Craig Fisher tenía solo cinco años cuando su amado padre murió por una insuficiencia cardíaca. Fue un golpe que afectaría la fe de Craig durante décadas.
Él se preguntaba repetidas veces: “Si hay un Dios, ¿cómo es que pudo quitarle su persona favorita a un niño de cinco años?”.
A medida que avanzaba hacia la adultez, el dolor y la tragedia que Craig presenció como un personal de respuesta a emergencias lo distanciaron aún más de creer en la existencia de un amoroso Padre Celestial. Sin embargo, un paciente en particular, le prometió a Craig que algún día encontraría respuestas a sus inquietantes preguntas.
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Habían pasado casi 45 años desde la muerte del padre de Craig, y cuando Craig perdió su empleo en Pennsylvania teniendo a una familia que mantener, las respuestas que esperaba de los cielos aún no estaban a la vista.
En busca de un nuevo trabajo y un nuevo comienzo, a fines de septiembre de 2019, Craig viajó por varios estados para visitar a la hermana de su esposa, Missy, conversa de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y su esposo Glen.
Missy y Glen invitaron a Craig a ver con ellos la sesión del sábado por la mañana de la Conferencia General de la Iglesia en octubre. Craig aceptó y se vio sorprendido cuando el presidente de la Iglesia, Russell M. Nelson empezó a discursar.
“¿Cuántos años tiene ese hombre?” preguntó.
Craig se sorprendió más cuando supo que la presencia de la Iglesia le correspondía a un hombre de 95 años. Craig quedó aún más intrigado cuando Missy y Glen sostuvieron a ese hombre como un profeta de Dios.
De hecho, Craig quedó tan interesado que después de que terminó la sesión de la Conferencia, investigó un poco y descubrió que Russell M. Nelson había sido un cirujano que había sido una pieza clave para el desarrollo de la máquina corazón-pulmón, una máquina que abrió las puertas a innumerables operaciones que salvarían y prolongarían la vida de muchos.
Descubrió que se colocó una máquina de corazón y pulmón en Filadelfia, Pensilvania. Esta máquina se empleó en una cirugía realizada en el corazón gravemente dañado de un hombre de 42 años llamado Claude, que había contraído fiebre reumática cuando era niño.
La vida de Claude se extendió por diez años, el tiempo suficiente para que tenga un hijo llamado Craig.
Cuando Craig ató los cabos, hizo algo que rara vez había hecho como un empleado de respuesta a emergencias, él comenzó a llorar.
Por primera vez, vio a un Dios que no le había robado un padre a un niño de cinco años; por el contrario, Craig vio a un Dios que había preservado la vida de su padre el tiempo suficiente como para darle la vida.
¿Qué mejor persona para preservar la vida de un hombre que el hombre que se convertiría en el profeta de Dios?
Mientras Craig miraba las sesiones adicionales de la Conferencia, surgió otro pensamiento en su mente. Si Dios había obrado a través de Russell M. Nelson para preservar la vida del padre de Craig, ¿sería posible que Dios pudiera salvar la vida de otros niños a través del trabajo que hacía Craig como socorrista?
“Sí”, pensó Craig, “sí, ¡lo es!”.
Asombrado por su cambio de opinión y perspectiva, Craig tomo la decisión de asistir a la Iglesia, aunque Missy y Glen estaban fuera del estado. Craig fue a la Iglesia y compartió su experiencia ante la congregación el domingo de ayuno y testimonio.
Fue invitado a quedarse a la reunión del Quórum de élderes, donde el líder de la clase anunció que harían algo inusual ese día, analizarían y conversarían sobre el reciente discurso del presidente Nelson en el devocional de la Universidad de Brigham Young.
En ese discurso, el presidente Nelson habló sobre el papel que la revelación había desempeñado en su rol como cirujano cardiotorácico. Craig quedó nuevamente impresionado con la idea de que Dios podía comunicarse con Sus hijos.
Craig tuvo varias charlas con los misioneros y se maravilló de los cambios que estaba experimentando.
Después de cenar con un amigo del barrio al que asistía, Craig dijo: “Me gustaría que hubiera una manera de poder agradecerle al presidente Nelson por ayudado a salvarle la vida de mi padre y por darme la oportunidad de vivir”. El amigo le respondió: “Craig, si es así como te sientes, tómate un tiempo, escribe tu historia y veremos que sucede”. Craig lo hizo así.
La nota de agradecimiento llegó al presidente Nelson y, a fines de octubre, con una fecha de bautismo fijada, Craig estaba con los misioneros cuando llamaron a su puerta. Era el amigo de Craig con una carta. El amigo le pidió a Craig que leyera el nombre del remitente y Craig lo hizo.
Los ojos de los misioneros se abrieron, al igual que los de los miembros de su familia, Missy y Glen. El amigo preguntó en broma a los misioneros: “¿no reciben todos sus investigadores una carta del presidente Nelson?”
La alegría brotó, al igual que las lágrimas de los presentes. El contenido de la carta fue algo personal, entre Craig y el hombre que ahora Dios tiene por profeta.
El bautismo de Craig en noviembre de 2019 fue hermoso. Su barrio no perdió tiempo en poner a Craig a trabajar en la obra, pidiéndole que participara en el comité de la Fiesta de Navidad del Barrio, una fiesta que Craig realizó con entusiasmo, entre risas y bromas.
La Navidad número cincuenta de Craig fue inolvidable. Casi 45 años después de la muerte de su padre terrenal, Craig encontró a su Padre Celestial.
Este artículo fue escrito originalmente por Craig S. Fisher y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “A Letter from the Prophet to a (Former) Unbeliever”