Nos encontramos en una época en la que nunca fue tan fácil encontrar respuestas a todo. Internet está lleno de información y ahora está al alcance de nuestra voz. Existen innumerables fuentes para todo tipo de preguntas que podamos hacer.
Las respuestas son casi inmediatas. Pero, ¿nuestras respuestas provienen de fuentes confiables? ¿Qué es la verdad? ¿Cuáles son las fuentes en las que podemos confiar?
En la era de la información, nuestro problema no es tener preguntas sin respuesta, sino muchas respuestas a una sola pregunta.
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¿Cómo distinguir entre la información buena y mala, entre lo verdadero y lo falso, entre la realidad y la ficción?
La pregunta que Internet no puede responder es la misma que el gobernador romano Pilato le hizo a Jesús de Nazaret hace miles de años: “¿Cuál es la verdad?” (Juan 18:38).
Sam Wineburg, un respetado profesor de historia de Stanford, señaló que, en generaciones anteriores, la investigación significaba ir a una biblioteca y leer innumerables libros que habían sido cuidadosamente examinados por respetados editores.
Hoy en día, para muchas personas, investigar significa escribir una frase en un motor de búsqueda y hacer clic en la primera página web que aparece, una que posiblemente no haya pasado por alguna revisión.
Hoy en día, cualquiera puede crear un sitio web o escribir un blog y parecer que tiene conocimientos que tal vez no tenga.
El profesor Wineburg señala:
“Lo que una vez cayó sobre los hombros de los editores, verificadores de datos y expertos en la materia, ahora cae sobre los hombros de cada uno de nosotros”.
Internet nos ha ahorrado el trabajo de buscar información, pero nos reservamos la responsabilidad de evaluar esa información.
Por lo tanto, debemos verificar las fuentes, evaluar las intenciones del autor y considerar el contexto. Luego, cuando se trata de nuestras preguntas más profundas, sobre la eternidad y los asuntos del alma, recordemos las palabras de Jesús a Pilato:
“Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” (Juan 18:37).
Para todas las preguntas, pero especialmente aquellas cuyas respuestas son más profundas, debemos buscar las mejores y más confiables fuentes.
Fuente: Church News