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CAPÍTULO 3
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3. La simplicidad, la complejidad y la era de Internet

El desarrollo de las tres etapas que hemos visto, desde la simplicidad temprana hasta la complejidad, luego hasta la simplicidad madura más allá de la complejidad, se aplica a muchos aspectos del crecimiento personal. Pero, por ahora, solo la aplicaremos a las dudas con respecto a la Iglesia, en la era de Internet.

Esta es una historia real sobre un amigo al que llamaremos Matías. Después de su misión y su matrimonio en el templo, Matías formó una familia y, con el tiempo, se convirtió en obispo. Más tarde, nos enteramos de que Matías estaba luchando con una serie de dudas y decepción porque encontró información en Internet que, según él, saboteó su fe religiosa.

Cuando alguien le preguntó qué pasó, Matías dijo que durante años, como miembro y líder de la Iglesia, había estado viviendo en una burbuja y se sentía feliz. Luego, algunos de sus amigos de la Iglesia acudieron a él para obtener respuestas a las preguntas que encontraron en Internet. Dijo que muchos de los temas eran nuevos para él, por ejemplo, la forma en que José Smith tradujo el Libro de Mormón y el Libro de Abraham, ¿por qué a los negros africanos no se les otorgó el sacerdocio hasta 1978? y ¿realmente José Smith practicó la poligamia?

El problema de Matías no tuvo que ver con lo que sucedió en cada ejemplo, una vez que se enteró de los detalles. Más bien, se sentía traicionado por no haber sabido antes sobre estos asuntos.

Debido a que conocíamos y nos preocupábamos mucho por Matías, nos cuestionamos cómo estas dudas pudieron haberlo sorprendido. Nuestra experiencia fue distinta a la suya. Nos topamos con esas preguntas, muchos años antes, cuando estudiábamos en la universidad, no porque estuviéramos hurgando en armarios históricos y secretos, sino porque nosotros y nuestros amigos hablábamos sobre estos temas en un ambiente abierto de fe cuando surgían. En los salones de clase de la Iglesia, en los que nos hemos sentado desde entonces, no se han ocultado estos temas, ni se ha desalentado la discusión de los mismos, aunque reconocemos que tal vez ésta no fue la experiencia de todos. ¿Recuerdas cuando Matías dijo que antes de que estas preguntas llamaran su atención, vivía en una burbuja y se sentía muy feliz? Esa es una descripción acertada de la simplicidad de la primera etapa. Holly, que era tan activa en la Iglesia que actuaba de manera automática, al principio vivía en la misma burbuja. Luego, Matías y Holly sintieron que el impacto de toparse con la complejidad de la segunda etapa se sintió como un terremoto que cambió por completo la carga de la prueba en sus mentes sobre la Iglesia. Casi sin darse cuenta de lo que estaban haciendo, comenzaron a suponer que la Iglesia simplemente estaba equivocada hasta que pudiera demostrar que tenía razón. Las historias de Holly y Matías son instructivas. Nos dicen que en estos tiempos de Internet y la Iglesia internacional, debemos hacer un mejor trabajo al introducir a nuestros hijos, jóvenes, nuevos conversos y otros al proceso de aprender a lidiar productivamente con la complejidad.

Durante las últimas décadas de crecimiento internacional, la Iglesia ha tenido que simplificar su plan de estudios, revistas y otros materiales con la finalidad de que los miembros inexpertos de la Iglesia, en muchas culturas, puedan entenderlos. Debido a que ese enfoque puede limitar la disponibilidad de información más avanzada, muchas personas se alegraron en 1992 cuando la Empresa Macmillan, reconocida a nivel mundial, publicó con BYU The Encyclopedia of Mormonism.

Esta obra de cuatro volúmenes contiene una serie de artículos minuciosos y entretenidos de escritores calificados de la Iglesia sobre todos los temas que mencionaron Matías y muchas otras personas. Desde entonces, esta enciclopedia ha estado disponible en Internet y en otros lugares. Además, el acceso a los documentos originales de la Iglesia nunca había estado tan disponible que en los últimos años, como lo demuestran las publicaciones en desarrollo del enorme proyecto patrocinado por la Iglesia, Joseph Smith Papers, que comenzó en 2008.

Los “Ensayos sobre Temas del Evangelio”, que se publicaron de manera más reciente en lds.org son más visibles que Encyclopedia of Mormonism. Asimismo, reflejan investigaciones más recientes y proporcionan un material de referencia adicional y extenso. Esperemos que estos ensayos ayuden a las personas a percatarse de aquello que Matías lamentablemente no vio. En el mundo de hoy, esa mayor visibilidad también envía un mensaje sobre el valor de tener mentes y corazones dispuestos según una postura preparada, que es tan sabia como una serpiente y sencilla como una paloma (véase Mateo 10:16).

Dichos recursos pueden ayudarnos a avanzar a través de la complejidad hasta la simplicidad madura. En ese punto, no solo somos optimistas ni pesimistas. Somos fieles de mentalidad abierta que sabemos que la historia y la vida no siempre son claras y ordenadas, pero deseamos seguir aprendiendo y mejorar la situación, no solo criticarla. A continuación, mencionaremos cuatro sugerencias que podrían ayudarnos a ir más allá de la agitación de la complejidad hasta la calma de la simplicidad moderada.

Primera sugerencia: Las preguntas de fe son valiosas. Tener una mente curiosa es un camino hacia la comprensión y el crecimiento. Sin embargo, es posible que haya algunas personas que supongan erróneamente que la cultura de la Iglesia desaprueba a las personas que se hacen preguntas. Entonces, cuando tenemos preguntas sinceras, algunos de nosotros podríamos sentir que no tenemos fe o, incluso, que somos culpables. ¿Está mal hacerse preguntas o, incluso, divagar? No lo creemos así. La Iglesia no se autodestruye bajo cuestionamiento ni escrutinio. Por el contrario, buscar respuestas y una comprensión más profunda realmente puede ayudarnos a crecer.

Según dijo J.R.R. Tolkien, “no todos los que andan errantes están perdidos”.8 Así que demos la bienvenida a las preguntas y a las personas que hacen preguntas.

¿Recuerdas cuando Matías dijo que había estado viviendo feliz en una burbuja? Si fue de ese modo, no fue porque la Iglesia impuso conscientemente esa mentalidad para mantenerlo en la oscuridad. Es posible que su burbuja no haya sido más complicada que la perspectiva inocente de la primera etapa, no darse cuenta de que la vida tiene más colores que el blanco y negro. Las buenas preguntas nos ayudan a pasar al ámbito más realista de la complejidad de la segunda etapa, en la que podemos ver la vida en colores vivos, con ricos significados que, a veces, debemos buscar para descubrir.

Sin embargo, al entrar a la segunda etapa, es bueno recordar que convertirse en el titubeante Tomás no es el objetivo final del discipulado. Ser realista es mejor que no ver la realidad, pero como hemos visto, una preocupación cegada por la complejidad, puede convertirse fácilmente en un pesimismo rígido que también obstaculiza la búsqueda de la verdad. Como dijo un amigo, no queremos tener una mente tan cerrada que miremos el mundo a través de una aguja, pero tampoco queremos tener una mente tan abierta que se nos caiga el cerebro. Entonces, cuando elegimos adaptarnos a la perspectiva más completa y fiel de la tercera etapa, no permitiremos que los temas que aún no entendemos interfieran con las verdades fundamentales que sí entendemos.

Segunda sugerencia: Se precavido con respecto a los puntos débiles del Internet. Una de las bendiciones más grandes de Internet, que también es una de sus maldiciones, es que proporciona a todos, independientemente de la edad o cualificación, acceso sin reservas a información ilimitada. Esto permite que los blogueros, al extremo de cualquier espectro, parezcan muy calificados para hablar como si fueran expertos. Puedes ver sus nombres en Google, al igual que los verdaderos genios o, en ocasiones, en lugar de los verdaderos genios.

Este acceso sin reservas ofrece grandes ventajas, pero también conlleva a grandes peligros.

Puede requerir mucho esfuerzo verificar la precisión y los motivos de los autores de un sitio web. Además, casi nunca, tenemos un profesor experimentado cerca para responder nuestras preguntas. La falta de filtros responsables y efectivos hace que el Internet sea altamente vulnerable a la mala información y la manipulación. Cuando un amigo estuvo luchando con algo que encontró en línea, le preguntamos si también había leído las obras de académicos de la Iglesia en sitios de confianza. Dijo, “No puedo confiar en esas personas, ya están a favor de la Iglesia”. Respondimos, “¿No crees que los patrocinadores de los sitios web negativos tienen un prejuicio contra la Iglesia?” Prácticamente, todo lo que está en línea refleja la preferencia de alguien—y esas preferencias no serán necesariamente evidentes. Otro riesgo del acceso sin filtro es que los lectores no pueden saber qué reclamos de los críticos ya han sido desacreditados y es poco probable que los patrocinadores de los sitios web negativos se los digan. En realidad, una investigación cuidadosa que realizaron los académicos de la Iglesia respondió meticulosamente a las principales críticas sobre José Smith, Brigham Young, el Libro de Mormón y otros temas. Sería muy irónico si el Internet produjera más víctimas de los críticos ahora, cuando la credibilidad académica de la Iglesia nunca ha sido tan alta.

Al hablar de preferencias, algunos sentimientos de duda e incapacidad de sentir el Espíritu no son causados por problemas intelectuales, sino por problemas de comportamiento. Eso explica la petición de un padre cuando su hijo dejó su casa para ir a la universidad mientras aún tenía inquietudes con respecto a su testimonio. “Mientras continúes con tu búsqueda de fe”, dijo, “por favor, guarda los mandamientos. De lo contrario, te inclinarás por tu búsqueda. Si los afectos de tu corazón están vinculados a los vicios de este mundo, tu subconsciente, tal vez ni siquiera te permita, creer en las virtudes del mundo de Dios”.

Tercera sugerencia: Enfócate en el contenido doctrinal sumamente positivo de la Restauración, en lugar de desviarte con los detalles de cómo José recibió ese contenido. Esa perspectiva general es fundamental para la simplicidad más allá de la complejidad.

Si suponemos que José Smith “tradujo” las Escrituras como lo haría un erudito, entendemos mal su papel como vidente. Él nunca dijo exactamente cómo traducía, pero claramente fue un proceso de revelación. “Principalmente, fue inspiración divina, más que el conocimiento de idiomas [de José], lo que produjo el texto en inglés del Libro de Abraham. Su metodología precisa sigue siendo desconocida”. 9 Eso también es cierto con respecto al Libro de Mormón, que fue traducido “por el don y el poder de Dios” (portada del Libro de Mormón). Sin embargo, José también nos dijo: “Si pudieras echar un vistazo al cielo cinco minutos, sabrías más de lo que podrías al leer todo lo que se haya escrito sobre el tema”. 10

Como Richard Bushman escribió, “A diferencia de los traductores expertos, [José] se remontó más allá de los textos en existencia a las mentes de los profetas y, a través de ellos, a la mente de Dios”. 11 Aparentemente, José tuvo acceso a las fuentes originales de las que provinieron todas las demás escrituras, una ventana a todo el reino celestial—tal vez, la misma ventana por la que vieron Moisés, Nefi y Juan el Revelador. Las doctrinas puras y profundas que encontró ahí, revolucionaron el cristianismo, restauraron la verdadera comprensión de la naturaleza de Dios y nuestra relación con Él; la naturaleza del hombre—pasado, presente y futura; la Caída; la Expiación de Cristo; y, el propósito de la vida. Esta sorprendente base religiosa resuena con una verdad tan clara que habla por sí misma—con tanta claridad que los detalles de cómo el Señor se la entregó a José, incluso si pudiéramos entender esos detalles, son menos importantes que el contenido que recibió”.

Cuarta sugerencia: Cultiva una actitud de mansedumbre. Cuando las confrontaciones abruptas con el realismo sacuden nuestro idealismo, nuestra actitud con respecto a lo que sucedió es más importante que lo que sucedió. El Élder Neal A. Maxwell dijo que dudar “puede ablandar nuestros corazones duros, según [nuestro] suministro de mansedumbre”. 12 Ser manso, ablandar el corazón y abrir la mente, mantiene viva la semilla de la fe.

Cuando permitimos que la adversidad nos endurezca, impedimos que nuestra semilla se siga desarrollando. Pero, si preservamos con mansedumbre, nuestro deseo de creer, la actitud que primero activó nuestro experimento con la palabra, nuestro corazón fiel permitirá que la semilla florezca.

Entonces, cuando las experiencias difíciles nos sacudan, tenemos una opción. Podemos cerrarnos a Dios con amargura o abrirnos a Él con contrición. Al elegir tener un espíritu contrito, llevamos nuestras almas a Dios y le damos algo con qué trabajar. Sin esa humildad, el Señor “no se abrirá” a nosotros y “la felicidad que está preparada para los santos” se “encubrirá [para nosotros] para siempre” (2 Nefi 9:42–43).

Esto es lo que es la mansedumbre, ilustrada en otra historia de misioneros de Alemania. Mi compañero y yo estábamos enseñando a una pareja joven estadounidense, Paul y Wendy Knaupp. Habían leído y creído en el Libro de Mormón y se estaban preparando con ansias para bautizarse. Entonces, la familia de Paul le escribió una carta advirtiéndoles que los mormones eran racistas porque no otorgaban su sacerdocio a los hombres negros africanos. Su familia era sensible en cuanto a ese tema porque la hermana de Paul estaba casada con un buen cristiano de Nigeria. Paul y Wendy se sintieron heridos y traicionados. ¿Por qué nadie les había hablado al respecto? ¿Acaso no sabíamos que Dios trata a todas las personas por igual? Sin embargo, estaban desconcertados, ya que se sentían seguros de que José Smith fue un profeta.

Después de expresar su frustración, me miraron a mí, el compañero mayor. Me quedé sin palabras. Era 1962, nunca había escuchado una discusión seria sobre la raza y el sacerdocio y, mucho menos, una explicación. Sin embargo, de repente, recordé un fragmento de mi último estudio personal de las Escrituras, dije, “Leamos la historia de Pedro y Cornelio en Hechos, capítulo 10”. Aquí leemos que después de siglos de restringir el Evangelio exclusivamente a la casa de Israel, el Señor le reveló a Pedro que era hora de compartir el mensaje del Salvador con el mundo gentil. Este acontecimiento fue un momento decisivo en la historia del cristianismo.

Saber de ese cambio tan importante en la antigua “política de la Iglesia” hizo que fuera razonable pensar que, en algún momento, Él abriría esa puerta aún más. Eso fue lo que hizo en 1978, cuando Él le reveló al Presidente Spencer W. Kimball que era hora de extender las bendiciones del sacerdocio y del templo a todos los hombres dignos como parte del establecimiento de la Iglesia en todo el mundo, por primera vez en la historia.

Paul y Wendy llamaron varios días después para decir que habían orado fervientemente y deseaban que volviéramos. Pronto, se bautizaron y, en los años siguientes, formaron una familia con cinco hijos en el Evangelio. Muchos años después, los Knaupp y nosotros compartimos recuerdos sobre esa noche crucial. Dije que esa experiencia me había enseñado que el Señor les dice a Sus misioneros qué expresar “en el momento preciso” (DyC 100:6). Lo que Wendy principalmente recordaba era que, de alguna manera, después de nuestra visita, la tristeza que habían estado sintiendo poco a poco los abandonó y la luz regresó. Al igual que Nefi, Paul y Wendy sintieron que Dios “ama a sus hijos”, incluso si “no saben el significado de todas las cosas” (1 Nefi 11:17). Eran mansos y estaban lo suficientemente vivos a nivel espiritual como para saber que el Señor los amaba, así que confiaron en Él. No permitirían que lo que aún no entendían se interpusiera en todo lo que ya entendían.

La simplicidad en la parte frontal de la complejidad requiere muy poco de nosotros. Sin embargo, la simplicidad al otro lado de la complejidad requiere todo de nosotros y, es posible, que tengamos que soportar ese costo de múltiples maneras. Por ejemplo, no siempre nos movemos sin contratiempos y con rapidez a través de la complejidad hasta “el otro lado” de la simplicidad. Demasiadas personas quedan atrapadas en la complejidad. Además, debido a que la complejidad es más matizada y realista que la inocente simplicidad, algunas personas brillantes podrían pensar que la mera complejidad está mejor informada, es más sincera y auténtica. Otros, pueden pensar que la complejidad es todo lo que hay, o que no pueden escapar. Otros, están tan perplejos al respecto que regresan a la seguridad de la antigua simplicidad, incluso si se siguen topando con las ilusiones poco realistas que encuentran ahí.

Pero, recuerda lo que dijo Holmes: “Daría mi vida por la simplicidad al otro lado de la complejidad”.

Los Knaupp descubrieron la simplicidad de la tercera etapa al ser receptivos a una explicación meramente convincente cuando no era posible saber más. No tenían una respuesta completa, pero sintieron lo suficiente como para poner su complejidad a los pies del Señor. Su mansedumbre en espíritu de oración les permitió otorgarle el beneficio de la duda.

Nuestra amiga Holly descubrió esa misma simplicidad después de que abandonó la Iglesia, la encontró nuevamente con los ojos frescos y más abiertos. Llegó a conocer la complejidad, con sus conflictos y demandas, pero ahora era lo suficientemente mansa como para sentir que la complejidad por sí sola no es suficiente. La complejidad proporciona la textura, los contrastes y las oposiciones que dan contexto y significado a nuestras decisiones y experiencias. En ese contexto, escuchó el mensaje de la Restauración con nuevos oídos. Luego, probó la simplicidad más allá de la complejidad cuando pronunció esas palabras sencillas pero santas con una nueva voz: “Padre Celestial”.

Descubrimientos como los de Knaupp y Holly no son pequeños. Forman parte del patrón cósmico de Adán y Eva, que abandonaron la simplicidad del Edén por la complejidad que comenzó con el fruto prohibido. Luego, descubrieron poco a poco que debido a sus encuentros con la complejidad, se les abrieron los ojos, y si se arrepentían y recurrían a Dios, podrían asirse al gozo de la simplicidad completa. Entonces, no regresarían a la simplicidad inocente del Edén, sino que ascenderían progresivamente hacia la vida celestial madura.

Debido a la Expiación del Salvador, pudieron aprender de su complejidad sin sentirse abrumados al respecto. En esta vida tendrían gozo y estarían con Él nuevamente. Entonces, comprenderían verdaderamente, por primera vez, la gran simplicidad de estar con Él y uno con el otro, una plenitud de significado que nunca habrían encontrado en la simple inocencia del Edén.

En las palabras de T.S. Eliot, “No dejaremos de explorar/ Y el final de toda nuestra exploración/ Será llegar a donde comenzamos/ Y conoceremos el lugar por primera vez”. 13

A medida que avanzamos a través de nuestras complejidades, si no seguimos adelante al aprender a dar al Señor y Su Iglesia el beneficio de la duda, no pasará mucho tiempo hasta que no estemos dispuestos a seguir el camino de la fe y el sacrificio, el único camino que conduce a la profunda simplicidad de la sabiduría y la luz.

La complejidad es valiosa, incluso esencial. Pero, aquellos que se quedaron atrapados ahí, nunca conocerán el gozo sencillo pero profundo de los Santos. “No recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe” (Éter 12:6; énfasis añadido). Nuestros túneles de incertidumbre, a veces nublados, están ahí para enseñarnos, no solo para atormentarnos. Además, hay luz al final de esos túneles: la Luz y la Vida del mundo.

Notas
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