimonio. No compartas tu testimonio como si se te hubiera ocurrido en el momento. Reflexiona con respecto a tu testimonio del principio que estás enseñando y tu testimonio sobre Jesucristo.
A medida que te prepares para compartir tu testimonio, tómate un momento para hacer una pausa y ver si llegan algunas ideas o sentimientos adicionales a tu corazón. Deja un espacio para que el Espíritu te guíe y dirija tus palabras.
¿Qué otros consejos compartirías con los miembros de la Iglesia para que den un buen discurso? ¡Escríbelos en la sección de comentarios!
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Aleah Ingram y fue publicado ldsdaily.com con el título “The Fool-Proof Formula for the Best Church Talks”.