Al estudiar esta clase de Doctrina y Convenios tengamos presente que el objetivo es ponernos toda la armadura de Dios para que nos proteja en la batalla contra el mal. Animamos también a estudiar el libro Revelaciones en Contexto como material de apoyo.
Ponerse toda la armadura de Dios
El Señor no nos ha dejado sin protección en la batalla contra el mal. En D. y C. 27:15-18 se describe la armadura que el Señor nos ha proporcionado.
Los lomos ceñidos con la verdad.
Llevar puesta la coraza de la rectitud.
Calzados los pies con la preparación del evangelio de paz.
Tomando el escudo de la fe.
Tomando el yelmo de la salvación.
La espada del Espíritu de Dios y Su palabra por medio de la revelación.
Es necesario que para estar protegido utilicemos toda la armadura, tal como lo explica el élder Joseph B. Wirthlin, del Cuórum de los Doce, ha advertido que Satanás “busca las fallas de nuestra armadura; sabe cuáles son nuestras debilidades y cómo explotarlas si se lo permitimos. La única forma de defendernos de sus ataques y mentiras es comprendiendo los mandamientos y fortaleciéndonos todos los días por medio de la oración, el estudio de las Escrituras y siguiendo el consejo de los ungidos del Señor”.
Vivir la ley de castidad
El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce, enseñó: “Toda intimidad sexual fuera de los lazos sagrados del matrimonio, o sea, todo contacto intencional con las partes sagradas y privadas del cuerpo de otra persona, ya sea vestido o sin ropa, es un pecado y está prohibido por Dios; también es una transgresión estimular esas emociones en tu propio cuerpo”.
El consejo de un profeta para vivir la ley de castidad
El presidente Gordon B. Hinckley advirtió: “No deben entretenerse con el Internet con el fin de encontrar materiales pornográficos. No deben hacer llamadas telefónicas para escuchar basura. No deben alquilar videocasetes que contengan pornografía de ninguna clase. Sencillamente, las cosas lascivas no son para ustedes. Manténganse alejados de la pornografía como evitarían el contagio de una enfermedad maligna, ya que es igualmente destructiva. Se puede convertir en un hábito, y quienes se permiten participar de ella llegan al punto de no poder abandonarla. Así se convierte en una adicción”.
Ser honrados
El presidente James E. Faust enseñó: “La honradez es mucho más que no mentir. Significa decir la verdad, hablar la verdad, vivir la verdad y amar la verdad”. Bajo esta declaración, ¿qué significa ser honrado con el Señor?
Entre las respuestas pueden ser guardar los convenios y las demás promesas que hemos hecho al Señor, cumplir con nuestro llamamiento y asignaciones en la Iglesia, participar dignamente de la Santa Cena, pagar los diezmos y las ofrendas y más.
Ser reverente y edificante
El presidente Hinckley aconsejó: “No digan improperios, no blasfemen. Eviten los chistes sucios. Aléjense de las conversaciones salpicadas de palabras inmundas y obscenas. Serán más felices si lo evitan y su ejemplo fortalecerá a los demás”.
Al utilizar la armadura de Dios, sentiremos Su amor y protección y de esa manera seremos bendecidos y bendeciremos la vida de los demás.