Antes de despedirse de un grupo de estudiantes de la Universidad Brigham Young, la Madre Teresa le hizo a sus visitantes del lejano Provo, Utah, una pregunta final:
“¿Les gustaría cantarle a Jesús?”
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Era el invierno de 1986 en Calcuta, India, y Taunalyn Rutherford y sus compañeros, los Jóvenes Embajadores de BYU, habían pasado, inesperadamente, varias horas con la venerada monja católica visitando orfanatos y centros de atención para pacientes terminales.
La Madre Teresa, después de haber prestado servicio juntos, les pidió a los estudiantes que cantaran para el Señor.
“Fuimos a su santuario y cantamos ‘Soy un hijo de Dios’”, dijo Rutherford. Les pareció la elección más obvia y adecuada para ese momento, lugar y persona.
Mirar como alguien que recibió el Premio Nobel de la Paz ministraba a algunas de las personas más desamparadas de la India les dio a los estudiantes de BYU la oportunidad de ver parte de su servicio ejemplar.
“La experiencia que tuvimos, al pasar un día con la Madre Teresa, fue completamente fundamental en mi decisión de estudiar las religiones del mundo”, dijo Taunalyn.
33 años después, Taunalyn Rutherford es ahora una profesora de educación religiosa en BYU y gran parte de su investigación académica se ha centrado en la historia de la Iglesia en la India.
Cada vez que canta “Soy un hijo de Dios”, ya sea en una clase de la Primaria o en casa con sus propios hijos, sus pensamientos inevitablemente regresan a ese momento en Calcuta.
“Es una canción que se extiende más allá de los límites culturales”, le expresó la misionera retornada que sirvió en Suecia a Church News. “Uno de los momentos más poderosos en el proceso de conversión es descubrir que uno es un hijo de Dios, y que Dios el Padre está allí y que Él se preocupa por nosotros.”
A pesar de los años, las acciones benévolas de la Madre Teresa y su congregación de hermanas siguen siendo de gran inspiración para Taunalyn Rutherford.
“Dios está obrando en la vida de muchas personas, y no sólo lo hace a través de nuestra religión. Podemos aprender mucho de los demás. Particularmente de aquellos que están viviendo una vida centrada en Cristo,” compartió ella.
La Iglesia en la India
La investigación en curso de Taunalyn Rutherford en la India también ha sido académicamente informativa y espiritualmente edificante.
La Iglesia está registrando sus primeros momentos en la segunda nación más poblada del mundo.
Casi cinco años antes de que los Jóvenes Embajadores de BYU cantaran para la Madre Teresa, el gobierno de la India permitió que una pareja de misioneros estableciera una rama de la Iglesia.
Cuando se creó una misión en 1993 en Bengaluru (bajo la dirección presidida de Gucharan Singh Gill, natural de la India), había poco más de 1,100 Santos de los Últimos Días que se reunían en 13 ramas, según Newsroom.
En la actualidad hay aproximadamente 13,500 miembros y cuatro estacas en la India. La Iglesia a pesar de tener una pequeña presencia en el país, está creciendo en una nación de más de 1.3 millones de personas.
“Ha habido un crecimiento maravilloso”, dijo Rutherford.
Un cambio espiritual
El 2018 se llamará para siempre un año de bendición para los Santos de los Últimos Días en la India.
En el pasado abril, el Presidente Russell M. Nelson anunció los planes de la Iglesia para la construcción del primer templo en India, en la ciudad de Bengaluru.
Semanas más tarde, el Presidente de la Iglesia visitó Bengaluru y prometió que el futuro templo sería un factor importante en el ámbito espiritual.
“La influencia del templo se sentirá no sólo en la gente de esta parte de la India, sino que bendecirá a la gente de toda la nación y las naciones vecinas”, dijo el Profeta.
Si bien la Iglesia es innegablemente joven en la India, se define por su estabilidad, agregó Rutherford.
“Son miembros fuertes, la India tiene una de las tasas de actividad más altas de Asia.”
Es tentador estudiar las historias de éxito misional de los Santos de los Últimos Días en diferentes áreas del mundo (como en Latinoamérica) y centrarse en las grandes tendencias y las explicaciones continentales; sin embargo, en última instancia, cada conversión ocurre una persona a la vez. Cada bautismo es un acontecimiento singular.
Así es, y seguirá siendo, en la India, dijo Rutherford. El crecimiento “ha sido muy orgánico. Se bautiza una persona, que luego comparte el Evangelio con sus amigos y familiares.”
Por supuesto, hay desafíos en una nación donde sólo un pequeño porcentaje de personas siguen una fe cristiana.
La persecución es una realidad para muchos Santos de los Últimos Días, dijo Rutherford. Además, las tradiciones culturales indias, como los matrimonios arreglados y la estructura de clases de castas, podrían ser impedimentos para aquellos que luchan por vivir el Evangelio en su totalidad.
Rutherford también se llena de emoción al observar la profunda devoción encontrada en los Santos de los Últimos Días que ha entrevistado en su investigación.
“Muchos viven el Evangelio con un gran sacrificio personal debido a su amor por sus hijos y su progenie”, dijo ella. Es por eso que el futuro templo “tendrá un gran impacto” en la Iglesia en la India.
El templo y la obra de la historia familiar conectarán a las familias de generación en generación. Los miembros lo saben, y se regocijan al saber que un templo pronto operará en su tierra natal.
“Cuando los miembros [de la India] vayan al templo, el resultado será familias más fuertes”, dijo Rutherford. “Ellos [en la actualidad] prosperan, y esa prosperidad aumentará exponencialmente cuando se construya el templo y cuando la gente se prepare para entrar en él”.
Este artículo fue escrito originalmente por Jason Swensen y fue publicado originalmente por thechurchnews.com bajo el título “The life-changing moment when this BYU professor sang ‘I am a Child of God’ to Mother Teresa”