Al estudiar esta clase de la Escuela Dominical entendamos que estos versículos del Antiguo Testamento tienen como objetivo que aprendamos sobre la buena disposición de Abraham de sacrificar a Isaac así como el sacrificio de nuestros Padre Celestial dio como ofrenda a Su Hijo.
El sacrificio de Abraham
Dios mandó a Abraham a sacrificar a su hijo Isaac, a quien Abraham quería mucho. Aun cuando finalmente no se le requirió que hiciera ese sacrificio, su buena disposición para hacerlo “se le contó por obra justa” (D. y C. 136:36). Debido a su integridad, él y sus descendientes fueron muy bendecidos.
La obediencia de Isaac
Por otro lado, el élder Dallin H. Oaks explicó: “Cuando llegaron al lugar determinado de antemano, Abraham construyó un altar y puso sobre él leña. Entonces, dice la Biblia: ‘Abraham… ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña’ (Génesis 22:9). ¿Qué habrá pensado Isaac al ver que su padre hacía algo tan extraño? La Biblia no menciona que haya ofrecido ningún tipo de resistencia. El silencio que guardó el hijo sólo se puede explicar considerando la confianza que tendría en su padre y su obediencia hacia él”.
La semejanza del sacrificio
La buena disposición de Abraham para sacrificar a Isaac fue una semejanza de la buena disposición de nuestro Padre Celestial para sacrificar a Su Hijo Unigénito. ¿Qué semejanzas hay entre la experiencia que tuvo Abraham y la de nuestro Padre Celestial? ¿Cuál es la diferencia más grande?
Otra vez el élder Dallin H. Oaks dijo: “Este relato… nos hace ver la bondad de Dios al proteger a Isaac y proporcionar un substituto para que él no tuviera que morir. Debido a nuestros pecados y a nuestra condición mortal, nosotros, al igual que Isaac, estamos condenados a morir. Después que toda otra esperanza ha desaparecido, nuestro Padre Celestial proporciona el Cordero de Dios, y por medio de Su sacrificio logramos la salvación”.