En el mundo de hoy, es fácil sentirse desanimado y ansioso por el futuro. Sin embargo, sin importar lo que ocurra a nuestro alrededor, Jesucristo nos dio un poderoso antídoto contra el temor y la incertidumbre: la Santa Cena.
Una seguridad semanal
Durante la Santa Cena, recibimos una increíble promesa de poder espiritual, una que quizás olvidamos que está disponible para nosotros, incluso en los momentos en que más la necesitamos. Recibimos la promesa de que “siempre [podremos] tener su Espíritu con [nosotros]”.
El autor, Gerald N. Lund, explica:
“¿Podemos pensar en otro don más crítico para nuestra felicidad y progreso en este mundo, tanto grandioso como terrible, que tener la promesa de que un miembro de la Deidad será nuestro constante compañero?
Puede que no sepamos cómo es posible, pero lo es. Y eso es lo que hace de este tiempo en el que vivimos un gran día para nosotros”.
Después de recibir el don del Espíritu Santo, tenemos acceso a ayuda, guía y consuelo divinos en cualquier momento.
Ya sea que estemos preocupados por nuestros seres queridos o no sepamos cómo navegar en el mundo de hoy, podemos orar para reconocer al Espíritu y buscar Su influencia aún más en nuestras vidas.
La revelación personal desbloquea la paz
El Salvador sabía que necesitaríamos ayuda y guía divinas, por lo que nos proveyó un Consolador. Como enseñó el presidente Russell M. Nelson:
“En los días futuros, no será posible sobrevivir espiritualmente sin la influencia guiadora, orientadora, consoladora y constante del Espíritu Santo”.
Aunque a menudo nos enfocamos en la capacidad del Espíritu de influir en nuestras emociones, inspirando sentimientos de calidez o seguridad, Él también trae paz a nuestras vidas mediante la revelación personal.
Sheri Dew compartió:
“La revelación personal es un poderoso y persuasivo antídoto contra la incertidumbre y la confusión”.
Si no siempre sientes Su presencia o tienes dificultades para discernir si estás recibiendo revelación, eso no significa que el Espíritu Santo no esté ahí.
Los desafíos de salud mental pueden afectar cómo reconocemos al Espíritu, y la guía divina puede verse o sentirse diferente en varias etapas de nuestra vida.
Como compartió Jenni Turley, trabajadora social clínica licenciada:
“El Espíritu puede hablarnos de diferentes maneras en las diversas etapas de la vida. Quizás la manera en que recibíamos respuestas antes no sea la forma en que recibimos respuestas durante una dificultad en particular”.
Enfrentando el futuro con fe
Sin importar nuestra situación específica, el Espíritu Santo puede ser nuestro compañero constante, bendiciéndonos con las ideas, la guía y el consuelo que necesitamos.
Las Escrituras nos recuerdan que no hay problema demasiado complicado para la ayuda del Espíritu:
“Porque he aquí, os digo otra vez, que si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará todas las cosas que debéis hacer”. ( 2 Nefi 32:5)
Así que, la próxima vez que te sientas preocupado por el futuro o ansioso por tus seres queridos, piensa en la Santa Cena como una oportunidad para llevar tus temores al Señor, recibir consuelo personal y buscar la guía del Espíritu.
Como enseñó recientemente el presidente Russell M. Nelson:
“Lo mejor está por llegar conforme volvamos por completo nuestro corazón y nuestra vida a Jesucristo”.
Fuente: LDS Living
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