Siempre me he sentido inseguro acerca del plan para mi vida porque siento atracción por personas de mi mismo sexo. Sin embargo, los mensajes de la última Conferencia General me dieron la esperanza y la certeza que necesitaba.
Como miembro de la Iglesia desde que era niño, crecí con un plan muy específico para mi futuro. Tenía toda la intención de servir en una misión, casarme y formar una familia en el evangelio.
No obstante, lo que no formaba parte de mi plan era sentir atracción por personas de mi mismo sexo.
A pesar de todas las esperanzas y expectativas que tenía cuando era joven, finalmente llegué al punto en el que tuve que enfrentar mi realidad.
Hace ocho años, culminé con honores una misión de tiempo completo y me gradué de la Universidad Brigham Young.
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Fue entonces que mi plan se detuvo y, de repente, todas las expectativas que tenía para mi vida se derrumbaron. Me estaba mudando a Chicago, todavía estaba soltero y aún sentía atracción por los hombres.
Vivir como un Santo de los Últimos Días casto y soltero que sentía atracción por personas de su mismo sexo no era lo que había planeado.
¿Cómo podría seguir con mi vida solo? ¿Cómo podría lidiar con las circunstancias de la vida que no elegí y que estaban fuera de mi control?
Tengo una familia que me apoya increíblemente y he tenido obispos, amigos y miembros del barrio maravillosos que me han brindado amistad y amor. Sin embargo, siempre hubo una parte de mí que estaba convencida de la mentira de Satanás de que realmente no tenía un futuro en la Iglesia.
A veces, los mensajes de la Conferencia General, especialmente los relacionados con las citas, el matrimonio o los hijos, pueden ser difíciles para mí y otros miembros de la Iglesia porque pensamos erróneamente que estamos solos, que no tenemos mucho valor y sentimos que no pertenecemos.
No obstante, fue una experiencia increíble para mí cuando escuché el mensaje inspirado del élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, en la Conferencia General de abril de 2021.
Nunca antes escuché a alguien decir que la Iglesia es un lugar de “gracia y espacio” para cada uno de nosotros. He pensado en eso constantemente desde que el élder Gong compartió su mensaje.
Me di cuenta de que no era el único que sentía a veces que no tenía un lugar al que pertenecer.
Como compartió el élder Gong, más de la mitad de los miembros adultos de la Iglesia son viudos, están divorciados o solteros.
Durante gran parte de mi vida, he creído la mentira de Satanás y el mensaje basado en la vergüenza de que mi sexualidad y estar soltero me hacían “menos valioso”, que no era “suficiente” y que realmente no tenía un lugar en el reino de Dios.
Sin embargo, sentí como si el élder Gong me estuviera hablando directamente a mí cuando dijo que “todos somos iguales, no hay grupos de segunda clase”.
Esta declaración de igualdad fue para mí personalmente un mensaje de esperanza y sanación que significó más de lo que las palabras pueden expresar.
Ahí estaba un apóstol de Jesucristo desmintiendo un mensaje de vergüenza con el que había luchado durante décadas.
El élder Gong me recordó de una forma conmovedora que los discípulos de Jesucristo vienen de toda forma y tamaño.
Puede que no haya cumplido todos los planes de mi niñez. Sin embargo, debido a que creo en el Evangelio restaurado, tengo un lugar. Pertenezco.
Puedo usar mis dones únicos y todas mis experiencias como miembro soltero para ayudar a construir el reino de Dios al servir a mis hermanos y hermanas.
Al fortalecer mi fe, y con el apoyo y la validación de los líderes locales y generales de la Iglesia, he sabido que ninguno de nosotros está verdaderamente solo. Como testificó el élder Gong:
“Cuando venimos con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, en Jesucristo podemos descubrir que se valora nuestra opinión y que estamos ceñidos con Sus comprensivos brazos de seguridad.
Las ordenanzas sagradas ofrecen un sentido de pertenencia por convenio y ‘el poder de la divinidad’ para santificar las intenciones internas y las acciones externas.
Con Su amorosa bondad y longanimidad, Su Iglesia llega a ser nuestro mesón”.
Independientemente de los mensajes vergonzosos de Satanás, todos estamos invitados a la posada, un lugar sagrado de “gracia y espacio”.
Fuente: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días