Lo lograste. Hace 18 o 24 meses atrás, iniciaste tu servicio como misionero de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
¡Ya regresaste a casa! De seguro recibiste la bienvenida de tus seres queridos o en tu barrio, jugaste con tu mascota, saliste por las calles de tu ciudad y finalmente te pusiste al día de todo lo sucedido con tus amigos.
Sin embargo, en un par de días o semanas más tarde, ya estás en tu hogar, pero sientes… ¿tristeza?, ¿ansiedad? ¿Tal vez estás preocupado o preocupada porque durante el día no has hecho algo “productivo”?
Probablemente, creías que nada iba a ser esa manera. Debo decirte que lo que sientes es totalmente normal, pero con el paso del tiempo, todo esto cambiará.
Volver a casa
Cuando regreses a tu hogar, verás muchos cambios. No tendrás un compañero o compañera, sentirás soledad, tus horarios cambiarán y tal vez sientas culpa por no levantarte a las 6:30 o por dormir después de las 10:30.
Las aspiraciones que tenías como misionero, serán muy distintas ahora. Retomarás la universidad, el trabajo, los problemas familiares e incluso salir en citas.
Es importante que entiendas que esto es normal, es lo que todo misionero retornado tiene que enfrentar cuando regresa a casa.
Y a pesar de que sea difícil y te sientas abrumado, hay recursos que pueden ayudarte a volver a la realidad.
Adaptarse a la vida en el hogar
En el CCM (Centro de Capacitación Misional), recibes un manual llamado “Adaptación a la vida misional“.
Además de brindar consejos de ayuda para manejar el estrés, este folleto divide las diferentes exigencias que podrías enfrentar en cinco categorías: físicas, emocionales, sociales, intelectuales y espirituales.
Cada sección contiene consejos útiles de las cosas que enfrentabas como misionero y ahora esto te puede ayudar en la transición a la vida en casa.
Como por ejemplo, asegúrate de que te estás ejercitando y viviendo cada vez más saludable, probablemente no estés caminando o manejando bicicleta todos los días, pero tu cuerpo y mente sentirán la diferencia.
Muchos misioneros sufren de ansiedad. Espero que con ayuda del folleto hayas encontrado maneras saludables de afrontarla. No las olvides.
Cuando llegues a casa, deberás encontrar otras maneras manejar esa ansiedad, puedes salir a pasear o escuchar música.
Es probable que no tengas mucho tiempo para estudiar las Escrituras, será de gran ayuda si dedicas unos minutos de cada día a estar de la mano con el Señor.
Finalmente, no olvides buscar consejo de los demás, habla con tus padres, amigos y líderes. Es probable que hayan pasado por lo mismo y deseen ayudarte a ser feliz y tener paz.
Si conoces a un misionero o misionera que ha retornado recientemente, no dudes en compartirle esto, ¡podrá ayudarle!
Fuente: LDS Daily