Cómo las preguntas pueden hacerte un mejor mormón y misionero

Muchas iglesias de la corriente principal de la religión católica y la religión protestante están en gran parte vacías. Aprendí algo sobre este supuesto desinterés por la religión que está inundando el mundo desarrollado a través de una experiencia que tuve con un hombre que conocí hace varios años, su nombre era Stephen Spencer. Preguntarle a alguien sobre su supuesto desinterés por la religión es otra manera de involucrarse en conversaciones sobre el evangelio – y genera más preguntas sobre religión.

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En nuestra primera conversación, utilicé palabras mormonas y me preguntó para verificar, “Oh, así que, ¿eres mormón?”

Respondí: “Sí, ese soy yo ¿Por qué lo preguntas? Realmente, es una gran iglesia, por cierto.”

Me dijo: “Solo por curiosidad. No he ido a la iglesia por casi treinta años.”

En lugar de intentar convencer a Stephen de que necesitaba nuestra iglesia o cualquier otra, pregunté, “¿Por qué crees que tantas personas están dejando las iglesias en vez de unirse a ellas? ¿Hay algunas importantes preguntas sobre la religión organizada que provocan tu desesperación porque las iglesias no tuvieron las respuestas para esas preguntas?”

Stephen respondió que le gustaría tomarse algún tiempo para poner juntas esas preguntas sobre religión “en una lista convincente.”

Dije, “me encantaría discutir esas preguntas sobre religión porque creo que también son muchas. Y, si por casualidad la perspectiva mormona alumbra cierta luz sobre alguna pregunta, te la ofreceré.” Stephen estaba dispuesto y quedamos en reunirnos a inicios de la siguiente semana.

La siguiente vez que nos reunimos, estuve bastante sorprendido: Stephen tenía algunas preguntas muy buenas sobre el propósito de la vida, si existía alguno; quién era Dios, si existía alguno y demás. Dijo, “Al pasar por la universidad y la escuela de posgrado, las iglesias a las que asistí simplemente no pudieron responder mis preguntas. Entonces, dejé de ir a la iglesia y en su lugar, he estado buscando las respuestas en la filosofía y la ciencia. Sinceramente, no pueden responder las preguntas sobre religión mejor que las iglesias.”

Empezamos con las primeras preguntas sobre religión de la lista de Stephen. Le pregunté sobre su primera pregunta, solo para entender por qué era importante para él y por qué no se había impresionado con las respuestas que los demás le habían ofrecido. Luego, encontré y discutí las respuestas a esa pregunta en el Libro de Mormón.

Noté que tachó la primera pregunta de su lista. “¿Por qué la tachaste?,” le pregunté.

“La respondiste,” me dijo.

Después, organizamos las siguientes lecciones con los misioneros sobre las preguntas sobre religión que quedaban en su lista. Cuando programamos una fecha para que los líderes de zona entrevistaran a Stephen para su bautismo, enumeramos todos los conceptos, las doctrinas y las prácticas que se tratan en cuatro lecciones. Estábamos contentos de haber cubierto cada una de las preguntas sobre religión, pero en una secuencia que resolvió las dudas de Stephen.

Ahora, si alguien me pregunta sobre nuestra iglesia, no le digo lo que deseo que sepa. En lugar de eso, pregunto, “¿Tienes algunas preguntas sobre temas de religión que te has estado haciendo o no has podido recibir buenas respuestas?” Resulta que existen muchas personas con preguntas sobre religión. La mayoría ha renunciado a las iglesias como fuente de respuestas. Como consecuencia, a pesar de que les interesan preguntas importantes, los categorizamos como si no les interesara la religión.

Explicándonos por medio de preguntas

Una vez un amigo me dijo, “No entiendo. Todos los mormones que he conocido son buenos, sensatos. Lo que no entiendo es ¡cómo personas tan buenas creen en una iglesia tan extraña!” he llegado a la conclusión de que la mejor manera de resolver esta paradoja sobre nosotros es examinando las preguntas sobre religión que usualmente hacemos a diferencia de otras personas, en vez de comparar nuestras respuestas con aquellas que ofrecen las otras iglesias. A pesar de que no exista una “mejor” respuesta para una pregunta como planteaba mi amigo, en los siguientes párrafos volveré a hacer el recuento de cómo utilicé preguntas sobre religión para explicarle a mi amigo sobre nuestra iglesia.

Por supuesto, nunca he estado en el cielo, le dije. Pero, al intentar imaginar cómo es, una metáfora que me ayudó a imaginarlo es que Dios ha construido muchas bibliotecas en los cielos. Los estantes de esas bibliotecas están llenos de libros repletos de verdades, conocimiento y respuestas. Gran parte de los libros no han sido revisados. Te podrías preguntar, ¿por qué estos libros están almacenados en esas bibliotecas en vez de haber sido distribuidos ampliamente a las personas en la tierra?”

La razón es que las personas aprenden cuando están listas para aprender, no cuando estamos listos para enseñarles. Así que si Dios ordenara a un bibliotecario celestial obtener la respuesta para la pregunta n°23 del estante y la enviara a alguna persona al azar en la tierra, la respuesta simplemente no sería perceptible. Pero, cuando hacemos una pregunta, es como si pusiéramos una almohadilla de velcro en nuestro cerebro donde necesitamos la respuesta. Entonces, cuando se envía la respuesta, se pega al velcro justo donde se necesita. La regla es esta: ninguna persona en la tierra puede revisar ningún libro, pero el truco es preguntar primero.

Le conté a mi amigo que durante el tercer siglo después de Cristo, los líderes de la primera iglesia cristiana anunciaron esencialmente que Dios les había dado todas las respuestas. Y, al creer que tenían todas las respuestas, no existía la necesidad de preguntar a Dios. Cuando dejaron de preguntar, la revelación proveniente del cielo se detuvo. No había necesidad de profetas. Estos líderes fundamentalmente apagaron las luces en la tierra y sumergieron a la humanidad en las edades oscuras.

Los reformistas como Luther, Wesley y Calvino comenzaron a hacer preguntas sobre religión nuevamente. Pero, dirigían sus preguntas principalmente entre sí, debatían las interpretaciones de las respuestas que se habían dado hace siglos. Crearon iglesias que se diferenciaban unas de otras por la manera en que interpretaban las respuestas. Estos hombres hicieron un enorme bien al proveer la Biblia a las personas en sus propios idiomas y explicar qué significaba. Sin embargo, no revisaron la conclusión básica de sus primeros líderes: que todas las respuestas habían sido proporcionadas a la humanidad.

Luego, le conté que en 1820 al norte de estado de Nueva York, un joven de catorce años, José Smith, oró a Dios y le hizo una simple pregunta: ¿A cuál de todas las iglesias debo unirme? Dios y Su Hijo Jesucristo realmente bajaron del cielo para responderle personalmente que no debía unirse a ninguna de ellas porque estaban equivocadas. Un simple joven hizo una simple pregunta y obtuvo una respuesta. Y, después, se fueron.

Durante tres años, José no recibió más respuestas de Dios porque esencialmente no hizo ninguna otra pregunta. Luego, en 1823, a la edad de diecisiete años, José oró nuevamente con una pregunta, que en nuestro lenguaje de hoy esencialmente sería esta: “Lamento no haber estado en contacto, pero no está claro si la pelota está en mi cancha o en la tuya. ¿Hay algo que quieres que haga?” Inmediatamente, un ángel, Moroni, apareció y comenzó a responder la pregunta de José sobre qué deseaba Dios que hiciera y por qué.

Sin embargo, curiosamente, los bibliotecarios de las bibliotecas celestiales no hablaron sobre el sistema de los altavoces, “Finalmente, tenemos a nuestro hombre ahí abajo. Vaciemos las bibliotecas y demos a ese joven todo lo que tenemos.” En cambio, durante los siguientes veinte años, José Smith preguntó repetidamente a Dios sobre cosas que no entendió. Y, Dios respondió esas preguntas paso a paso, aclaró preguntas sobre algunas de las respuestas que ya se habían revelado y proporcionado verdades adicionales. Para mantener todo en perspectiva, Dios le aseguró a José que Él no tenía intención de darle todas las respuestas en ese momento, que había muchas cosas grandes e importantes concernientes al reino de Dios que Él le daría en el futuro, siempre y cuando, por supuesto, continuara preguntando.

Le expliqué a mi nuevo amigo que si bien nos referimos a la obra de Luther, Wesley, Calvin y los demás como la “Reforma,” llamamos a la historia de José Smith “el comienzo de la Restauración de la iglesia original que Jesús estableció.” En esencia, restauró las preguntas sobre religión a la tierra, lo que provocó respuestas que el hombre no había conocido previamente. Debido a esto, hemos aprendido mucho más sobre el plan que Dios tiene para nosotros que lo que conocían aquellos que decidieron hace dieciocho siglos, no había más respuestas ni más preguntas. La diferencia sobresaliente entre otras iglesias y la iglesia mormona no es una diferencia entre la ortodoxia y la heterodoxia, sino que la diferencia está en la profundidad y la amplitud de la comprensión del plan que Dios tiene para nosotros. Esto proviene de la calidad de formulación de las preguntas sobre religión. Curiosamente, la razón por la que algunas personas califican al mormonismo como “extraño” es que, de hecho, ¡somos únicos! No creemos que Dios, alguna vez, haya proporcionado a la humanidad todas las respuestas y por eso, continuamos preguntando.

“Entiendo,” dijo mi amigo. “Pero, ¿no te incomoda que se predique que un adolescente de catorce años habló con Dios y ángeles? Para mí, simplemente es una historia increíble – en el sentido de que no es una historia creíble.”

“Piénsalo de esta manera,” respondí. “Imagina que estuviste en los cielos, esperando otorgarle la verdad, el conocimiento y las respuestas a la humanidad. ¿Escogerías a un portavoz en la tierra que, en verdad, cree que el cielo ya ha provisto todo lo que está por proveer? O, en cambio, ¿Preferirías a alguien cuya mente está llena de preguntas sobre religión, alguien que está ansioso de recibir respuestas? ¿Preferirías a alguien con títulos avanzados de una escuela de teología, o un adolescente?”

Luego, resumí los antecedentes de las personas que Dios llamó para que se convirtieran en sus profetas con el transcurrir del tiempo. Solo hay información de algunos incluyendo a Enoc, Moisés, Samuel, Saúl, David, Jeremías y Amós. Así que coloqué estas historias en un tipo de hoja de cálculo oral, con estos títulos en la parte superior de las columnas: ¿Qué edad tenía? ¿Cómo reaccionó al llamado de Dios para ser Su profeta? ¿El profeta sabía mucho sobre Dios o Su plan para la humanidad en el momento de su llamamiento? ¿Cuál, si se sabe, fue su profesión o su formación académica?

Esto presentó un patrón impresionante. Todos excepto uno fueron jóvenes en el momento que fueron llamados. Cada uno fue tomado por sorpresa y algunos intentaron convencer a Dios de que Él había llamado al hombre equivocado. La mayoría de profetas eran pastores, sabían poco acerca de Dios o qué Él había enseñado previamente a los primeros profetas. Más tarde, Dios los convirtió fundamentalmente en oradores y líderes poderosos.

Así que dije, “Observa el patrón. La afirmación de que Dios y los ángeles se aparecieron a un simple e inculto joven en la década de 1820 y lo llamó para ser Su profeta para el mundo es el evento sencillo más creíble en la historia de la religión en los últimos dieciocho siglos. Dios tuvo acceso a lo mejor del mundo. ¿Por qué Él escogería a un simple joven?”

Mi amigo respondió, “Creo que porque haría muchas preguntas sobre religión.”

¿Qué es lo hace a la iglesia mormona tan diferente? Se han restaurado las preguntas en la tierra. Como iglesia y personas sabemos mucho más sobre el plan que Dios tiene para nosotros que lo que está disponible para aquellos a quienes les dijeron que las “bibliotecas” de arriba estaban vacías de respuestas y con candado hace siglos. Nuestra historia no solo es creíble sino que es verdadera.

Debido a que Dios responde cuando preguntamos, es una buena manera de hacer la obra misional. Las personas aprenderán cuando estén listas para aprender, no cuando estemos listos para enseñarles. Descubrir qué preguntas sobre religión están en las mentes de las personas me ayudan a darme cuenta de que realmente estoy rodeado de muchas más personas religiosas de lo que imaginé – ya que, tienen preguntas.

Artículo originalmente escrito por Clayton M. Christensen y publicado en ldsliving.com con el título “How Questions Can Make You a Better Mormon and Missionary.“