Si le preguntas a alguien que no es miembro de la Iglesia qué es lo que se le viene a la mente cuando escucha la palabra “barrio”, es probable que piense en el vecindario o distrito en donde vive. Y, de cierto modo, es verdad cuando nos ponemos a pensar en los límites que presentan los barrios de la Iglesia.
Pero, ¿por qué La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días decidió llamar a sus congregaciones barrios?
Volvamos al principio. Un buen lugar para empezar.
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¿Son las Iglesias con delineamientos geográficos necesarias?
Tal vez recuerdes que la Iglesia primitiva se encontró un tiempo en Nauvoo, Illinois. Fue en este punto que la palabra “barrio” se convirtió en un término religioso. En Illinois, los “barrios” eran subdivisiones políticas utilizadas para dividir a un grupo de electores.
Los límites de estas divisiones se usaron para dividir a la Iglesia en grupos de fieles con un tamaño más manejable. Los obispos recibieron responsabilidades y asignaciones sobre los límites de su barrio. Cuando la Iglesia se trasladó a Utah, este sistema se mantuvo.
Los católicos también adoran de acuerdo a sus congregaciones geográficas. Los sondeos revelan que la mayoría de los católicos creen que las personas deberían poder asistir a las congregaciones que elijan. Esas mismas encuestas muestran que una gran mayoría piensa que el establecimiento de regiones geográficas es obsoleto. ¿Sentimos lo mismo? ¿Por qué seguimos utilizamos los sistemas de barrios?
Los beneficios
Hay grandes beneficios al organizar geográficamente a los miembros de la Iglesia. Tener a todos los miembros de un barrio determinado relativamente cerca uno del otro ofrece el método más sólido para brindar apoyo temporal, ministrar y fomentar relaciones que perduren.
A principios en la historia de la Iglesia, el Señor mandó a los santos: “organizarse” y preparar una “casa de orden” (DyC 88: 119). La organización es un concepto fundamental en el reino de Dios, y tener barrios y estacas locales nos ayuda a mantener el orden que el Señor desea.
Es difícil hacer un argumento en contra de los beneficios logísticos de un organización geográfica en lo que respecta a ayudar a otros en caso de un desastre natural u otras complejidades temporales que puedan surgir.
La Iglesia ha sido elogiada en todo el mundo por ser una de las primeras organizaciones en brindar ayuda, una de las “mejor organizadas y más eficientes” en momentos de emergencia.
Gran parte de esto puede atribuirse a la estructura organizativa dentro de la Iglesia, comenzando a nivel local, donde los líderes de la Iglesia que supervisan las estacas y los barrios pueden aprobar de manera rápida y sin problemas un plan que será más efectivo para ayudar a las personas que se encuentran en dificultades.
El padre católico, Michael Enright, defendió la congregación en grupos geográficos diciendo:
“El pueblo de Dios edifica una densa red de relaciones a través del tiempo que los sostiene y les ayuda a prestar atención a lo que es realmente importante, es decir, su conexión entre ellos y con el Señor.”
De hecho, la adoración entre nuestros vecinos nos permite desarrollar una “red densa de relaciones” que nos beneficiarán tanto en esta vida como en la vida venidera. Recientemente vimos a los líderes de la Iglesia poner un énfasis aún mayor en la fomentación de unidad entre los miembros de la Iglesia.
El punto de partida para generar esta unidad y amor semejante a Cristo comienza con aquellas personas que viven en nuestros vecindarios, asisten a las mismas escuelas y con las que ya interactúas.
Algunos versículos ayudan a ilustrar mejor los efectos positivos que se dan dentro de la Iglesia al reunir y unificar a los miembros como un solo cuerpo.
“Y el Señor llamó Sion a su pueblo, porque eran uno en corazón y voluntad, y vivían en rectitud; y no había pobres entre ellos.” (Moisés 7:18).
“A fin de que el recogimiento en la tierra de Sion y sus estacas sea para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira, cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra.” (DyC 115: 6 ).
Si bien ningún barrio local estará perfectamente unificado y será igual a “Sión”, el Padre Celestial promete que al congregarnos recibiremos mayor protección contra el adversario.
El antiguo refrán, “la unión hace la fuerza” encaja perfectamente aquí. Un cuerpo de santos que trabajan juntos a nivel local, edificando la Iglesia en donde viven, recibirá maravillosas bendiciones que no se podrían obtener de haber desunión.
Un esfuerzo mutuo
Es un alivio es que la relación entre los barrios y los llamamientos no tienen nada que ver con la popularidad. Si la popularidad fuera un requisito, o incluso evidente en la Iglesia, habrían muchos problemas.
La competencia no es, o al menos no debería ser, la fuerza motriz de la adoración cristiana. La competencia es, en cambio, primordial para el sistema con el que trabaja el Diablo, conocido como supercherías sacerdotales.
Al estar organizados en unidades geográficas, barrios, generamos lazos de amistad, fraternidad y fortaleza.
Los miembros se esfuerzan por seguir las enseñanzas de un antiguo profeta, el cual enseñó que cuando nos bautizamos, estamos “dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras” y “dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:8-9). Por medio del servicio, los miembros alivian las cargas de los demás y expresan su amor.
Perfecto en teoría
Ha pasado que cuando alguien está por mudarse, es posible que se haya encontrado visitando el barrio al que pertenecerá. ¿Por qué?
Para ver si tienen reuniones sacramentales reverentes, o tienen buenos maestros de doctrina del Evangelio. Observar qué tan grandes son sus grupos de jóvenes. Es posible que hayan hecho esfuerzos para buscar un lugar donde vivir dentro de los límites de un barrio en particular.
¿Por qué nos importa tanto las características de un barrio? En teoría, cada barrio está preparado para tener éxito.
Los límites del barrio se basan, principalmente, en el número de fieles poseedores del sacerdocio que existen. Esto asegura que exista el liderazgo necesario que posea las llaves para las ordenanzas y bendiciones del Evangelio. Cosas como esas tienen una importancia eterna más que cualquier otra cosa.
El sistema de barrios está diseñado con el fin de mejorar las situaciones espirituales de los miembros involucrados. En teoría, un barrio es tan capaz como cualquier otro. La búsqueda de debilidades y deficiencias en un barrio casi siempre existirán, pero en teoría, las fortalezas siempre superarán las deficiencias.
Es por eso que el barrio en el que estás ahora, realmente es el mejor barrio. Gracias al Evangelio restaurado las personas con la debida autoridad pueden cuidar de las ovejas del Señor. Si hay algo que necesitas, en tu barrio lo podrás encontrar.
Porqué vamos a la Iglesia
Reconocemos que hay personas que se sienten restringidas al límite específico de su barrio. Cualquiera que sea la razón para que busques otro barrio, debemos recordar la razón por la que asistimos a la Iglesia. Vamos a adorar al Salvador y participar de la Santa Cena, es la parte más importante de la sacramental, la razón por la que vamos todos cada domingo a nuestro barrrio.
La Iglesia realmente es el vehículo que nos permite realizar las ordenanzas necesarias que nos ayudarán a volver a vivir con nuestro Padre Celestial de nuevo algún día.
No importa a qué barrio asistimos, la oportunidad de renovar nuestros convenios con Dios y acercarnos más a Él y a Su Hijo Jesucristo puede hacer que cualquier servicio de la Iglesia sea excelente con el enfoque adecuado.
Es por eso que el premio al mejor barrio es para el tuyo.
Este artículo fue escrito originalmente por Tanner Willes y Erik Perry y fue publicado originalmente por thirdhour.org bajo el título “And The Award For The Best Ward Goes To…”