Pregunta
Se acerca el concierto de Bad Bunny en mi país y, la verdad, es que me agradan algunas de sus canciones. No me refiero a la letra sino al ritmo.
Sé que sus canciones como las de otros cantantes del género urbano no son las mejores. Sin embargo, me preguntaba, si la Iglesia ha dicho algo con respecto a escuchar reggaetón.
Agradecería su respuesta.
Anónimo.
Respuesta
Agradezco que te tomes el tiempo de escribirnos y que busques una solución a tus dudas.
La pregunta que nos haces es muy frecuente debido a que los líderes de la Iglesia de Jesucristo no hablan exactamente de este género musical.
En ningún material oficial de la Iglesia se menciona específicamente si es correcto o no escuchar reggaetón.
No obstante, El Señor nos ha dado muchas pautas para elegir con sabiduría la música que escuchamos.
Por lo general, el reggaetón incita a la sexualidad y violencia, además la forma en que se baila imita posturas sexuales y hace contacto cuerpo a cuerpo.
En Para la Fortaleza de la Juventud dice:
“Elige con cuidado la música que escuches; presta atención a lo que sientas cuando la estés escuchando. Cierta música tiene mensajes malos y destructivos. No escuches música que fomente la inmoralidad o ensalce la violencia, ya sea por medio de su letra, su ritmo o intensidad.
Al bailar, evita que tu cuerpo haga pleno contacto con el de tu pareja de baile. Evita posiciones o movimientos que insinúen un comportamiento sexual o violento o que sea inapropiado de alguna otra forma”.
Se nos dio la facultad de “poder discernir el bien del mal” (Moroni 7:15). Si bien habrá algunas canciones de reggaetón cuya letra sea buena y positiva, siempre debemos buscar música que nos inspire a ser mejores y honre nuestro cuerpo.
La castidad y la virtud son, siempre han sido y siempre serán “más [caras] y [preciosas] que todas las cosas” (Moroni 9:9).
Somos hijos del Altísimo y nuestra conducta debe según la medida de nuestra creación, así será más fácil elegir lo que escuchamos y bailamos.
“A través de la música, la habilidad del hombre para expresarse se extiende más allá de los límites del lenguaje hablado tanto en sutileza como en poder.
La música se puede utilizar para exaltar e inspirar o para transmitir mensajes de degradación y destrucción.
Por lo tanto, es importante que, como Santos de los Últimos Días, apliquemos en todo momento los principios del Evangelio y busquemos la guía del Espíritu al seleccionar la música con la que nos rodeamos”. (Boletín del Sacerdocio, diciembre de 1970, pág. 10)
¿Cómo podemos aprender a seleccionar mejor la música que escuchamos?
Primero: Enfócate en la letra de la canción
La respuesta a esta pregunta radica en lo que dice una canción, lo que implica una interpretación y qué tipo de respuesta provoca.
Es bastante fácil evaluar el mensaje explícito de una canción escuchando las palabras.
Si se defiende la mala conducta moral, el uso de drogas, la adoración a Satanás, el rechazo de la autoridad legal o cualquier acto o actitud contrarios al evangelio, no deberíamos escoger esa canción.
Por ejemplo, se descubrió que Jesucristo, Superstar era inaceptable porque su doctrina es incorrecta.
Segundo: Evalúa la intención de la canción
La segunda parte del proceso de selección requiere que evaluemos cómo se presenta la canción.
Desafortunadamente, es posible hacer que incluso una canción inocente parezca “sucia” o malvada por la forma en que se presenta.
Si la intención de la canción es agitar una emoción negativa o transmitir un deseo inapropiado, aunque el mensaje no esté explícitamente detallado en palabras, la obra obviamente no debe utilizarse.
Se pasa por alto la intención de las canciones debido al estatus de “superestrella” de algunos artistas.
La vestimenta, el arreglo personal y los gestos corporales de los artistas pueden transmitir una intención inapropiada, al igual que un estilo vocal que insinúa más de lo que dice la letra de una canción.
Tercero: La combinación del ritmo
El factor restante tiene que ver con una combinación de volumen, ritmo, tempo, el fervor emocional de los intérpretes y otros elementos.
Esta combinación se llama intensidad.
La intensidad de una interpretación musical es lo que afecta las respuestas de quienes la escuchan, probablemente más que otros factores.
Cuando una actuación es muy intensa, el oyente puede sentirse abrumado emocionalmente y sus pensamientos se dejan llevar por la música.
Este efecto puede ser positivo como al escuchar una interpretación entusiasta del “Coro Aleluya”. O, puede ser perjudicial, como cuando se inspiran pensamientos y emociones impropias.
La intensidad puede ser un problema especial en un baile.
Cuando la música es salvaje y descontrolada, aquellos que bailan dichas canciones pueden sobreestimularse emocionalmente.
En esos momentos tienden a dejar que las respuestas físicas y los gestos sean controlados por la música en lugar de su voluntad personal.
Llevado al extremo, esto conduce a movimientos salvajes y sugerentes.
En tales condiciones, la tentación de dejar que los pensamientos se desvíen por canales inapropiados se vuelve imposible de resistir.
Conclusión
En una oportunidad, alguien dijo:
“La prueba del carácter de un hombre es lo que haría si supiera que nadie lo descubriría”.
Así sucede con la música juvenil y popular.
Es posible que controlemos y mejoremos los bailes de la Iglesia y que eliminemos la música inapropiada de nuestros hogares. Sin embargo, solo habremos tenido verdadero éxito cuando tomemos las mejores decisiones porque así lo deseamos.
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