Cómo perdí 63 kilos gracias a mi fe en el Señor

Trent Heppler

Perder 63 kilos no es tarea fácil. Sólo pregúntale a Trent Heppler. Nunca en un millón de años creyó que algún día perdería peso, y mucho menos que correría una maratón. Pero Heppler aprendió que el poder para superar sus debilidades físicas, cualquiera que sean, proviene de una fuerza espiritual obtenida a través del Salvador, Jesucristo.

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Cuando Trent Heppler, un Santo de los Últimos Días, era un joven tímido con sobrepeso, siempre sintió que el ejercicio era sólo otra forma de tortura inventada para hacer que se sintiera inadecuado.

Él ocultó bien sus inseguridades. “Aprendí desde muy temprana edad a reírme de mí mismo, hacer bromas antes de que alguien más pudiera hacerlo”, dijo Heppler. “Ahora me doy cuenta de que era un mecanismo de afrontamiento común. Es por eso que me convertí en el ‘divertido amigo gordo’”.

Fue un papel que Trent Heppler llevó bien, pero que nunca lo hizo realmente feliz. No fue hasta que Heppler se acercaba a los 35 años que algo cambió en su mente. Después de llegar aproximadamente a los 150 kilos durante algunos años, él se puso un objetivo muy grande: correr una maratón.

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“Pensé que necesitaba algo grande y personal en mi vida que pudiera lograr”, expresó Heppler, “y este objetivo me ayudaría a lograr muchos resultados como la pérdida de peso, mejorar mi estado físico y los elogios de las personas. A dónde me llevó fue mucho más allá de esos primeros pensamientos.”

El objetivo de correr una maratón no se hizo realidad durante muchos años. Pero en la víspera de su cumpleaños numero 40, decidió que finalmente había llegado el momento.

En lo que pareció un capricho, Trent Heppler le pidió a su amigo y compañero en el programa de Hombres Jóvenes de su barrio, Scott Gifford, que se convirtiera en su entrenador personal y lo ayudara a prepararse para una maratón, y Gifford dijo que sí.

Todos se sorprendieron ante su solicitud, pero nadie más que el propio Heppler. “Ahora, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de qué fue lo que me inspiró a alcanzar ese sueño.”

Trazar un plan

Lo siguiente que Heppler supo fue que estaba trazando un plan de ejercicios con Gifford y otro amigo, Ty Engstrom. Cada tres meses, Heppler esperaba perder un promedio de 14 kilos. Su plan era reducir calorías, hacer ejercicio seis días a la semana, y leer un libro titulado “He Did Deliver Deliver Me from Bondage” (“Él sí me libró de la esclavitud”) por Colleen C. Harrison. Aunque el libro se centra en la recuperación de la adicción, Gifford sintió que el libro ayudaría a Heppler a superar su mal hábito de comer en exceso.

Trent Heppler puso su plan en acción. Su esposa Melanie fue una pieza clave para su exitosa dieta. “Apoyé a Trent de muchas maneras. ¡Lo primero y más importante fue hacer toda la comida que consumía!”, bromeó.

“Me pareció fundamental para mi que no fuera yo quien preparase las comidas, porque mi tendencia era y sigue siendo, adornarlas con calorías adicionales”, expresó.

Otro factor importante fue el rendirle cuentas a alguien, en este caso, a sus entrenadores personales. Todos los días le decía a Engstrom y Gifford la cantidad de calorías que consumía. 

“Tener a alguien a quien rendía cuentas fue muy importante”, dice. “He descubierto que es necesario programar, planificar y escribir mis metas. De esa manera es más que una idea, hay que actuar.”

A su dieta más saludable agregó un régimen de ejercicio. “El ejercicio que hice durante los primeros tres meses de mi viaje fue principalmente caminar”, compartió. Pero incluso caminar vino con desafíos. “Al principio, me dolían las rodillas, las articulaciones, la espalda, todo eso, pero al final me hice más fuerte.”

En lugar de escuchar la típica música pop durante sus sesiones de ejercicio, Heppler comenzó a escuchar música y discursos inspiradores: himnos, escrituras, discursos de las Conferencias Generales y otros materiales espirituales. 

“Alteré rápidamente el uso del tiempo durante el ejercicio para meditar, pensar y orar”, dijo Heppler. “Mientras leía “He Did Deliver Deliver Me from Bondage”, hacia ejercicio y sentía más el Espíritu, quería más de esas cosas. Mi camino a la pérdida de peso se convirtió en uno de transformación porque buscaba lo bueno.”

Trent Heppler comenzó a darse cuenta de que a medida que su cuerpo cambiaba para mejor, también lo hacía su espíritu. Al principio, nunca esperó que su testimonio del Evangelio lo ayudara a perder peso, pero eso es exactamente lo que sucedió.

Transformando el cuerpo y el espíritu

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Después de tres meses de trabajo duro constante, ya había perdido 26 kilos. Así que aumentó su tipo de ejercicio, en lugar de sólo caminar empezó a correr. Continuó usando su tiempo de ejercicio para acercarse al Señor. 

Al principio, sólo corría unos pocos kilómetros, pero a medida que su fuerza crecía, comenzó a correr distancias más largas lo cual le permitió tener más tiempo para reflexionar sobre las verdades del Evangelio.

“Durante los mejores momentos de este recorrido, leí o escuché las Escrituras todos los días”, compartió Heppler. “Algunas de las oraciones y sentimientos más sinceros y reales fueron y todavía se dan en mis caminatas o cuando corro. Eso se ha convertido en un ‘tiempo espiritual’ para mí.”

A medida que aumentaba su cercanía con el Señor, su comportamiento comenzó a cambiar. Comenzó a tener más paciencia con los demás y a disfrutar de las cosas simples de la vida. Él apreciaba aún más el tiempo que pasaba con su esposa, su hijo y su hija.

Y Heppler no fue el único que notó su transformación espiritual.

“Comenzó a confiar en el Señor en todas las cosas”, expresó su hija, Jonaka. “Se convirtió en una llama espiritual. Él da su testimonio todos los días, y puedes sentir que el Espíritu viene de él. Es una de mis mayores inspiraciones.”

A los seis meses, Trent Heppler había perdido 43 kilos y había pasado su meta de los seis meses por 2 kilos. Comenzó a correr distancias aún más largas para prepararse para la maratón que estaba a sólo unos meses de empezar.

Corriendo la maratón

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Con tan sólo un par de meses para la maratón, Trent Heppler comenzó a correr distancias aún más largas, con el plan de aumentar sus distancias de 22 a 37 kilómetros. Y aunque su cuerpo continuaba reduciendo su peso (para entonces había perdido 63 kilos), su espíritu crecía cada vez más.

“Aprendí cosas espirituales mientras corría. Aprendí cosas sobre el Espíritu, el Evangelio de Jesucristo y lo que el Señor requiere de mí, cosas que no habría aprendido de otra manera. Estas lecciones parecían venir a menudo cuando estaba corriendo, empujando físicamente mi cuerpo a sus límites. Esos pensamientos, esas lecciones, esos milagros son algo que ha cambiado mi vida incluso más que perder 63 kilos.”

La maratón estaba a la vuelta de la esquina y Heppler se estaba poniendo nervioso. Pero no iba a correr solo. Sus amigos miembros del barrio también correrían en la maratón. Su esposa, sus hijos, su entrenador personal y amigos estuvieron allí para animarlo. Y como Heppler ahora sabía, el Señor lo estaría apoyando a lo largo de los agotadoras 42 kilómetros.

La mañana de la maratón, se levantó a las 4:30 de la mañana y estuvo en la línea de salida del maratón al amanecer. Al sonido de la pistola de arranque, Heppler empezó a avanza en un grupo de corredores. Se sintió bien durante la primera mitad de la carrera hasta aproximadamente el kilómetro 22. El siguió por 8 kilómetros más, pero nada podría haberlo preparado para el kilómetro 30.

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“Había llegado a mi límite”, compartió. “Tenía mucho dolor y todavía me faltaban casi 12 kilómetros para llegar. Llegué al punto en el que dudé por un segundo que llegaría a la final.”

Después de otro kilómetro, su familia lo acompañó en sus bicicletas para animarlo. Esa fue una bendición. Para entonces, Trent Heppler tenía ampollas, sus músculos le quemaban y casi no tenía energía. Pero él siguió adelante.

Cuando él se acercó a la meta, escuchó a su familia y amigos gritar y gritar su nombre. “Al doblar la última esquina para entrar por el arco en medio de todo ese amor, levanté mis brazos y lloré de alegría, y por un segundo mi dolor desapareció”. Cayó en los brazos de sus amigos y familiares que siempre habían creído en él.

Él lo había logrado.

En solo un año, no sólo había transformado su cuerpo sino también su testimonio. Había cambiado de ser un hombre infeliz e poco saludable a un hijo de Dios seguro y más fuerte. En lugar de ser el “amigo gordo”, ahora disfruta de los roles de esposo, padre, hermano y amigo. Y cuando siente que vuelve a caer en sus viejas costumbres, recuerda que el poder para cambiar, y de permanecer en ese cambio, provienen de una fuente superior.

“Sepan que tienen el poder interno para cambiar sus vidas para mejor, para enfrentar lo que lo detienes. Yo les ago la pregunta, ¿de dónde viene ese poder? La respuesta es de Jesucristo. Aprendiendo de Él, siguiéndolo y amándolo. Este tipo de transformación será diferente a todo lo que crean posible.”

Este artículo  fue originalmente por Jenny Spencer Hunt y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “How I Lost 140 Pounds by Relying on the Lord

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