Usualmente, cuando describimos el estado celestial que nos espera después de la vida terrenal, destacamos la paz, armonía y perfección que reinará entre todos. Un amor puro e incondicional entre los hijos e hijas de un misericordioso Padre Celestial.
Sin embargo, dentro de todo este amor perfecto entre hermanos y hermanas en Cristo, ¿habrá un amor “adicional” o diferente para nuestros cónyuges?
¿Tendremos ganas de besar, abrazar, tomar de la mano e, incluso, de seguir compartiendo intimidad sagrada con nuestro compañero o compañera por las eternidades?
Aunque estas preguntas puedan parecer un poco superficiales, en este artículo exploraremos dimensiones serias de esta creencia: la naturaleza eterna del amor, la importancia de las ordenanzas de sellamiento, las interpretaciones de las Escrituras y los testimonios de los líderes de la Iglesia.
¿Habrá amor romántico en el cielo?
En las enseñanzas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la pregunta de si el amor romántico entre los cónyuges persiste en el cielo se responde con una rotunda afirmación.
Uno de los principios centrales de la Iglesia es la creencia de que el amor no perece. Esta perspectiva está profundamente arraigada en la doctrina de las familias eternas, que afirma que las relaciones que se forman en esta vida no cesan con la muerte.
El élder LeGrand Richards, quien fue miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, expresó este sentimiento de manera conmovedora al referirse a su fallecida esposa:
“Cuando llegue al otro lado, rodearé con mis brazos a mi Ina, y entonces ella será mía para siempre jamás”.
Esta sincera declaración resume la creencia de que los lazos de amor, especialmente los que se nutren dentro del contexto del matrimonio, perduran más allá de la mortalidad.
Una doctrina fundamental en la teología de los Santos de los Últimos Días es la práctica de sellar los matrimonios en los templos.
En ese sentido, este sellamiento no es una mera formalidad; es un convenio que santifica y eleva la relación matrimonial, asegurando que las parejas permanezcan unidas en la otra vida.
¿Qué dicen las Escrituras al respecto?
La importancia de las ordenanzas de sellamiento se enfatiza aún más en la sección 132 de Doctrina y Convenios, que describe los principios que rigen el matrimonio eterno y las relaciones familiares.
La Iglesia enseña que a quienes entran en este convenio se les concede la promesa de estar juntos para siempre, lo que refuerza la creencia de que el amor romántico continuará en el cielo.
Algunos pueden señalar pasajes de las Escrituras, como Mateo 22:30, como evidencia en contra de la existencia de relaciones románticas en la otra vida:
“Porque en la resurrección ni se casan ni se dan en casamiento, sino que son como los ángeles de Dios en el cielo”.
Sin embargo, los líderes Santos de los Últimos Días interpretan que este pasaje de las Escrituras se refiere a quienes carecen de la autoridad para ser sellados por la eternidad. Ya que, quienes son sellados en el templo, permanecerán como cónyuges en la otra vida, preservando así su amor romántico.
El amor: un viaje a la eternidad
El élder Boyd K. Packer, otro líder respetado de la Iglesia y que sirvió como presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, también declaró extensamente sobre el papel del amor romántico en el plan de salvación:
“El amor romántico no solo es parte de la vida, sino que literalmente ejerce una influencia dominante sobre ella. Es profunda y significativamente religiosa. No hay vida abundante sin él. De hecho, el grado más alto del reino celestial es inalcanzable sin él”.
Esta perspectiva resalta el papel integral que juega el amor no solo en la existencia mortal sino también en el viaje eterno.
La Iglesia enseña que el amor y las conexiones que se forjan con la familia y los amigos aumentarán el gozo que se experimenta en el cielo, creando un ambiente rico en amor y compañerismo.
Las ordenanzas de sellamiento que se efectúan en el templo proporcionan un marco para que estas relaciones perduren más allá de la vida terrenal, lo que garantiza que el amor siga floreciendo en el cielo.
Por lo tanto, a medida que navegamos por las complejidades de la vida y las relaciones, esta perspectiva eterna sirve para elevar e inspirar a los creyentes, recordándoles que el amor es un aspecto fundamental de la existencia, tanto en esta vida como en la venidera.
Fuente: Third Hour