Nuestros profetas y apóstoles tienen experiencias espirituales extraordinarias que casi nunca comparten. Ese fue el caso de George Albert Smith, el octavo presidente de la Iglesia de Jesucristo.
En los primeros años de su juventud, Smith recibió una impresionante bendición del patriarca Zebedee Coltrin, miembro original de la Escuela de los Profetas.
Coltrin profetizó que Smith se convertiría en un “apóstol poderoso” y un “profeta poderoso” y así fue. Ambas promesas se cumplieron; por supuesto, en diferentes tiempos.
En 1903, a la edad de 33 años, Smith fue llamado a servir en el Cuórum de los Doce y, luego, llegó a ser presidente de la Iglesia en 1945.
El hermano Coltrin también profetizó: “los ángeles del Señor te ministrarán”; “serás envuelto en las visiones de los cielos”; y “te convertirás en un hombre valiente de fe delante del Señor, así como el hermano de Jared”.
Existen muchas razones para creer que estas últimas promesas también se cumplieron.
Sin embargo, lo más llamativo de todo es que, George Albert nunca habló sobre esta experiencia espiritual.
Quizás se deba a lo que se menciona en DyC 63: 64:
“Recordad que lo que viene de arriba es sagrado, y debe expresarse con cuidado y por constreñimiento del Espíritu”.
En realidad, se supone que, como regla general, los apóstoles y profetas no hablen de las experiencias divinas que tienen.
El presidente Dallin H. Oaks enfatizó este punto cuando testificó sobre dichas manifestaciones, “las visiones suceden… lo sé muy bien”. Asimismo, explicó que aquellos que tienen la bendición de experimentar tales cosas, “rara vez hablan de estas experiencias públicamente porque se les indica que las mantengan en privado”.
El apóstol agregó que, la mayoría de revelaciones provienen de la voz suave y apacible del Espíritu. Además, dijo que si las compartían con el mundo era posible que los canales de revelación se cerraran para asuntos sagrados.
Los comentarios del élder Oaks y el ministerio público de George Albert Smith nos enseñan que, por lo general, las manifestaciones del Señor a Sus siervos deben protegerse de las mofas del mundo.
Con mucha frecuencia, estas experiencias sagradas deben mantenerse entre el Señor y el participante.
Estas revelaciones ayudan a guiar la Iglesia, pero no deben compartirse públicamente.
Por ello, al hablar de la conocida visita del Señor a Lorenzo Snow en el templo, el élder Packer informó que “hubo muchas visitas al templo” y agregó que “la mayoría de esas sagradas experiencias permanecen en privado”.
Así que, no te sorprendas por el hecho de que las autoridades generales no hablen de sus magníficas experiencias espirituales. Tal silencio no significa que no ocurran. El silencio significa que no es necesario para la obra hablar de ellas públicamente.
Al menos, ese es un principio que aprendemos de la vida de George Albert Smith, antiguo apóstol y profeta del Señor.
Fuente: Meridian Magazine