Crecí siendo mormón. Así que mi percepción sobre las relaciones sexuales fue muy influenciada por lo que aprendí en la iglesia.
Aunque los Santos de los Últimos Días dan lugar para mejorar la forma en que hablamos sobre las relaciones sexuales y mi experiencia dista mucho de la universal, creo que vale la pena echar un vistazo a las lecciones positivas que aprendí.
1. Las relaciones sexuales son buenas
Una de las primeras historias que recuerdo haber escuchado en la iglesia sobre las relaciones sexuales fue de alguien citando un antiguo artículo de la revista Lihaona en una reunión sacramental.
Hace muchos años cuando era un joven misionero… [un investigador] nos preguntó “¿Cuál es la actitud de los mormones hacia la sexualidad?”
Me atoré con mi taza de chocolate caliente pero mi nuevo compañero parecía inmutable… Yo estaba mudo y creí que mi nuevo compañero no sabía nada del tema. Sin embargo, cuando mi compañero se dio cuenta que yo no tenía una respuesta, finalmente dijo:
“Señor, nosotros creemos en ello.”
De hecho, la declaración más enérgica y profética de mi vida se trataba de lo mismo.
“Declaramos que los medios por los cuales se crea la vida mortal son divinamente establecidos.”
Me tomó cierto tiempo entender que la frase “los medios por los cuales se crea la vida mortal” hacía referencia a las “relaciones sexuales,” pero una vez que descifré que de todas las maneras que Dios pudo haber descubierto para tener hijos, eligió las relaciones sexuales. Probablemente, existió una razón especial.
2. Las relaciones sexuales unen a los cónyuges
La primera vez que escuché a alguien decir “convertirse en una sola carne” fue en una presentación de la primaria. Instintivamente imaginé una mezcla de dos cabezas.
Sin embargo, a medida que iba madurando en mi aprendizaje sobre el matrimonio y las relaciones sexuales, este concepto persistía. No se supone que los cónyuges solo sean de “un solo corazón” o de “una sola mente” como todos en Sion, se supone que sean de “una sola carne.”
Este fue un tema habitual en las clases de los hombres jóvenes. Recuerdo que la siguiente cita de Spencer W. Kimball fue presentada en las clases:
Los impulsos sexuales que unen a los hombres y a las mujeres en uno solo, son buenos y necesarios. Permiten dejar a los padres y unirse el uno al otro.
No fue hasta la aparición del folleto “Leales a la Fe” cuando me topé con un pasaje oscuro llamado “control de natalidad” que realmente entendí el principio.
“Aunque uno de los propósitos de esas relaciones es proporcionar cuerpos físicos para los hijos de Dios, otro objeto es expresar amor mutuo y unir al esposo y la esposa con lealtad, fidelidad, consideración y un propósito común.”
Las relaciones sexuales vinculan a los cónyuges de manera clara y específica. Además, aplicando rápidamente la lección de D & C 130:21 que memoricé en seminario “las bendiciones provienen de la obediencia” me di cuenta de que si quería un matrimonio fundamentado en la lealtad, la fidelidad, la consideración y los mimos objetivos, tenía que descubrir cómo tener una vida sexual correcta.
3. Las relaciones sexuales te hacen una mejor persona
El Presidente Joseph F. Smith escribió: “La unión legítima de los sexos ha sido ordenada por Dios… para el desarrollo de las más elevadas aptitudes y los más nobles rasgos de carácter de la naturaleza humana, los cuales sólo pueden asegurar el compañerismo inspirado por el amor entre hombre y mujer.”
Joseph F. Smith explicó que Dios nos dio las relaciones sexuales para convertirnos en personas increíbles. Parecía haber algo casi místico en las relaciones sexuales que nos ayudó a ser tan buenos como el sacramento o las ceremonias del templo.
De hecho, aprendí que tanto los movimientos físicos del bautismo como los de las relaciones sexuales simbolizan su naturaleza sagrada, respectivamente.
A partir de las similitudes de las ordenanzas SUD, las relaciones sexuales frecuentemente podrían recordarnos nuestros convenios de sellamiento y bautismo.
No es extraño que no pudiera pasar ni un solo año sin que alguien me recordara que las relaciones sexuales son un mandamiento para los casados.
4. Entiende tu cuerpo
Creciendo mormón aprendí que Dios siempre tuvo un cuerpo al igual que yo.
La primera vez que escuché la frase “las tentaciones de la carne” la dijo un amigo evangélico, me llamó la atención porque para mí la carne nunca pareció ser tan malvada. Mientras más aprendía de las creencias que mis amigos cristianos de otras religiones tenían sobre el cuerpo más me daba cuenta de que los mormones somos protectores del cuerpo.
Aparentemente, cuando otros cristianos leen 1 Corintios 3:16, no interpretan que sus cuerpos son un “templo de Dios” como siempre me enseñó la Presidenta de la Primaria.
En una de las lecciones acerca del “Plan de Felicidad de Dios,” hicimos un dibujo sobre “obtener un cuerpo” y posiblemente ahí escuché por primera vez esta cita de José Smith:
El gran principio de la felicidad consiste en tener cuerpo.
Sabía que Adán tuvo un cuerpo como el mío antes de la caída.
Durante mi adoelscencia, tratar de entender mi cuerpo no siempre fue fácil pero había un mensaje inequívoco con el que mi cuerpo de dieciséis años era totalmente consecuente: tener relaciones sexuales.
Tuve suficientes lecciones sobre cómo controlar mis pensamientos que nunca imaginé que necesitaría ceder de inmediato a mis impulsos. Sin embargo, nunca dudé de lo que mi cuerpo divino otorgado por Dios me decía.
La habilidad de trabajar con y entender a mi cuerpo en lugar de convertirlo en mi enemigo ha sido de gran ayuda para mi vida sexual.
5. Las relaciones sexuales en el matrimonio
Escuché a muchos de mis amigos de edades contemporáneas lamentarse de haberse casado con la idea de que las relaciones sexuales simplemente harían clic. Tengo la seguridad que algo pasó en la cultura SUD que causó que los demás tengan una impresión muy distinta a la mía.
Sin embargo, cuando busqué en lds.org charlas, conferencias, artículos de la Lihaonna y lecciones que incluyeran las palabras “matrimonio” y “trabajo” obtuve cerca de mil resultados de los últimos cuarenta años.
Luego, ambas partes deben llegar al altar del templo conscientes de que deben trabajar arduamente para tener éxito en la vida en común.
-Spencer W. Kimball
Casi veinticinco veces al año una fuente oficial de la iglesia afirma que el matrimonio requiere de esfuerzo. Suficiente para que comprendamos bien el mensaje.
A continuación, detallaré algunos puntos que siempre me hicieron pensar que las relaciones sexuales requerirían de un esfuerzo consciente.
- Las relaciones sexuales son un mandamiento. “Multiplicar y henchir la tierra,” se nos ordena tener relaciones sexuales únicamente con nuestros cónyuges.
- Las relaciones sexuales nos trae bendiciones. En mi adolescencia no necesité que me convencieran de que las relaciones sexuales=bendiciones.
- Las relaciones sexuales son eternas. El aspecto doctrinal de este punto es discutible. Sin embargo, no cabe duda de que Brigham Young tuvo razón cuando dijo: “[Dios] creó al hombre así como nosotros creamos a nuestros hijos.”
No existe nada en el Reino Celestial que no requiera de esfuerzo.
Los Santos de los Últimos Días sabemos que nada con un gran potencial será fácil y con ese pensamiento llevo mi vida sexual.
6. Controla tu vida sexual
Una de las enseñanzas que más recuerdo del Presidente Hinckley es:
“El Señor ha hecho que nos sintamos atraídos los unos por los otros para un gran propósito; pero esa misma atracción se convierte en un barril de pólvora a menos que se mantenga bajo control…”
No solo pensaba evitar tener relaciones sexuales sino controlar el impulso de tener relaciones sexuales porque sabía que era algo poderoso que se me podía escapar de las manos.
Durante una entrevista anual, un obispo compartió conmigo una cita de Harold B. Lee:
“El impulso divino que hay dentro de todo verdadero hombre y de toda verdadera mujer que impele a unos y a otras a buscar la compañía de personas del sexo opuesto lo dispuso nuestro Hacedor como un impulso santo.”
Saber que yo controlo mi vida sexual pone en mí la responsabilidad de tratar a las mujeres de manera respetuosa. Decidí cuál era el papel de las relaciones sexuales en mi vida. Las relaciones sexuales no me controlan.
Ciertamente, eso fue una bendición en mi adolescencia y lo continúa siendo.
7. Las relaciones sexuales deberían sentirse bien
Durante el último año de seminario cubrimos Doctrina y Convenios. Una mañana cuando estuvimos cantando una canción de la primaria, “Mi Padre Celestial me ama.”
Me ̮ha dado mis ojos para mirar
de la mariposa ̮el color.
Me dio los oídos para ̮escuchar los sonidos de Su creación
La vida me dio y ̮un corazón, y gracias a Él daré
por ser una parte de Su gran creación.
Sí, mi Padre me ama, lo sé.
Estudiamos la sección 38 que trata sobre la creación, recordé las palabras de los apóstoles diciéndonos que tener relaciones sexuales debe hacernos felices:
Parley Pratt: “Nuestros afectos naturales…son la fuente de la felicidad.”
Boyd K. Packer “[El poder de la creación] es la clave de la felicidad.”
En las escrituras dice:
Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la esposa de tu juventud. Como cierva amada y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor recréate siempre.
Saber que las relaciones sexuales pueden ser placenteras, deben ser placenteras y que su propósito divino es hacer que sintamos placer, no solo ha mejorado mi vida sexual sino que también descubrí cómo mejorar mi vida sexual de acuerdo a los mandamientos de Dios.
Adaptación del artículo originalmente escrito por Christopher D. Cunningham publicado en mormonhub.com, con el título “The 7 Essential Lessons on Sex I Learned at Church”