Cuando valoramos nuestra membresía y los convenios que hacemos en la Iglesia del Señor, puede ser doloroso ver como las personas que amamos deciden dejar atrás todo eso. Podemos sentirnos heridos y dejar que ese dolor dicte nuestro comportamiento.
Esto solo abre una brecha en nuestras relaciones con los demás. Es por eso que aquí te compartimos cuatro maneras de ayudar a tus seres queridos mientras te aferras firmemente a la esperanza de que un día regresarán a la senda del convenio.
Ten una relación sincera con ellos
Se ha dicho que a las personas no les importa cuánto sabes hasta que saben cuánto les importas. Todos los testimonios del mundo no sirven de nada si tus seres queridos no saben que los amas.
Mucho antes de predicar, corregir o cambiar su forma de pensar, debes amarlos sin intenciones ocultas, con amor sincero. Esto significa que tu amor no puede depender de si regresan o no a la actividad de la Iglesia.
Si tu amor es solo una táctica para hacer que regresen, entonces no es amor en absoluto. Ámalos incluso en la situación donde se encuentran.
Cuando se le preguntó cómo debe tratar una persona a sus seres queridos que han dejado la Iglesia, el presidente M. Russell Ballard enseñó:
“¡Mi respuesta es, por favor, no les prediquen! Sus familiares o amigos ya conocen las enseñanzas de la Iglesia. ¡No necesitan otro sermón!
Lo que necesitan, lo que todos necesitamos, es amor y comprensión, no que los juzguen. Compartan las experiencias positivas que han tenido al vivir el evangelio.
Lo más poderoso que pueden hacer es compartir sus experiencias espirituales con familiares y amigos. Asimismo, deben estar genuinamente interesados en sus vidas, sus éxitos y sus desafíos. Siempre sean amorosos, bondadosos, afectivos y amables”.
Ora por ellos
En 3 Nefi 18:21 aprendemos:
“Orad al Padre en vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean bendecidos vuestras esposas y vuestros hijos”.
Las oraciones de los fieles han salvado vidas y liberado prisioneros (Hechos 12:5), apaciguado la fosa de los leones (Daniel 6:10) y ablandado los corazones de los más viles pecadores (Mosíah 27:14).
No es algo que hacemos cuando no tenemos nada más que hacer. Es nuestra primera línea de defensa contra el adversario y la mayor fortaleza que tenemos. Nunca subestimes el poder de la oración.
Sigue incluyéndolos
Su estilo de vida puede ser diferente a lo que alguna vez fue, sin embargo, puedes incluir e invitar a tus seres queridos sin importar sus creencias.
Suponiendo que sea seguro tenerlos cerca (esto se aplica a todas las personas: miembros, no miembros, activos, menos activos), asegúrate de que sepan que son bienvenidos.
No tienes que cambiar tus estándares para reflejar los de ellos, debes tratarlos como normalmente lo harías. Siguen siendo las mismas personas solo que con ideas diferentes.
Un artículo publicado por la Iglesia enseña lo siguiente:
“Una buena regla cuando hay debates sobre la Iglesia es suponer que, independientemente de lo que se esté dialogando, alguien en el grupo lo ha experimentado, lo está experimentando o lo experimentará, o tienen un ser querido que está pasando por ello”.
Esto nos ayuda a ser más comprensivos en la forma en que nos comunicamos.
Dale tus preocupaciones al Salvador
Merrilee Browne Boyack escribió:
“Mi propia madre ayunó y oró durante años y años para que sus hijos se mantuvieran fieles. Una noche oró con lágrimas de desconsuelo, rogando al Señor que salvara a sus seres queridos….
Mi madre llegó a darse cuenta de algo en ese momento. Ella no había confiado en Dios. Había estado tan asustada, tan desesperada, que no había tenido fe en que Dios conocía bien a Sus hijos y los amaba mucho y que Él los salvaría si se lo permitía.
Este entendimiento le permitió enfocarse en ser madre y poner la carga de “salvar” a los pies del Salvador”.
Debemos compartir y testificar cuando el Espíritu nos lo indique, pero lo más importante, debemos ser la madre, el padre, la hermana, la tía, el hermano y el amigo que debemos ser y ejercer fe en que Cristo está haciendo lo que ha sido llamado a hacer.
Puede ser doloroso ver a tus seres queridos elegir alejarse de la senda del convenio, sin embargo, debes recordar que aunque puedan deambular, no están perdidos para Dios y su historia no ha terminado.
Deja que el amor de Cristo sea tu estrella guía. Con Él al lado, no fallarás.
Fuente: LdsDaily