Cada semana se nos extienden oportunidades para adorar a Cristo mediante discursos en la reunión dominical, oraciones y hasta la entonación de himnos.
Aunque normalmente son los miembros jóvenes y adultos quienes reciben estas participaciones, los niños también tienen ese privilegio.
Isaiah, de solo 9 años, compartió su experiencia dirigiendo una reciente devocional de la Primaria en Salt Lake City. Como parte de la preparación, Isaiah, junto a otros niños de la Primaria y bajo la guía de sus líderes, escogieron el tema, los himnos, las oraciones y hasta el refrigerio.
“Llegamos a estar agradecidos de que Dios nos enseñara a enseñar, predicar y amarnos unos a otros”, mencionó Isaiah sobre la experiencia.
Este suceso nos invita a considerar el gran impacto de la fe de los pequeños, quienes también reciben poder para enseñar mediante el Espíritu.
Los niños no son solo espectadores
La Presidencia General de la Primaria nos ha recordado que el papel de los niños es mucho más grande y significativo que el de ser un público pasivo durante las reuniones. De hecho, tal como indica el Manual General (29.6):
“Cualquier miembro de la Iglesia bautizado puede ofrecer la primera o la última oración”.
Esa norma también se aplica a los niños bautizados, quienes, luego de ser confirmados, son miembros plenos de la Iglesia de Jesucristo. Por ende, ellos también pueden recibir oportunidades para enseñar y ministrar a los demás miembros.
Pequeños corazones, grandes testimonios
El Elder Jeffrey R. Holland reconoció la gran influencia que aportan los dulces corazones de los niños. Él expresó:
“¿Hay algo más dulce, más puro y más humilde que un niño orando? Es como si el cielo estuviera en la habitación”.
Tal como lo describió Élder Holland en su cita, niños en diferentes lugares están compartiendo su poderoso testimonio de Cristo a través de participaciones en sus barrios.
Wyatt, de 10 años, fue invitado a ofrecer la primera oración en la sesión general de la conferencia de su estaca y, a pesar de los nervios, aceptó con gusto.
Por otro lado, en un devocional en California, se presenció a niños de ocho estacas dirigiendo el programa. Al reflexionar sobre la singularidad de la escena, el director de comunicaciones de esa área, Danny Wells, hizo eco de la historia de Ammarón y el pequeño Mormón.
“Veo que eres un niño sensato, y presto para observar (Mormón 1:2). Si les damos [a los niños] la oportunidad de participar, pueden actuar”, Wells añadió.
Un llamado a las familias y líderes
El obispo Christian V. Taylor reconoció una gran diferencia en su barrio a medida que se invita a los niños a participar.
“Cuando se acercan y se pueden ver sus notas escritas a mano, hay algo dulce en ello, y hay una mayor reverencia y una creciente confianza que hemos visto en cada uno de ellos”, comentó el obispo Taylor.
El Salvador, en el Nuevo Testamento, enseñó que los niños vengan a Él. Esa enseñanza también incluye un llamado a las familias y líderes para brindar a los niños un lugar activo en la adoración a fin de que lleguen a conocer a Cristo mediante experiencias espirituales.
Fuente: Church News
