“Ser la madre mormona de una gran familia es parecida otras tareas aparentemente insuperables en la vida: te comprometes, perseveras y haces lo que sea necesario para tener éxito. “
A veces las ves conduciendo una mini van o publicando en Facebook cuántos galones de leche tiene que comprar su familia en una semana (o incluso en un día). Son esas mamás mormonas, a veces admiradas, a veces ridiculizadas, con MUCHOS hijos.
También te puede interesar: “La mejor mamá en el mundo a la vista de Nuestro Padre Celestial”
Supongo que pertenezco a esa categoría de la que dije que nunca pertenecería. Tengo 8 hijos, van desde los 19 a los 2 años de edad. Aunque de ninguna manera significa que soy una experta con esto de tener una familia grande, tengo algunas confesiones divertidas sobre lo que es ser una madre mormona con muchos hijos:
Confesiones de una madre mormona # 1: Está bien que tengas menos hijos que yo.
Cada vez que estoy en un entorno público y empiezo a conversar con alguien sobre nuestras familias viene la siguiente pregunta “¿Cuántos hijos tienes?” y su reacción con una incrédula respuesta “¿Es en serio?”
La mayoría de las personas agrega algo parecido a “Yo sólo tengo…” o “¡No creo que yo pueda con eso!” Siempre les recuerdo que la cantidad de hijos que tenemos no tiene nada que ver con nuestra capacidad y valides como personas. Conozco mujeres con 10 hijos y otras que nunca han tenido hijos, ¡todas son igual de increíbles!
Confesiones de una madre mormona # 2: El objetivo de mi vida no siempre fue tener muchos hijos.
Algunas mujeres mormonas pueden entrar en la vida matrimonial con el objetivo de tener MUCHOS niños. Aunque la definición de “mucho” ha cambiado a lo largo de los años (alguien me dijo recientemente que 5 es el nuevo 10), yo personalmente nunca fui alguien que supiera que estaba destinada a tener una gran familia.
Crecí con dos hermanos y con algunos otros hermanastros que entraron en mi vida cuando era adolescente. Así que la mayoría de mi niñez, éramos yo y mis dos hermanas, todos muy cercanos en edad. No podía entender, y mucho menos imaginar, la logística necesaria para dirigir una casa de 10 personas, yo no pensaba en todo eso. Yo no era una de esas adolescentes a las que les encanta cuidar niños o les gustaría tener hijos, o planear nombres para sus futuros hijos. Pero aquí estoy. Con 8 hijos por elección.
Confesiones de una madre mormona # 3: A veces me encierro en el baño para tener un tiempo de tranquilidad.
Una de las razones por las que disfruto todo esto es porque he aprendido a crear límites. Eso significa que, en lugar de estallar porque hay muchos niños exigentes que imploran mi atención, me encierro en el baño por unos minutos sin sentirme culpable. Puede que me haya tomado más o menos 15 años y un esposo que es terapeuta para darme cuenta de que eso está bien. Pero, te digo algo, soy una mejor mamá y un ser humano mejor cuando me doy cuenta de que necesito un descanso y que de hecho tomo uno.
Confesiones de una madre mormona # 4: A veces uso la tecnología como niñera o como soborno.
*¡Sorpresa!* “¡Pensé que todas las buenas mamás limitaban el tiempo con la tecnología de sus hijos a una hora a la semana!” Aprender a manejar y controlar el caos es algo extremadamente importante para la vida de una madre con muchos hijos (tal como se menciona arriba en la confesión del baño).
Hay ocasiones donde no tengo todo el día planeado a la perfección con emocionantes actividades cada segundo del día y los dejo mirar televisión mientras preparo la cena. A veces realmente no quiero lavar los platos y soborno a mis hijos con 30 minutos de tiempo en la computadora si hacen una tarea extra (más allá de sus deberes habituales).
¿La tecnología es la única manera de mantener a los niños ocupados o motivarlos a ayudar en la casa? No, pero, honestamente, es parte de mi equipo de herramientas como mamá, junto con muchas otras técnicas y tácticas extraídas de otras mamás, Internet e inspiración divina.
Confesiones de una madre mormona # 5: Experimentar el nacimiento de un niño es una de las experiencias más sublimes que jamás haya tenido.
Cuando un pedacito de cielo baja a la tierra y uno se da cuenta de la parte que Dios te ha permitido jugar en el milagro de la vida, es un momento que nunca olvidarás. Para todas las noches de insomnio, accidentes entrenándolos para ir al baño, actividades de adolescentes y más noches de insomnio mientras te preocupas por tus hijos mayores, ese momento, en parte, lo vale todo.
Confesiones de una madre mormona # 6: Sí, puedo estar abrumada… pero también estoy feliz.
Ayudar a un bebé pequeño a convertirse en un adulto funcional es una tarea monumental. Hay mucha presión y definitivamente es lo más importante que he hecho, pero también está lleno de un millón de momentos repletos de verdadera alegría.
Momentos como cuando miraste por primera vez a los ojos de tu recién nacido… cuando ten dan un beso húmedo y descuidado y el “te amo” de un niño de dos años… cuando ayudas a tu pequeño de cinco años a montar un bicicleta… cuando tienes una conversación de corazón a corazón con tu hija adolescente… cuando finalmente recibes un agradecimiento de tus hijos ya adultos… la lista continúa.
En los días que sólo quiero estar de mal humor porque la adultez ha nublado mi sentido de asombro y entusiasmo infantil por la vida, todo lo que tengo que hacer es pasar unos minutos con mi hijo de cuatro años en el parque para darme cuenta de que son esas las pequeñas cosas en la vida que valen la pena. Todo sucede para darnos cuenta de que las personas necesitan esos momentos para apreciar los momentos de alegría.
Es por eso que, ya sea propio o ajeno, vivir una vida en donde interactúas frecuentemente con niños puede ser ruidoso, desordenado y a veces un poco fuera de control, pero, en mi humilde opinión, también es lo más cercano que podemos llegar al cielo estando en la tierra.
Confesiones de una madre mormona # 7: No soy una superhéroe.
Simplemente decir que tengo 8 hijos, a veces le da a las personas de manera automática una sensación de asombro. “¡Increíble! ¿Cómo lo haces?” o “¡Debes ser tan organizada!” o “¡No podría estar embarazada durante tantos meses de mi vida!” y el asombro continúa.
Pero, en serio, gente, yo no uso una capa, no tengo superpoderes y de vez en cuando tengo me siento muy abrumada. Ser madre de una gran familia es parecida otras tareas aparentemente insuperables en la vida: te comprometes, perseveras y haces lo que sea necesario para tener éxito. Como lo dice una de mis citas favoritas: “Haz lo mejor que puedas y deja que Dios haga el resto.”
O como lo dijo el profeta Moroni del Libro de Mormón,
“Si [hombres o mujeres] se humillan ante mí y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles se hagan fuertes para ellos” (Éter 12:27).
Entonces, no, no soy una superhéroe… pero Dios sí lo es, y eso es todo lo que importa. Porque cuando necesito que me salven, Él siempre está ahí.
Este artículo fue escrito originalmente por Jasmine Turner, y fue publicado por ldsliving.com bajo el título: “True Confessions of a Mormon Mom with LOTS of Kids”