El élder Bruce C. Hafen escribió un libro, con la colaboración de su esposa, la hermana Marie, que se titula “La fe no es ciega”. Con este libro buscan ayudar a los Santos a lidiar con sus crisis de fe.
Además, desean compartir algunas de las lecciones que aprendieron sobre cómo orientar a estudiantes a “mirar hacia adelante con el ojo de la fe” (Alma 32:40) cuando se enfrentan preguntas difíciles sobre nuestra religión, que quizás no tengan respuesta.
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El élder Bruce C. Hafen y su esposa resaltan en su libro que el proceso de resolver preguntas y dudas espirituales puede ayudarnos a desarrollar nuestra fe.
“Podemos aprender de nuestras experiencias con la incertidumbre y la oposición, en lugar de sentirnos enojados o desilusionados por las mismas.
Nos preocupan mucho los problemas históricos e intelectuales que preocupan a algunos miembros de la Iglesia. Sin embargo, creemos que es de gran ayuda dar un paso atrás y ver el proceso de resolver esos problemas como parte de un proceso más amplio de desarrollo intelectual y espiritual”.
Enfoque del libro “La fe no es ciega”
En su libro, el élder Bruce C. Hafen y su esposa muestran un proceso de tres etapas para lidiar con la incertidumbre. Este modelo se describe con más detalle en el capítulo 2 de la obra, “La simplicidad más allá de la complejidad”.
Cuando somos jóvenes, la mayoría de nosotros tendemos a ver la vida en términos idealistas. Sin embargo, a medida que crecemos y adquirimos experiencia, comenzamos a ver que hay una especie de “brecha” entre nuestras suposiciones idealistas y lo que sucede en la vida real.
Notamos una tensión natural entre los ideales del evangelio y las realidades de la vida. Considera ello como una brecha entre lo que es y lo que debería ser.
Conforme pasa el tiempo, tendemos a notar más la brecha. Tal vez descubramos algunas limitaciones mortales en aquellos que han sido nuestros héroes, como nuestros padres, un amigo o líder al que admiramos.
Quizás, ha pasado mucho tiempo y nuestras oraciones no han sido respondidas. Es probable que nos encontremos con alguna información desconcertante sobre la historia de la Iglesia.
En el CCM se enseña una visión idealista y positiva de la obra misional. No obstante, la realidad de la vida diaria en un país desconocido con un nuevo idioma y un compañero sin experiencia puede decepcionar esas altas expectativas. Ya que todos somos humanos, lo “real” de alguien no siempre coincide con el “ideal” de uno.
¿Cómo podemos lidiar con esta “brecha” de una manera productiva que nos ayude a crecer en la fe? Los Hafen nos muestran su enfoque de 3 etapas para lidiar con la incertidumbre.
La primera etapa es la “simplicidad antes que la complejidad”, cuando nuestra fe es inocente y no ha sido probada por la experiencia. Moroni escribió, “no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe”. (Éter 12: 6)
La segunda etapa es la “complejidad”, cuando encontramos una prueba de nuestra fe y la brecha entre lo real y lo ideal. Aquí podemos tener desafíos con las muchas formas de incertidumbre y oposición.
La tercera etapa es la “simplicidad más allá de la complejidad”, cuando aprendemos de la experiencia cómo desarrollar una perspectiva establecida, informada, “probada y verdadera”, una nueva simplicidad más fundamentada y realista que antes. ¡Veamos 3 ejemplos!
Ejemplo 1
Una vez asistimos a una reunión de ayuno y testimonio en la sección de mujeres de la prisión estatal de Utah. Una mujer se paró frente a sus compañeras de prisión y dijo con lágrimas en los ojos:
“Cuando era niña, me encantaba dar mi testimonio. Corría al púlpito y decía: ‘Amo a mi mamá y a mi papá. Sé que el evangelio es verdadero. El Padre Celestial me ama. Jesús sufrió por mis pecados’.
Luego, volvía corriendo para sentarme junto a mi mamá y la vida era buena.
Sin embargo, ahora, después de todos estos años, lo sé de una manera muy diferente. El evangelio es verdadero. El Padre Celestial me ama. Jesús sufrió por mis pecados y ahora sé lo que realmente significan esas palabras”.
Esta mujer estaba descubriendo la simplicidad más allá de la complejidad.
Ejemplo 2
A los 18 años, Holly era muy activa en la Iglesia. Sin embargo, cuando alguien la convenció de que cierta doctrina estaba equivocada, eso le hizo dudar tanto que renunció a su membresía en la Iglesia.
Unos años más tarde, su compañera de cuarto de la universidad estaba recibiendo lecciones misionales. Holly se sentó. Su corazón se conmovió y decidió orar por primera vez en años.
Tan pronto como dijo: “Padre Celestial”, comenzó a llorar, sintió una tierna conexión con el Señor que llegó a llamar “la cercanía”.
A medida que ese sentimiento cercano seguía creciendo, su obstinación se suavizó hasta convertirse en confianza. Finalmente, Holly se volvió a bautizar. Ella estaba encontrando la simplicidad más allá de la complejidad.
Ejemplo 3
Las experiencias de Adán y Eva siguen este mismo patrón. En el jardín, tenían albedrío, pero su fe era inocente, aún no habían atravesado pruebas. Comenzaron a experimentar complejidad tan pronto como probaron la fruta.
Las complejidades se multiplicaron cuando fueron arrojados a las espinas y lágrimas de un mundo mortal a veces brutal.
Sin embargo, finalmente, descubrieron el significado de lidiar fielmente con toda esa oposición.
Cuando el ángel vino a enseñarles el plan de redención y la importancia de la expiación de Cristo en ese plan, Adán y Eva “lo entendieron”. Vieron un propósito en su Caída, en su angustia y en sus sacrificios.
Así que Eva “oyó todas estas cosas y se regocijó, diciendo: De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención” (Moisés 5:11).
Eva estaba descubriendo la simplicidad más allá de la complejidad.
Conclusión
Como enseñan estas experiencias, una vida de fe en medio de la oposición tiene la intención de ayudarnos a abordar nuestras complejidades, descubrir soluciones inspiradas a nuestros propios problemas y, por lo tanto, construir nuestra confianza en el Señor y Su Iglesia.
Cuando aprendamos a mantener firme nuestra fe, nuestra fe nos sostendrá a medida que descubramos que “la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento, [y] guardará [nuestros] corazones y pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 7).
Fuente: LDS Living