Cuando tratamos de superar los estándares del Señor: Cultura vs. Mandamientos

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A veces, en un intento por probar fidelidad al evangelio, los mormones creamos estándares que requieren incluso más de lo que el Señor nos pide. Así que antes de que desgastemos demasiada energía tratando de vivir esos “altos” estándares, debemos preguntarnos, “¿estamos viviendo el evangelio cultural o el evangelio del Señor?”

En su libro Finding Inner Peace: Lessons Learned from Trying too Hard (Encontrar la paz interior: Lecciones aprendidas por esforzarse demasiado) Brent L. Top y Wendy C. Top comparten experiencias personales profundas sobre cómo tratar de vivir el “evangelio cultural” tuvo un alto costo en la vida de Wendy y  la de toda su familia mientras sufría un colapso nervioso y batallaba contra la depresión clínica.

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A medida que Wendy comenzaba a evaluar la causa de su dolor y cansancio, se dio cuenta de que existen dos estándares principales que regularmente establecemos para nosotros mismos en la Iglesia – el estándar del Señor y el estándar social. Un día, hizo una lista de los mandamientos del Señor. En una segunda columna seguida de otra, escribió las interpretaciones más estrictas que involucraban a la cultura mormona. Probablemente, provenían casi de la misma manera como las “cercas” bien intencionadas que habían crecido alrededor de la Ley de Moisés entre los escribas y fariseos.

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Con el fin de evitar romper cualquier mandamiento, prescribieron [escribas y fariseos] una serie de prácticas más  particulares y estrictas que evitaran el incumplimiento de la ley y que supuestamente permitieran demostrar mayor fidelidad de la que se requería al guardar cualquier mandamiento.

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Sin embargo, a menudo se obsesionaban con la letra de estas leyes menores mientras ignoraban y ofendían al espíritu de la ley original. Lo peor de todo era que establecían esas actuaciones como el estándar de rectitud, sentenciando a otros injustamente. Un buen ejemplo fue su intento blasfemo de condenar a Jesucristo por sanar a un hombre en el día de reposo (Lucas 6:7).

En menor medida, muchos caen hoy en la trampa de las cercas. Podemos tener buena intención de ser “súper fieles,” pero cuando estos altos estándares creados por uno mismo – que el Señor no necesariamente requiere – se utilizan para sentenciar a los demás injustamente, se convierten en obstáculos en lugar de escalones de progreso.

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“Multiplicaos y henchid la tierra”

Por ejemplo, el primer mandamiento de la lista de Wendy fue “multiplicaos y henchid la tierra.” En nuestra sociedad, esto significa tener familias grandes. Algunos miembros bien intencionados de la Iglesia – siempre aquellos que fueron bendecidos con la capacidad, salud y energía de tener y criar muchos niños – han resaltado amablemente nuestra deficiencia en este campo. Esta expectativa cultural depende en gran medida de donde vivamos.

Lo ejemplificaré, cuando vivíamos en la Costa Este de los Estados Unidos muchas personas, los miembros y no miembros de la iglesia, se sorprendían de que Wendy fuera capaz de lograr tanto con muchos niños.  Cuando regresamos a Utah, nuestra antes gran familia de repente se volvió  una pequeña. En este contexto cultural, sentíamos como si no estuviéramos al nivel requerido porque solo teníamos cuatro niños.

 Wendy creía que realmente deberíamos tener más niños para alcanzar el nivel espiritual del estándar de las madres en Sión. Aunque ella sentía que ya había alcanzado su capacidad emocional, deseábamos ser fieles e intentábamos tener otro bebé en el tiempo en que Wendy tuvo su colapso emocional.

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 La Palabra de Sabiduría 

Otro ejemplo que Wendy puso en su lista fue la Palabra de Sabiduría. Algunas leyes básicas de salud se encuentran en la revelación de la sección 89 de Doctrina y Convenios. Sin embargo, parece que muchos tratan de añadir cercas a esto. Las bebidas “cola” son el caso más notorio y controversial, aunque consumirlas no es lo más sabio, esto no se define como pecado. Sin embargo, Wendy pasó años estresada por la tendencia de uno de los miembros de su familia de consumir esta sustancia supuestamente prohibida. Pasaba el tiempo molestando al respecto, pensando que la salvación de este familiar estaba en peligro y preocupándose de que otros pudieran ser desviados por su “mal” ejemplo. Esta actitud afectó la armonía del hogar mucho más que beber cola y seguramente, el mayor pecado fue el de ella.

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Llamamientos

Se nos manda a servir y cumplir con nuestras responsabilidades en la Iglesia para magnificar nuestros llamamientos. Muchos lo han interpretado como nunca rechazar ningún llamamiento o pedir ser relevado en ningún momento.

Wendy sentía que no estaba al nivel de este estándar y mientras servía como presidenta de la Primaria  a pesar de estar agotada y estresada como  madre de tres niños menores de tres años.

Las cosas empeoraban en casa a medida que ella continuamente aceptaba más asignaciones  pensando en que debería ser más fiel. Cuando finalmente nuestro matrimonio comenzó a sufrir bajo el constante estrés. Una noche, Wendy oró para que el Señor hiciera saber al obispo si debería ser relevada porque no se atrevía a pedirlo por sí misma. Al día siguiente, el obispo le habló: “últimamente he sentido que debo relevarte.” Milagrosamente, el Señor no esperaba que ella mantuviera el llamamiento a todo costo. Solo pensaba que Él lo esperaba porque otros lo decían.

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Reflexción 

Mientras Wendy hacía su lista, se dio cuenta de que había caído en la trampa con casi cada mandamiento. Estuvo practicando “El evangelio según la interpretación popular” en vez de vivir el evangelio de acuerdo con la guía del Espíritu Santo. Últimamente, era su culpa pero también supo que de diferentes maneras la sociedad mormona tradicional (no la misma Iglesia institucional) podría haber contribuido con su confusión.

El Presidente Brigham Young volvió a mostrar que los SUD de estos tiempos tienen una actitud que tiende a poner presión social injusta sobre los demás:

“Saben cuánto lamento la ignorancia de este pueblo: cómo me inunda el corazón de pena ver a tantos ancianos de Israel que desean que todos lleguen a su estándar y sean medidos por su medida. Cada hombre debe ser tan largo, para ajustarse a su armadura de cama de hierro, o cortarse a la longitud correcta: si es demasiado corto, debe estirarse para cumplir con el requisito.”

“Si ven a un hermano(a) equivocado (a), cuyo curso no concuerda con sus ideas particulares de las cosas, concluyen de inmediato que él o ella no puede ser santo(a), y retiran el compañerismo, y concluyen que, si están en el camino de la verdad, otros deben tener precisamente su peso y dimensión.”(Journal of Discourses, 8:8-9).

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Hablando de manera general, los SUD son personas obedientes y sinceras. Sin embargo, en nuestro deseo de ser fieles en todas las cosas, podemos haber creado una cultura que a veces y de alguna manera, han puesto demasiado énfasis en nuestra conformidad externa y a su vez, crea estándares de rectitud irreales e incluso falsos.

Por ejemplo, Wendy llegó a la conclusión de que podemos mantener involuntariamente nuestro propio u otro comportamiento bien intencionado como estándar a cumplir en lugar de las pautas y mandamientos amables, constantes y compasivos del Señor. Wendy podía oír (e indudablemente hacer) las declaraciones bien intencionadas como: “Nunca hemos perdido una noche de hogar,” “La familia del obispo nunca ve la televisión los domingos,” o “El profeta dijo que deberíamos leer las escrituras por lo menos media hora cada día.” La lista puede aumentar.

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Si bien, dichos pronunciamientos pretendían elogiar a los fieles y mantenerlos como ejemplos, causaban desaliento en aquellos – como Wendy o, tal vez, muchos de nosotros – que luchaban por dar lo mejor de sí mismos pero que no podían cumplir con tales altos estándares en ese campo en particular. Esas personas pueden sentir que sus esfuerzos son inaceptables.

“¡Un pequeño esfuerzo es mejor que nada!” Deberíamos recordar el sabio dicho de que los objetivos (o los mandamientos, en este caso) son estrellas para guiarnos y no, para vencernos.

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Programas de la Iglesia

Los programas de la iglesia también pueden crear expectativas rígidas si no se administran con amor, flexibilidad y sensibilidad. Los programas inspirados que llevarían a Wendy a la salvación fueron las mismas cosas que a veces, la desalentaban, abrumaban y condenaban por sus constantes requerimientos. Olvidó que las personas y sus necesidades son más importantes que los programas y sus exigencias.

Cuando Wendy no podía cumplir con todas  las actividades auxiliares de la Iglesia, algunos cuestionaban su fidelidad a pesar de que su corazón seguía siendo tan devoto como siempre e incluso más. Las personas también habían malinterpretado el objetivo de los programas de perfeccionamiento de la Iglesia.

Otros factores, incluidos los trabajos sutiles y desaliento de Satanás también pueden crear la presión social que ponemos sobre nosotros y los demás para cumplir y hacer. Si no somos frecuentemente conscientes, podríamos hacer que esa presión sea más grande que la motivación amable y constante para simplemente vivir el verdadero evangelio de Jesucristo según la guía sutil y agradable del Espíritu Santo.

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Consejos de autoridades de la Iglesia

El Élder Dallin H. Oaks nos advirtió en referencia a la obra genealógica, pero consideramos que este consejo puede ser aplicado  generalmente:

“Los miembros de esta iglesia tienen muchas circunstancias personales: edad, salud, educación, lugar de residencia, responsabilidades familiares, circunstancias financieras, y demás. Si alentamos a los miembros para esta obra sin tener en cuenta estas circunstancias personales, podríamos imponer la culpa en lugar de  avanzar en la obra.”(“Family History: In Wisdom and Order,” Ensign, junio 1989).

Recordamos las palabras del Presidente Russell M. Nelson:

“Mi corazón está con los santos concienzudos que, debido a sus deficiencias, permiten que los sentimientos de depresión los despojen de la felicidad en la vida. Todos debemos recordar: los hombres son capaces de tener alegría, ¡no viajes de culpa!” (“Perfection Pending,” Ensign, noviembre 1995).

Adaptación del artículo originalmente escrito por Brent L. Top and Wendy C. Top y publicado en ldsliving.com con el título “When We Try to One-Up the Lord’s Standards: Culture vs. Commandments.”

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