A través de los ojos mormones: Superando el suicidio

Ya han pasado más de siete años desde que perdí a mi hermano que se suicidó. Algunos recuerdos se han vuelto mucho más fáciles con el paso del tiempo, en parte porque he entrenado mi mente simplemente para no pensar en ciertas cosas que no se pueden cambiar, y por lo tanto no tienen ningún efecto. Algunos recuerdos siempre estarán completamente frescos cuando vengan a mi mente, incluso en contra de mis mayores esfuerzos para contenerlos. No obstante,  lo que sea que mi mente pueda conservar, la paz que he llegado a sentir a pesar de haber perdido a mi hermano tan trágicamente se ha profundizado con mi conocimiento certero y creciente de que todo está bien con él y, por tanto,  puedo pensar en él y sentir que paz . mormon-prayer

Me parece extraño observar cómo tengo recuerdos muy claros de las cosas que sucedieron horas antes de que supiera de su muerte, como si el trauma de recibir la noticia creara un efecto que me aferraba a esos momentos que condujeron a su muerte. Ese había sido un día ocupado lleno de cosas triviales en su mayoría, y por la noche me senté frente a mi computadora portátil para trabajar en mi novela actual. Mi hija menor vino un minuto después de las siete a decirme que alguien estaba en la puerta preguntando por mí. Sé la hora porque guardé el archivo en ese mismo momento. Por supuesto que me sorprendió ver a dos agentes de policía al bajar las escaleras. Rápidamente busqué a mis hijos y sabía que estaban bien, así que no podía imaginar lo que podrían querer. Cuando mencionaron el nombre de mi hermano, primeramente pregunté si él estaba metido en algún problema. Cuando dijeron que habían encontrado su cuerpo y al parecer había acabado con su propia vida, no me sorprendió en absoluto. Sin embargo, la conmoción me hizo débil e incapaz de entender plenamente lo que esto significaba.

Nathan siempre vivió una vida difícil; desde su infancia había habido evidencia de que algo no estaba bien. Sin embargo, él no creció en un tiempo en que los padres promedio estaban al tanto de cosas como el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), el trastorno bipolar, y otras posibilidades de desafíos cruciales. En la adultez ciertos comportamientos y actitudes estaban profundamente marcadas en él, y a pesar de ciertos momentos de éxito y felicidad, siempre volvía a los comportamientos de auto sabotaje y los fracasos. Hubo momentos en que Nathan y yo habíamos estado muy cerca. Me había ayudado con algunos proyectos en mi carrera que demostraban lo increíblemente inteligente que era y era un hombre muy espiritual, a pesar de que tenía un problema con el ser parte de una religión organizada.

Ahora bien, Nathan no me había hablado durante casi un año hasta el momento de su muerte, y me impactó totalmente la tragedia de su vida, así como la manera horrible en la que había muerto. Cometí el error de pensar que gracias a que había estudiado y escrito sobre el suicidio, y más aún sobre la muerte y el duelo, yo podría ser capaz de pasar a través de este proceso con más facilidad que otras personas.

Aprendí muy pronto que nadie está libre del dolor. Ninguna cantidad de conocimiento perdona a un ser humano de sentir la realidad de un trauma tan personal. Si no nos permitimos sentir, entonces se descompone y dificulta nuestra vida y crea nuevos problemas. ¡Y siento que lo hice! ¡Nunca había imaginado tal dolor! Había perdido a mi madre debido al cáncer y también a un amigo. Me había enfrentado a muchos desafíos personales con relaciones difíciles, pesadillas financieras, complicaciones en la carrera, y muchos otros obstáculos de la experiencia humana ; pero nada me había preparado para enfrentar el continuo ataque en mi mente y corazón con las imágenes de la vida trágica de Nathan que lo habían conducido a su muerte horrible. Sentí tanto dolor que a veces casi no podía respirar, y me preguntaba por qué la gente no me miraba y se daba cuenta, como si lo mejor hubiera sido haber estallado con algún tipo de vapor emocional que mostrara al mundo lo muy herida que estaba interiormente.

Me sorprendió darme cuenta de que estaba de duelo tanto a causa de la vida de Nathan como por su muerte. Simplemente no me parecía correcto; parecía que él nunca realmente había obtenido una oportunidad justa. Si tenía múltiples problemas químicos del cerebro que habían estado presentes desde el principio, entonces ¿cómo podía haber esperado llegar a cualquier otro final a no ser este? Y si este fin había sido inevitable, entonces, ¿qué sentido tenía? Siempre he sido una mujer muy espiritual, con una gran cantidad de fe. Siempre me he basado en el evangelio de Jesucristo, y estaba acostumbrada a ir en esa dirección en busca de ayuda ante cualquier asunto. Yo tenía y todavía tengo un firme testimonio de que Jesucristo es nuestro Salvador y que a través de Su expiación todas las cosas se hacen bien ;pero al ser confrontada con la realidad de cuán malo algo podría ser en esta vida, tenía que encontrar respuestas que calmaran mi espíritu dolorido.

Yo había crecido como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y ser una mormona siempre ha significado más que cualquier otro aspecto de mi vida. Me habían enseñado que a través de la oración, de la fe, del estudio de la Escritura y de las palabras de nuestro profeta viviente y apóstoles, siempre se puede encontrar respuestas que nos ayuden en momentos de necesidad o dificultad. También me habían enseñado que a través del poder del Espíritu Santo era posible recibir consuelo tangible e inspiración personal que ayuda a superar los tiempos difíciles. Yo sabía por amplia experiencia que esto era cierto; innumerables veces había encontrado la fuerza y ​​la orientación a través de estos medios. Sin embargo, días y semanas después de la muerte de mi hermano, sentía un poco de frustración por aún sentir el dolor y no sentir nada más que una pequeña pizca de comodidad de vez en cuando.

Estaba haciendo todo lo correcto, todas las cosas que me habían enseñado y en las que creía. Estaba leyendo las escrituras, y estudiando las palabras de los líderes de la iglesia de hoy en día que habían abordado específicamente el tema del suicidio. Oraba mucho, y también pasaba bastante tiempo en el templo mormón, un lugar donde sabía que me podía sentir más cerca de Dios y donde era más probable que reciba el consuelo y la paz que buscaba. 13_Jesús-sonriendoMientras que luchaba, no perdía las esperanzas de que mis oraciones serían contestadas, pero sí recuerdo la sensación de cierta impaciencia y frustración. Sin embargo, sabía bien que estos sentimientos eran típicos del ser humano, y sólo tenía que seguir haciendo las cosas correctas y confiar en que el Señor no me defraudaría.

Unas seis semanas después de la muerte de Nathan, en medio de la temporada de Navidad, yo estaba conduciendo hacia una cita y escuchaba música de Navidad en el coche. Una de mis canciones favoritas de Navidad es “Porque un niño nos es nacido” y la estaba escuchando en el equipo. No estaba pensando en Nathan en ese momento, pero tuve una impresión repentina que entró en mi mente, como si un concepto y las palabras correspondientes se plantaran en mi cerebro instantáneamente. Y en ese mismo instante, sentí una vivificación en mi corazón, un calor en el pecho, una forma distinta de dificultad al respirar.

Sabía sin ninguna duda que era el Espíritu Santo respondiendo a mis oraciones en nombre de mi Padre Celestial, de una manera más profunda y poderosa de lo que había esperado o imaginado. Yo sabía que era raro que un testimonio venga con tanta fuerza; el Espíritu Santo viene generalmente de una manera más tranquila, por lo que a menudo se le llama “voz apacible y delicada”. Sin embargo, esto de inmediato se convirtió en una de las experiencias espirituales más poderosas de mi vida. Es imposible describirla plenamente, más de lo que yo podría describir a alguien que dice a qué sabe un chocolate si nunca lo ha comido antes. Sólo puedo decir que sabía completamente que mi hermano estaba bien, y que yo también estaría bien. Era como si pudiera escuchar la palabra que nos hace hincapié en la letra de la canción “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado”. Y me sentí como si tuviera un pequeño grado de entendimiento de cómo Isaías debió haberse sentido cuando esas palabras llegaron a él, y el poder de lo que significa saber que todo lo que nuestro Salvador hizo, lo hizo por nosotros.

Puedo resumir lo que aprendí en ese momento al decir que sé sin ninguna duda que la expiación de Jesucristo hace su milagro más grande con las cosas en esta vida que nunca vamos a ser capaces de entender con ningún grado de lógica. ¿Por qué nacería un niño con tales desafíos insuperables? ¿Por qué una vida habría que llegar a un final tan horrible? ¿Por qué sus seres queridos tienen que soportar el dolor de su vida y de su muerte? Y sé que esta situación es sólo una de las millones de cosas horribles a las que se enfrentan los seres humanos. Cuando se trata de un suicidio, hay muchas razones por las que pudo pasar, y todos ellas no tienen sentido ¿Cómo un padre puede recuperarse de la pérdida de un hijo, de tal manera? O ¿un conyugue? O ¿un querido amigo? ¿Cómo podemos seguir y no volvernos emocionalmente incapacitados debido a tal acontecimiento? La respuesta es, y debo repetir, que la expiación de Jesucristo realiza su milagro más grande con las cosas en esta vida que nunca vamos a ser capaces entender con ningún grado de lógica.

La vida de Nathan no fue en vano. Hizo algunas cosas asombrosas, y él enseñó mucho a las personas que lo amaban. Sin embargo, su muerte trágica, enseñó a sus seres queridos mucho sobre la humildad, la compasión, la empatía y la verdadera fuente de la sanación. Desde ese día en mi auto, he llorado por la falta de Nathan, y he llorado por el dolor de su vida y de su muerte; pero nunca he sentido ni una sola vez un poco del dolor que había experimentado anteriormente con respecto a esas cosas. Desde ese entonces, he tenido pensamientos tranquilos y sentimientos a través del Consolador que me han asegurado que Nathan está progresando y le está yendo bien. Él no está destinado a la condenación eterna a causa de su elección. Fue menos que una elección ideal, pero Dios entiende su corazón y los desafíos a los que se enfrenta, y Dios en su infinita sabiduría ha permitido a Nathan llegar a un lugar donde pueda seguir aprendiendo, crecer y encontrar la felicidad y la paz que no podía encontrar en la mortalidad.

Mi gratitud por las verdades del evangelio que me ayudaron a atravesar esta experiencia, y muchas otras luchas en mi vida, es algo que no se puede poner en palabras. Sin embargo, existe continuamente dentro de mí y me hace lo que soy hoy. Así que, después de pasar la séptima conmemoración de la muerte de Nathan, no siento nada más que paz y alegría al pensar en él. Ya no tengo que preocuparme por él nunca más. Sé que le está yendo muy bien, y espero el día en que él y yo podamos reunirnos en un mundo donde no existen la decepción y la angustia de la mortalidad.

About Anita Stansfield Sobre Anita Stansfield Anita-Stansfield-miniaturaAnita Stansfield comenzó a escribir a la edad de dieciséis años, y su primera novela se publicó dieciséis años más tarde. Durante más de quince años ha sido la número uno entre los autores de mayor venta de ficción de mujeres en el mercado SUD. Sus novelas van desde lo histórico a lo contemporáneo y cubren una amplia gama de problemas sociales y emocionales que exploran la experiencia humana a través de personajes memorables y tramas impredecibles. Ha recibido numerosos premios, incluyendo un premio especial por ser pionera en género ficción SUD, el Lifetime Achievement Award de la Whitney Academy por Literatura SUD, y también un Lifetime Achievement Award de la editorial Covenant Communications. Tiene cincuenta y seis libros publicados. Anita es la madre de cinco hijos y tiene tres nietos.

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