Al estudiar esta importante lección entendamos que el objetivo de esta clase es que nos volvamos al Salvador en momentos de adversidad para poder sobrellevarla mejor. Recomendamos estudiar también la lección correspondiente en “Revelaciones en contexto”.
La oración de José Smith en la cárcel y la respuesta del Señor
Mientras el profeta José Smith se encontraba preso en la cárcel de Liberty, unos ocho mil santos de Misuri fueron forzados a dejar sus hogares tras la orden de exterminio del gobernador. En esa turba, golpearon, robaron y hasta mataron a muchos santos. Al enterarse de estos acontecimientos, el Profeta oró pidiendo ayuda al Señor.
En respuesta, el Señor le dio revelaciones extraordinarias, las cuales el Profeta adjuntó a una carta que envió a los líderes de la Iglesia en Illinois, quienes estaban dirigiendo el éxodo de los santos de Misuri.
Estas revelaciones “hicieron que por algún tiempo la cárcel de Liberty se convirtiera en un centro de instrucción. Mientras el Profeta estuviera allí, los santos verían ese lugar como un templo más que como una cárcel, un lugar del cual provenía aliento y consuelo: la palabra del Señor. Era un lugar de meditación y de oración… José Smith buscó a Dios en esa tosca prisión y lo encontró” (B. H. Roberts, A Comprehensive History of the Church, tomo I, pág. 526).
El Salvador comprende perfectamente nuestros sufrimientos y tribulaciones
El élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce, al hablar sobre el supremo sacrificio del Salvador, dijo:
“Como parte de Su expiación infinita, Jesús… sobrellevó los pecados, los pesares, las aflicciones y, dijo Jacob, sufrió los dolores de todos los hombres, mujeres y niños (2 Nefi 9:21). Habiéndose perfeccionado en Su amor por nosotros, Jesús sabe cómo socorrernos… Nada trasciende el alcance de Su redención ni el círculo de Su amor. Por consiguiente, no nos quejemos de que nuestra vida no sea como un jardín de rosas ¡al recordar quién llevó la corona de espinas!” (“Al que venciere… así como yo he vencido”, Liahona, julio de 1987, pág. 71).
La adversidad tiene propósitos
En D. y C. 127:2 se registra que el profeta José Smith experimentó tantas aflicciones que dijo: “[ellas] han sido mi suerte común en todos los días de mi vida… y, como Pablo, siento deseos de gloriarme en la tribulación”.
También el Señor revela las siguientes verdades en cuanto a la adversidad:D. y C. 98:12, 14–15; 101:4; 136:31. El Señor permite que pasemos tribulaciones en la vida con el objeto de ponernos a prueba y saber si permaneceremos en Su convenio.
D. y C. 101:1–2. Algunas aflicciones que padecemos son el resultado de nuestras transgresiones.
D. y C. 122:7. El Señor permite que padezcamos tribulaciones para que éstas nos sirvan de experiencia y nos ayuden a progresar.
El élder Harold B. Lee dijo que “el vivir el Evangelio de Jesucristo no es ninguna garantía de que nunca habrá adversidad en la vida; no obstante, el vivirlo sí nos brinda la fortaleza, la fe y el poder para elevarnos por encima de ella y mirar más allá de la tragedia que nos aflija en ese momento hacia un nuevo y brillante día” (citado por A. Theodore Tuttle, en Conference Report, octubre de 1967, pág. 15; o Improvement Era, diciembre de 1967, pág. 47).