Al estudiar esta clase de Doctrina y Convenios (D. y C.) de la Escuela Dominical, comprendamos que el objetivo principal es fortalecer nuestro deseo por santificar el día de reposo. Podemos “entrar” al día de reposo con la misma reverencia que entramos al Templo. Así que es un privilegio adorar al Señor en este día.
Dios estableció el día de reposo
Desde épocas antiguas, Dios ha mandado a Sus hijos santificar el día de reposo. Él estableció el modelo para el día de reposo durante la Creación. Después de trabajar seis días, descansó el séptimo y lo santificó como día santo.
En la actualidad, el Señor nuevamente nos recuerda la importancia del día de reposo y, por intermedio del profeta José Smith, reveló que en ese día debemos brindarle devoción asistiendo a la Iglesia, participando de la Santa Cena y descansando de nuestras labores (D. y C. 59:9–13).
Adorar a Dios es adorarlo en nuestras reuniones dominicales
¿Está siendo de gran provecho nuestras reuniones dominicales? Antes de responder, leamos la siguiente cita del presidente Gordon B. Hinckley: “cada reunión sacramental debe ser un festín espiritual” y “una hora de alimento espiritual”.
También tengamos en cuenta la declaración del presidente Spencer W. Kimball: “No asistimos a las reuniones del domingo para que se nos agasaje, ni siquiera para que se nos instruya, sino que vamos para adorar al Señor; es una responsabilidad individual y no obstante lo que se diga desde el púlpito, si uno desea adorar al Señor en espíritu y verdad, puede hacerlo asistiendo a las reuniones, participando de la Santa Cena y contemplando las bellezas del Evangelio. Si para usted la reunión dominical es un fracaso, será porque usted ha fracasado. Nadie puede adorar en vuestro nombre, sino que debéis hacerlo vosotros mismos”.
Prestamos devoción a Dios al participar de la Santa Cena
Escudriñemos las palabras del élder Joseph B. Wirthlin: “Las ventanas se deben limpiar con regularidad a fin de quitarles el polvo y la mugre… Así como es preciso limpiar constante y concienzudamente las ventanas en esta vida, también las ventanas espirituales requieren esa clase de cuidado… Al participar dignamente de la Santa Cena para renovar nuestros convenios bautismales, vemos con más claridad el propósito eterno de la vida y el orden de prioridad de las cosas. Las oraciones sacramentales nos impulsan a hacer examen de conciencia, a arrepentirnos y a ser más fieles a nuestra promesa de recordar siempre al Salvador, Jesús el Cristo”.
En el día de reposo, no sólo participamos de la Santa Cena, sino que también ofrecemos nuestros sacramentos y nuestras ofrendas al Señor (D. y C. 59:9, 12). Este tipo de sacrificios también expresan devoción.
Se nos advierte también que el día de reposo no significa no hacer nada, así lo explica el presidente Spencer W. Kimball: “El día de reposo es un día santo en el que se deben hacer cosas dignas y santas: la abstinencia del trabajo y el recreo es importante, pero no lo es todo; el día de reposo requiere pensamientos y acciones constructivas, y si uno simplemente holgazanea sin hacer nada de provecho, lo está quebrantando. A fin de observarlo, uno debe arrodillarse en oración, preparar lecciones, estudiar el Evangelio, meditar, visitar a los enfermos y necesitados, escribir cartas a los misioneros, dormir una siesta, leer material favorable y asistir a las reuniones de la Iglesia”.
Para terminar, lo haremos con una pregunta que responderemos con nuestro corazón: ¿cómo podría mejorar la observancia del día de reposo en mi vida?