“Si queremos crear verdaderos vínculos de confianza y cooperación, debemos entender que la humildad es tan necesaria en el hogar como en el trabajo.”
Un periódico de los Estados Unidos llamó la atención con este titular: “Los mejores jefes son jefes humildes” (por Sue Shellenbarger en el Wall Street Journal el 9 de octubre de 2018).
Al principio, eso parece contradecir la sabiduría convencional que dice que un buen líder es dinámico, dominante intrépido. Pero se ha encontrado que las personas que trabajan para jefes humildes exhiben un mejor trabajo en equipo y se desempeñan en niveles más altos.
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Cuando un líder escucha la perspectiva de los demás y busca constantemente aprender y mejorar, es muy probable que las personas que siguen a ese líder hagan lo mismo.
Eso no significa que los líderes deben ser pasivos o indiferentes. Por el contrario, como lo observó un experto:
“Los líderes humildes también pueden ser altamente competitivos y con ambición. Pero tienden a evitar ser el centro de atención y darle crédito a sus equipos.” (Dr. Ryne Sherman)
Como resultado, algunos jefes en la actualidad hacen de la humildad una de las cualidades más importantes en sus futuros trabajadores, incluso para los puestos de practicantes. Han descubierto que la humildad ayudará a su organización a prosperar y alcanzar sus objetivos.
Y lo mismo, por supuesto, es cierto en el hogar. Piensa en los objetivos que tienes para tu familia, para tus relaciones más preciadas. Quizás la humildad sea un primer paso para alcanzar esos objetivos.
Cuando los padres y los hijos admiten sus errores, piden ayuda para poder mejorar y resistir a la tentación de compararse con los demás, prosperan y aprenden a ayudarse mutuamente.
Si queremos crear verdaderos vínculos de confianza y cooperación, debemos entender que la humildad es tan necesaria en el hogar como en el trabajo. Es lo que alimenta todas las relaciones exitosas.
A menudo se habla y reflexiona sobre de la humildad, pero a menudo también se malinterpreta. La humildad no es débil ni arriesgada. Es de gran corazón y de mente abierta.
La humildad es fuerza, es la fuerza que necesitamos para someter el interés propio y escuchar, ser paciente, retener juicios y aplaudir los esfuerzos de los demás. En ese caso, la pregunta para cada uno de nosotros puede ser: “¿Eres lo suficientemente fuerte para ser humilde?”
Los jefes pueden, hasta cierto punto, detectar el orgullo o la arrogancia en los que solicitan empleo, pero es mucho más difícil verlo en nosotros mismos.
Irónicamente, se necesita humildad para reconocer nuestra falta de humildad. Pero si al menos comenzamos reconociendo nuestras debilidades, encontraremos en nosotros mismos la fuerza para ser humildes.
Este artículo fue escrito originalmente por Church News Staff y fue publicado originalmente por thechurchnews.com bajo el título “Humility can lead to better careers and better families”