Esta historia ha sido compartida por un autor anónimo. Por ello, le brindamos todos los créditos y derechos de autor respectivamente.
Nací en una familia muy católica y desde mi niñez fui activo en nuestra iglesia. Servía como acólito en las misas y, eventualmente, me convertí en presidente de los monaguillos de mi congregación.
Mi compromiso con la Iglesia Católica era sólido y juré nunca abandonar mi fe; sin embargo, todo cambió cuando conocí a algunos miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Tenía amigos y familiares que eran miembros de esta Iglesia y, a pesar de nuestras diferencias religiosas, respetábamos nuestras creencias mutuamente. Mi prima, en 2015, incluso trajo a los misioneros para enseñarme sobre su fe, pero en ese momento me negué a escucharlos.
A lo largo de los años, hice amigos que eran miembros de esta Iglesia y siempre fueron amables conmigo, a pesar de mi fuerte compromiso católico.
En 2020, conocí a Teancum Robinson, quien se convirtió en un amigo cercano y casi un hermano para mí. Esta amistad me llevó a conocer a los misioneros de la Misión Bacolod, el élder Almoragie y el élder Agustin, con quienes comencé a conversar y orar todas las noches.
A medida que pasaban los días, empecé a orar para discernir si debía convertirme en miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en lugar de seguir siendo católico.
Cuando finalmente asistí a una reunión de su Iglesia y participé en la santa cena, experimenté una profunda felicidad y paz. Sentí la presencia del Espíritu Santo y mis preocupaciones se disiparon. En ese momento, decidí que era el camino correcto para mí.
Opté por bautizarme y unirme plenamente a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, lo que llenó de alegría a los misioneros y mis amigos de esa Iglesia. El día de mi bautismo, me sentí emocionado y nervioso, pero el apoyo de Teancum y los misioneros me tranquilizó.
Cuando me sumergí en el agua, sentí un alivio inmenso y una sensación de que lo había logrado.
Después del bautismo, mis amigos organizaron una pequeña celebración por el paso y la decisión que había tomado.
Ahora, como miembro de la Iglesia de Jesucristo, estoy comprometido a ayudar a otros a acercarse a Cristo y al Padre Celestial.
Trabajo activamente con los misioneros y he tenido la oportunidad de viajar a distintos lugares para apoyarlos.
Siete meses después de mi bautismo, tuve el honor de realizar mi primer bautismo, una joven que tomó la decisión de unirse a nuestra fe.
Esta experiencia ha sido una de las más significativas de mi vida y comparto mi historia en el nombre de Jesucristo, quien vive y reina con nosotros por siempre. Amén.
Fuente: LDS Daily Scripture Verse