Una de las cosas que más me ha preocupado de la propagación del coronavirus es estar lejos de todos mis “lugares sagrados”. En especial, en esta época de tanta agitación e incertidumbre.
¿Cómo podría cumplir con la escritura de DyC 87: 8: “Permaneced en lugares santos y no seáis movidos”? Todos los lugares santos a donde podría acudir se encuentran cerrados.
Durante estos seis meses bajo las restricciones por el coronavirus, he cambiado de perspectiva.
Tengo una mayor convicción de que aunque no pueda asistir al templo o a la capilla ahora, aun puedo estar en lugares santos. Incluso, antes de que se reaperturen esos edificios sagrados.
Es peligroso posponer la santidad. A medida que se acerca la Segunda Venida de Jesucristo, seguirá habiendo conmoción por todas partes, como se profetiza en las Escrituras.
Mi santidad debe ser portátil. Debo vivir de tal manera que donde sea que me encuentre sea un lugar santo.
¿Santidad portátil?
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La idea de la “santidad portátil” no es nueva.
Me encanta la historia del Antiguo Testamento de los hijos de Israel que llevaban un tabernáculo portátil con ellos en el desierto. Por ello, siempre tenían un lugar en el que adorar y conectarse con Dios.
“El tabernáculo tenía que ver con la presencia literal de Dios en la Tierra”. Jehová dijo a los israelitas: “Allí me reuniré contigo, y hablaré contigo”. (Éxodo 25:22.)
Aunque no llevamos un tabernáculo con nosotros en estos tiempos…
“Nuestras experiencias terrenales nos ofrecen la oportunidad de elegir la santidad.
“La mayoría de las veces son los sacrificios que hacemos para guardar nuestros convenios que nos santifican y hacen que seamos santos”. (“La hermosura de la santidad”, Carol F. McConkie)
Lo que nos enseña Moroni sobre la santidad
Mientras meditaba sobre el concepto de santidad portátil, mis pensamientos se volvieron hacia el profeta Moroni.
Moroni fue el último nefita que sobrevivió después de décadas de guerra, que condujeron a la completa destrucción de su pueblo.
Su historia y las enseñanzas que registró en las planchas de oro son de gran ayuda en estos días.
El padre de Moroni, Mormón, describió el entorno en el que vivía su familia:
“…porque he aquí, desde que he sido capaz de observar las vías de los hombres, ha estado delante de mis ojos una escena continua de maldades y abominaciones”. (Mormón 2:18)
“Y es imposible que la lengua relate, o que el hombre escriba una descripción completa de la horrible escena de sangre y mortandad que existía entre el pueblo… todo corazón se había endurecido, de modo que se deleitaban en derramar sangre continuamente”. (Mormón 4:11)
Después de la terrible batalla final, Moroni registra:
“… Yo quedo solo para escribir el triste relato de la destrucción de mi pueblo… Mi padre ha sido muerto en la batalla, y todos mis parientes, y no tengo amigos ni adónde ir; y cuánto tiempo el Señor permitirá que yo viva, no lo sé”. (Mormón 8: 3,5)
Según el registro del Libro de Mormón, Moroni vivió al menos otros 20 años.
Me sorprende que alguien cuyo mundo era terriblemente violento, sangriento e inestable pudiera crecer tan fuerte en el Señor. Sin embargo, su pureza personal es evidente en la belleza y el espíritu de sus palabras.
Si alguien conoce la necesidad de la santidad portátil, ese es Moroni.
Lo he imaginado, el profeta que incluyó las oraciones sacramentales en su registro, bendiciendo y participando de la Santa Cena por sí mismo.
Moroni sabía acerca de tener una “iglesia en casa”.
Su ejemplo es particularmente oportuno en un día en el que tenemos un acceso limitado a nuestros lugares santos habituales. Para ayudarnos a aumentar en santidad, Moroni nos dice:
“Despojaos de toda impureza”. (Mormón 9:28)
“Absteneos de toda impiedad”. (Moroni 10:32)
Moroni también aclara cómo reconocer lo que es santo
“Lo que es de Dios invita e induce a hacer lo bueno continuamente; de manera que todo aquello que invita e induce a hacer lo bueno, y a amar a Dios y a servirle, es inspirado por Dios”. (Moroni 7:13)
“…porque toda cosa que invita a hacer lo bueno, y persuade a creer en Cristo, es enviada por el poder y el don de Cristo…” (Moroni 7:16)
Si deseas aumentar tu santidad en estos tiempos difíciles, te recomiendo que leas Mormón 8 y 9; Éter 6 y 12; Moroni 7 y 10.
Compartir tu luz con los que te rodean
En estos días de agitación, hay personas a nuestro alrededor que no conocen al Señor, o no saben cómo acceder a Su santidad y luz.
Qué bendición sería para ellos reconocer la santidad en nosotros.
“Si haces convenios sagrados y los guardas, si te preparas a diario para las experiencias espirituales mediante el estudio de las Escrituras y la oración, si te alineas y unes a Dios, una luz emanará de ti.
“Otros se sentirán atraídos por esa luz, que es solo un reflejo de la luz de Dios, y serán atraídos hacia Él”. (“Holy Places”, presidente Kevin J. Worthen, BYU speeches).
Si desarrollas tu santidad podrás sentir mayor felicidad
Según el presidente Henry B. Eyring:
“Una mayor felicidad proviene de una mayor santidad personal.”
Lo que leemos, pensamos, vemos, escuchamos, decimos y la forma en que tratamos a los demás, todo tiene el potencial de repeler al Espíritu Santo o invitar Su santa presencia a nuestro corazón.
El Señor nos instruye a “…practicar la virtud y la santidad delante de [Él] constantemente”. (DyC 46:33)
Esto significa que debemos practicar la santidad en nuestros hogares, trabajos, redes sociales, cuando estemos solos y otros lugares que visitemos.
Como el Señor les prometió a los hijos de Israel que llevaban el tabernáculo portátil, “… allí me reuniré contigo…” (Éxodo 25:22).
Fuente: Meridian Magazine