Por Danielle Beckstrom
Sexualidad. Es una palabra que no abordamos de frente en la cultura mormona muy seguido, pero he encontrado que es una parte importante para comprender y vivir el evangelio plenamente.
A los noticieros, bloggers y a otros influyentes medios sociales les encanta publicar historias sobre “Los mormones” y sus reglas rígidas que han dado lugar a una epidemia de fanáticos reprimidos sexualmente.
Aunque este estereotipo está de moda no es verdad. En mi vida personal, me he dado cuenta que el esforzarme por vivir el Evangelio al máximo, ha aumentado mi sexualidad y la edificación de mis sentimientos de autoestima y de valor.
¿Por qué estoy escribiendo esto?
En primer lugar, no soy una experta con un doctorado en sexualidad. Todo lo que puedo compartir es lo que he aprendido de mi experiencia personal.
Yo no crecí siendo una de esas chicas que estaba muy consciente del crecimiento del sexo opuesto. Yo era una de ese tipo de chica que corría y le gustaba patear la pelota, yo no era de ese tipo de chica que andaba tratando de besar a un chico. Yo era una soñadora a quien le gustaba hacer cosas de niños y que normalmente sólo pensaba en deportes o versos de poesía, y no en chicos. Sin embargo, eso no me impidió desarrollar mi sexualidad a mi manera, como todo el mundo.
Realmente nunca pensé mucho en el sexo.
Al menos no hasta que empecé a viajar y hacer amigos que no eran Santos de los Últimos Días. Cada vez que sacaba la tarjeta “soy mormona” con nuevos amigos que no eran de la Iglesia, siempre me preguntaban, a veces de frente o a veces un poco avergonzados o dándole mucha vuelta al asunto: “¿Es verdad que los mormones piensan que sólo se puede tener sexo hasta después de casarse?”
La primera vez que alguien me preguntó eso, respondí sin vergüenza y rápidamente que ¡sí!
Pero entonces la pregunta que seguía después de esa me caía como un balde de agua fría: “¿y no es difícil? Otras preguntas eran: “¿por qué?” o “¿no es limitante sólo tener relaciones sexuales con una sola persona ?”o “¿cómo sabes que son compatibles físicamente?”
Las primeras veces que me hicieron estas preguntas, no sabía que responder. Toda mi vida mis padres, mis líderes de la Iglesia, y mis experiencias personales me habían enseñado que la pureza sexual es esencial para mi salud y felicidad. Era parte de mi identidad que había subestimado. ¿Cómo podría explicar algo tan básico de mi identidad? ¿cómo explicaba que era algo que sentía pero nunca había reconocido conscientemente?
Usaba nerviosamente algunas respuestas básicas de la Escuela Dominical, pero me daba cuenta que no convencía a nadie, ni siquiera a mí misma. Yo no entendía por qué para ellos era tan difícil entender, ya que nunca había sido difícil para mí.
Aprendí a las malas
Y luego, como muchas cosas en la vida, todo cambió. Y todo comenzó con un chico. De pronto, la amante del fútbol, la soñadora despierta, la chica independiente que le gustaba hacer cosas de chicos no sabía lo que estaba hablando. De repente, tuvo que morderse la lengua y admitir que no sabía todo.
Empecé a enamorarme de este chico de una manera que puso mi vida al revés, aunque hacía mi vida más clara y maravillosamente más vivaz. Yo no lo amaba de una manera platónica pero si de una manera muy emocionante, frustrante, agotadora, y de una manera que valía la pena. Lo amaba, y todavía lo amo completamente, de todas las maneras posibles.
De repente, yo anhelaba estar con él. De repente empecé a notar ese lado de mí que había estado desarrollándose sin darme cuenta. De repente tenía que admitir que mis amigos tenían razón.
La pureza sexual es difícil, muy difícil.
De hecho, yo diría que es lo más difícil y lo más confuso que todos los seres humanos tienen que enfrentar en el punto más difícil y más confuso de sus vidas.
Una vez que, finalmente llegué a este nivel de entendimiento, me di cuenta que sentir simplemente que la pureza sexual era importante no era suficiente. Con tantos otros sentimientos y emociones abrumadores y eufóricos añadidos a mi pérdida crónica de sueño, ya no podía confiar más en mis sentimientos.
Tenía que saber. Tenía que obtener y ganar mi propio testimonio. Y después de orar y estudiar las Escrituras y de despedidas dolorosas, llegué a encontrar la respuesta a todas las preguntas de mis amigos, respuestas tan simples, que son parte de nuestra naturaleza eterna y a la vez tan divinamente hermosas, simplemente yo no podía imaginarme vivir de otra manera.
Lo que aprendí finalmente.
Me di cuenta de que la sexualidad y la espiritualidad no son fuerzas opuestas. La sexualidad no es algo que debemos erradicar o esconder en la vergüenza. Es una cosa exquisita, sagrada, es algo que mejora nuestra espiritualidad si la tratamos con el debido respeto y reverencia.
Con este nuevo descubierto, con esta perspectiva más profunda, ¿todavía es difícil mantenerse sexualmente puro? ¡Por supuesto! Pero todo lo que vale la pena en la vida requiere de paciencia y trabajo. De eso está compuesto su valor, de todo lo que estamos dispuestos a pagar. Y ahora sé que lo que puedo ganar es mucho más valioso que cualquier placer temporal o sensual.
Mi sexualidad no ha sido mal guiada, reprimida o sofocada por el mormonismo o las verdades del Evangelio que he aprendido. En realidad, mi espiritualidad y mi sexualidad han crecido de la misma manera conforme he aprendido más acerca de la divinidad y el potencial dentro de mí.
Y aquí explico algunas simples maneras de cómo vivir el Evangelio beneficia mi sexualidad.
- Despeja la confusión.
¿Sabías que los seres humanos son los únicos animales que alcanzan la madurez sexual mucho antes de alcanzar la madurez intelectual? Antes de condenar esto como un defecto dentro de nuestra naturaleza, consideremos tal vez el propósito detrás de este tipo de desarrollo. En primer lugar, los seres humanos tienen cerebros increíblemente complejos, por lo que debemos estar agradecidos por el casi cuarto de siglo que tenemos para desarrollar nuestros cerebros, junto con nuestras identidades y personalidades.
En segundo lugar, esto nos da la oportunidad de aprender a dominar plenamente nuestra naturaleza física. Si queremos llegar a ser como Dios y aprender a dominar la creación física, ¿cómo podemos esperar hacer eso sin antes tener autodominio? La belleza de vivir el evangelio es que durante este tiempo confuso, nunca tenemos que adivinar los cambios dentro de nosotros, nosotros entendemos que son maravillosos y deseables impulsos.
El Presidente Packer dijo:
“El poder de la procreación no es una parte incidental del plan; es el plan de felicidad; es la clave de la felicidad. El deseo de aparearse en la humanidad es constante y muy fuerte. Nuestra felicidad en la vida mortal, nuestra alegría y exaltación dependen de cómo respondemos a estos deseos físicos convincentes persistentes. A medida que el poder procreador madura en los hombres y mujeres, se producen sentimientos muy personales, de forma natural, a diferencia de cualquier otra experiencia física”.
Tener relaciones sexuales hasta después del matrimonio, nos permite tener la madurez y comprensión para entender el significado de lo que estamos haciendo y para mantener el Espíritu con nosotros. De esta forma, nuestra sexualidad y experiencias con la intimidad física aumentan, porque la medidas de la sexualidad no es un número. Es el significado en nuestras vidas. Hoy en día mucha gente toma la sexualidad a la ligera, pero los mormones la entienden de una manera superior y eterna.
- Proporciona estabilidad.
A medida que crecemos, desarrollamos una identidad estable y una madurez emocional que nos permite tener relaciones sexuales sin perder una parte de lo que somos. Tenemos la perspectiva de darnos cuenta que nuestro sentido de autoestima no depende de nuestra apariencia física, nuestra sensualidad, o nuestro desempeño sexual. Al contrario, se basa en algo sólido y eterno que es nuestra identidad como hijos de Dios. Cuando somos capaces de comprender eso de nosotros mismos, el sexo no se convierte en una manera egoísta para probar o agradarnos a nosotros mismos, se convierte en un acto desinteresado que nos permite conectarnos con otra persona en un nivel que redefine completamente la comprensión moderna de la sexualidad.
Una gran parte de la sexualidad es la exploración de nuestro género y las posibilidades que crea la identidad. La luz del evangelio provee entendimiento sobre nuestro género y cómo se relaciona con la eternidad, una comprensión que proporciona estabilidad y claridad en un mundo que ahora está tan lleno de zonas grises y definiciones confusas que son políticamente correctas.
Como dice en “La Familia: Una proclamación para el mundo”:
“TODOS LOS SERES HUMANOS, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o el ser mujer es una característica esencial de la identidad y del propósito premortales, mortales y eternos de la persona”.
Con ese entendimiento de nuestra divinidad y nuestras perspectivas eternas, podemos avanzar seguros en nosotros mismos, si es que ya no nos sentimos seguros en nosotros mismos, podemos avanzar seguros de lo que podemos llegar a ser y lo que nuestro Padre Celestial ve en nosotros. Y ese conocimiento puede ayudar a proporcionar claridad cuando nos bombardean con confusos medios de comunicación y hormonas que nos nublan la mente.
- Construye relaciones románticas más completas.
Esperar hasta que seamos lo suficientemente maduros como para comprender la naturaleza de nuestra propia divinidad no es suficiente. Comprometiéndonos a una persona no es suficiente. Como Santos de los Últimos Días, tenemos la bendición de tener la mayor estabilidad del matrimonio eterno antes de experimentar intimidad física, ese eterno pacto que se extiende por el tiempo, la muerte, la distancia, e incluso mundos.
El élder Holland dijo:
“Tal acto de amor entre un hombre y una mujer es, o sin duda fue ordenado para ser un símbolo de la completa unión: unión de sus corazones, esperanzas, vidas, amor, familia, futuro, todo. . . . Sin embargo, esa unión total, ese compromiso inquebrantable entre un hombre y una mujer, sólo se obtiene por medio de la proximidad y la permanencia que proporciona el convenio matrimonial, con promesas solemnes y la consagración de todo lo que poseen: el corazón y la mente mismos, todos sus días y todos sus sueños”.
La intimidad sexual es una de las experiencias más vulnerables de los seres humanos, pero con esas experiencias viene oportunidades emocionantes y bellas. Es un acto de compartir nuestro ser completo, no sólo físicamente, sino emocionalmente y espiritualmente. Aquellos que tratan el sexo a la ligera se pierden las oportunidades completas que puede proporcionar para el fortalecimiento de las relaciones. Muchas veces, ellos se resguardan para tratar de protegerse del dolor que puede ocurrir con el rechazo. No se dan a sí mismos plenamente, por lo que no pueden experimentar el sexo por completo.
Al esperar el momento adecuado, el lugar adecuado, y la persona adecuada, los Santos de los Últimos Días no sólo tienen la protección y la paz que los convenios ofrecen, también tienen el don mayor del Espíritu, algo que puede ayudar a intensificar la unión emocional y espiritual entre marido y mujer.
Y toda esta experiencia eterna entre esposo y esposa los convierte en la expresión más romántica posible del amor. ¡Qué afortunados somos de poder obtener un final feliz y compartirlo totalmente y exclusivamente con nuestro verdadero amor!
- Se da nueva dimensión a la sexualidad.
Como mormones entendemos la sexualidad de una manera más completa. Entendemos que el sexo acerca a los hombres y mujeres el uno al otro, incluso, los acerca a Dios. Entendemos la intimidad sexual como algo más que la unidad carnal necesaria para llevar a cabo la especie humana. Entendemos que la intimidad física es un eterno principio.
A través de nuestros convenios y nuestra capacidad de crear vida, este acto nos acerca a nuestro Padre Celestial.
El Élder Holland, una vez más nos instruye diciéndonos:
“La intimidad física no es solamente una unión simbólica entre marido y mujer -la unión misma de SUS almas-sino que también es una unión simbólica entre mortales y nuestro Padre Celestial, diferente entre los seres humanos normales y falibles uniéndose por un momento raro y especial con Dios mismo y todos los poderes por el que da la vida en este gran universo nuestro”.
- Trae poder celestial.
Trabajando en conjunto con su capacidad para acercarnos a Dios es la forma en que la intimidad sexual nos permite, en un pequeño grado, participar en la capacidad de Dios para crear. En su deseo de enseñarnos a ser más como Él, nuestro Padre Celestial nos ha bendecido con la oportunidad de ser padres y madres.
Una vez más, acudo a la sabiduría del élder Holland:
“No conozco prácticamente ningún otro privilegio divino de manera rutinaria dado a todos nosotros, hombres o mujeres, ordenados o no ordenados, miembro de la Iglesia o no miembro de la Iglesia-que el poder milagroso y majestuoso de transmitir la vida, lo indescriptible, insondable , la energía ininterrumpida de la procreación. . . .
Y les digo que ustedes nunca va a ser más como Dios en cualquier otro momento en esta vida que cuando estén expresando este poder en particular. De todos los títulos que ha elegido para sí mismo, Padre es el que él declara, y la Creación es su consigna, en especial la creación humana, la creación a su imagen. . . . La vida humana, que es el más grande de los poderes de Dios, la química más misteriosa y magnífica de todas, y ustedes y yo la tenemos, pero bajo las más serias y sagradas restricciones. Ustedes y yo que no podemos crear montes ni la luna, ni una sola gota de lluvia ni una sola rosa-sin embargo, tenemos este mayor regalo de una manera absolutamente ilimitada. Y el único control colocado en nosotros es el autodominio, el autodominio que nace del respeto por el poder sacramental divino que es”.
Y ¿por qué es importante?
La sexualidad es algo bueno. Es un don divino y eterno que se nos ha dado. Y debido a eso, no es algo de lo que debemos huir, sentirnos avergonzados, o tener miedo. Sin embargo, es algo que debemos tratar con el carácter sagrado y la reverencia que se merece. Al mismo tiempo, los Santos de los Últimos Días pueden respetar el hecho de que otras personas tienen la libertad de vivir sus vidas y establecer su sexualidad como mejor les parezca. Pero esto nunca debería impedirnos compartir las verdades que conocemos.
Espero que en el futuro, cuando alguien te haga una pregunta similar a las que me hicieron a mí por tantos años, no tengas miedo de compartir tu testimonio. No tengas miedo de mostrar cómo el evangelio realmente aumenta nuestra espiritualidad tanto como nuestra sexualidad, y en todas las formas posibles.
Fuente original: ldsliving.com