En Doctrina y Convenios 88: 138 – 139, el Señor estableció una ordenanza especial como parte de la Escuela de los Profetas.
Esta ordenanza se conoce como “el lavamiento de los pies”:
“Y no recibiréis entre vosotros a nadie en esta escuela, a menos que esté limpio de la sangre de esta generación; y será recibido mediante la ordenanza del lavamiento de los pies, porque para este fin fue instituida”.
¿Qué es el lavamiento de los pies?
¿De qué se trata esta ordenanza? ¿Aún se realiza en la actualidad? ¡Echemos un vistazo más de cerca a las Escrituras y la revelación moderna!
La mayoría de los cristianos conocen bien la ordenanza del lavamiento de los pies que se describe en Juan 13.
Durante la Última Cena, en la que Cristo instituyó la ordenanza de la Santa Cena, también lavó los pies de Sus discípulos. Juan 13: 5 describe:
“Luego, puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido”.
Asimismo, es importante notar que la Traducción de José Smith agrega la siguiente declaración al versículo 10:
“Esta era la costumbre de los judíos bajo su ley; por tanto, Jesús hizo esto para que la ley se cumpliese”.
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Este patrón establecido por Cristo nos ayuda a comprender que lavar nuestros pies es un acto de obediencia, humildad y unidad.
Cristo llamó a Sus discípulos a servir a los demás como Él les había servido.
Como un acto previo a las enseñanzas divinas sobre la Santa Cena, también nos muestra la necesidad de estar limpios y preparados antes de recibir la verdad de Dios.
Además de la tradición de los Santos de los Últimos Días, otras denominaciones continúan realizando este acto de caridad. Por ejemplo, el Papa Francisco lavó los pies de 12 prisioneros.
El lavamiento de los pies y la restauración
El llamado a la ordenanza del lavamiento de los pies se produjo cuando se organizó la Escuela de los Profetas.
La escuela fue diseñada para ser un lugar de aprendizaje espiritual y secular.
Muchos líderes de la Iglesia asistieron al pequeño salón sobre la tienda de Newel K. Whitney en Kirtland, Ohio.
La Escuela de los Profetas también fue un lugar de preparación a medida que se continuó revelando el evangelio de Jesucristo.
En enero de 1831, el Señor les prometió, que cuando fueran a Ohio, los Santos recibirían Su ley y “serían investidos con poder de lo alto”.
De hecho, la Escuela de Profetas preparó a los Santos para las próximas ordenanzas del templo que se revelarían en los siguientes años.
La primera vez que se realizó el lavamiento de los pies después de la restauración
La ordenanza se realizó por primera vez durante la primera sesión de la escuela en enero de 1833 para cumplir con la instrucción del Señor:
“Y no recibiréis entre vosotros a nadie en esta escuela, a menos que esté limpio de la sangre de esta generación” (DyC 88: 138).
Los élderes primero se lavaban las manos y la cara. Luego, José les lavaba los pies.
José compartió la experiencia de realizar una ordenanza en ese momento de la Historia de la Iglesia. Escribió:
“Cada élder se lavaba primero los pies. Luego, me ceñía una toalla, lavaba los pies de todos y los secaba con la toalla con que estaba ceñido.
Entre ellos, mi padre se presentó. Sin embargo, antes de lavarle los pies, le pedí una bendición de padre, la cual me concedió.
Colocó sus manos sobre mi cabeza, en el nombre de Jesucristo y declaró que debía continuar en el oficio del sacerdocio hasta la venida de Cristo.
Al final, el hermano Frederick G. Williams, conmovido por el Espíritu Santo, me lavó los pies en señal de su firme determinación de acompañarme en el sufrimiento, en mi camino, en la vida o en la muerte, y de estar continuamente a mi diestra. Lo acepté en el nombre del Señor”.
Estar limpio en todos los aspectos
La ordenanza del lavamiento de los pies siguió siendo una preparación para la Asamblea Solemne que se llevaría a cabo en el Templo de Kirtland. Además, formó parte de la asamblea misma.
El acto simbolizó la purificación de los élderes mientras se unían a través de un acto de servicio simbólico.
En su diario, José registró sus observaciones de la ordenanza, dijo:
“[La ordenanza] tiene como finalidad unir nuestros corazones, que podamos ser uno en sentimiento y actitud, que nuestra fe sea fuerte para que Satanás no nos derrote ni tenga poder sobre nosotros”.
Asimismo, afirmó la importancia de que “los miembros oficiales… estén limpios en todos los aspectos”.
El lavamiento de los pies en la actualidad
Como ocurre con todas las ordenanzas del templo, la ceremonia original del lavamiento de los pies evolucionó con el tiempo.
De hecho, en la actualidad, existen al menos dos ordenanzas distintas de la enseñanza original del lavamiento de los pies.
Primero, los lavamientos y las unciones continúan en el templo como parte de las ordenanzas iniciatorias en preparación para la investidura.
Todos los miembros dignos de la Iglesia, que califiquen, tienen acceso a estas ordenanzas para ellos y sus familiares fallecidos.
En el segundo volumen de su libro “Companion to Your Study of the Doctrine and Covenants”, el Dr. Daniel H. Ludlow, jefe de redacción de la Encyclopedia of Mormonism y profesor de religión de la Universidad Brigham Young, declaró:
“La ordenanza del lavamiento de los pies ahora se ha incorporado a las ordenanzas que se administran en la casa del Señor”.
Sin embargo, la ordenanza específica del lavamiento de los pies todavía existe. Sirve como lo que podría llamarse una ordenanza de coronación.
Es extremadamente sagrada en su naturaleza y no está autorizada para el cuerpo general de la Iglesia en este momento.
El poder de la ordenanza hace eco a las enseñanzas de José Smith, que menciona que con el lavamiento de los pies, una persona se “sellaba a la vida eterna”.
El ritual del lavamiento de los pies también está presente en otras ordenanzas sagradas que no están disponibles en este momento: algunas del pasado y otras aún reservadas para personas seleccionadas según la dirección del Señor.
Al hacer referencia a estas ordenanzas sumamente sagradas, el élder Bruce R. McConkie enseñó:
“El significado total de ello no es evidente para el lector superficial, ni debería serlo, puesto que el lavamiento de los pies es una ordenanza sagrada que se ha reservado para que se efectúe en lugares santos para aquellos que sean dignos”.
Fuente: LDS Daily