El Libro de Abraham, parte de la Perla de Gran Precio, es un texto sagrado para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Sin embargo, siempre ha sido objeto de debate, especialmente por la declaración en su encabezado que afirma que el texto fue “fue escrito de su propia mano en papiro”.
Muchos detractores sostienen que esta afirmación es contradictoria, considerando que los fragmentos de papiros traducidos por José Smith fueron datados entre el tercer siglo a.C. y el primer siglo d.C., miles de años después de la vida de Abraham.
No obstante, al analizar el contexto histórico, lingüístico y textual, surgen explicaciones que desafían estas críticas y posicionan al Libro de Abraham en una perspectiva plausible.
El redescubrimiento de los papiros
Por mucho tiempo, se creyó que los papiros que José Smith utilizó para traducir el Libro de Abraham se habían destruidos en un incendio. Sin embargo, fragmentos fueron redescubiertos en el siglo XX.
Según un material oficial de la Iglesia publicado en julio de 2014 titulado “Translation and Historicity of the Book of Abraham”:
“Los eruditos han determinado que los fragmentos de papiro formaban parte de textos funerarios estándar que se depositaban con cuerpos momificados. Estos fragmentos datan de entre el tercer siglo a. C. y el primer siglo d. C., mucho después de la época en que vivió Abraham”.
Los fragmentos incluyen jeroglíficos que coinciden en secuencia con los caracteres encontrados en los papeles de Kirtland de José Smith, un conjunto de documentos que contienen la Gramática y el Alfabeto del Idioma Egipcio (GAEL, por sus siglas en inglés).
Además, estos fragmentos estaban adheridos a hojas de papel que contenían mapas de la región de Kirtland, Ohio, en el reverso, junto con una declaración jurada de Emma Smith, confirmando que estuvieron bajo la posesión de José Smith.
“Por su propia mano”: ¿Qué significa esta expresión?
Una de las críticas más frecuentes se relaciona con la expresión “por su propia mano” en el encabezado del Libro de Abraham. Muchos asumen que esto significa que el papiro traducido por José Smith fue físicamente escrito por Abraham.
Sin embargo, especialistas en textos antiguos y líderes de la Iglesia han señalado que esta interpretación no es necesariamente correcta.
En contextos antiguos egipcios e israelitas, esta frase a menudo no se refería a una copia física realizada por el autor original, sino más bien a la atribución de la autoría de un texto.
Kerry Muhlestein, egiptólogo y autor del artículo “Egyptian Papyri and the Book of Abraham: A Faithful, Egyptological Point of View”, explicó:
“Cuando el encabezado afirma que el texto fue escrito por la propia mano de Abraham, esto indica quién es el autor, no quién copió el manuscrito específico que llegó a manos de José”.
Este punto es crucial para diferenciar entre el texto original de Abraham y el manuscrito que poseía José Smith. Como explica Muhlestein, “los detractores confunden la diferencia entre un texto y un manuscrito”.
Un ejemplo común es el libro de Isaías: las copias más antiguas del texto datan de siglos después de la muerte del profeta; sin embargo, esto no invalida su autoría, sino que demuestra que las copias existentes fueron reproducidas a lo largo del tiempo.
¿Cómo pudo haber llegado el Libro de Abraham a Egipto?
Otro punto a considerar es cómo un texto asociado a Abraham podría haberse encontrado en Egipto. Según el egiptólogo Kerry Muhlestein y el autor Kevin L. Barney, hay varias posibilidades históricas plausibles.
Abraham vivió en Egipto durante su vida, según el relato bíblico. Además, su descendiente José vivió allí y se convirtió en una figura influyente. Tras el Éxodo, los israelitas continuaron viajando y estableciendo comunidades en Egipto.
Durante la destrucción babilónica de Jerusalén, muchos judíos huyeron a Egipto, formando comunidades prósperas y llegando incluso a construir un templo. Fue en este contexto que los fragmentos de papiros utilizados por José Smith fueron creados, entre el tercer y el primer siglo a.C.
Kevin L. Barney, en su artículo “The Facsimiles and Semitic Adaptation of Existing Sources”, sugiere que si Abraham escribió un texto original, pudo haber sido compuesto en un idioma semítico, como el acadio o un dialecto cananeo, posiblemente en tablillas de arcilla.
Con el tiempo, este texto pudo haber sido traducido al egipcio, copiado y adaptado hasta llegar al formato de los papiros adquiridos por José Smith.
Los facsímiles y las conexiones culturales
Los facsímiles del Libro de Abraham también han sido cuestionados. Forman parte de textos funerarios egipcios que pertenecieron a Hor (o Horus, en su forma griega), un sacerdote influyente de Tebas que vivió alrededor del 200 a.C.
Hor era hijo de un gobernador y desempeñaba funciones sacerdotales asociadas a rituales de execración, los cuales, según Muhlestein, en ocasiones involucraban sacrificios humanos. Curiosamente, estos rituales son descritos en el Libro de Abraham y retratados en el Facsímile 1.
Esta conexión plantea la posibilidad de que historias sobre Abraham ya circularan en Egipto en la época en que vivió Hor. Muhlestein explica:
“Durante este período, los sacerdotes en Tebas tenían acceso a historias sobre Abraham. El dueño de este papiro era un sacerdote instruido que probablemente tenía información sobre personajes bíblicos”.
Esta perspectiva refuerza la posibilidad de que elementos del Libro de Abraham hayan sido incorporados a tradiciones egipcias durante los siglos de interacción cultural entre judíos y egipcios.
Respuesta a las críticas
Los críticos del Libro de Abraham a menudo pasan por alto matices importantes al cuestionar su autenticidad.
Por ejemplo, el autor de CES Letter no distingue entre texto y manuscrito, ni reconoce que “por su propia mano” podría simplemente indicar la autoría.
Además, muchos textos antiguos solo han sobrevivido en copias realizadas siglos después de su composición.
La Biblia, por ejemplo, incluye libros cuyas copias más antiguas datan mucho después de la vida de sus autores, sin que eso cuestione su legitimidad.
Kevin L. Barney señala que la transmisión de textos antiguos generalmente implica traducciones, redacciones y adaptaciones culturales, lo cual podría explicar cómo el Libro de Abraham llegó a Egipto.
También sugiere que los facsímiles asociados al texto podrían haber sido incorporados durante este proceso de transmisión.
Conclusión
Aunque los papiros usados por José Smith datan de siglos después de la vida de Abraham, esto no descarta la posibilidad de que contengan una tradición textual basada en escritos originales del patriarca.
Como muchos textos antiguos, la transmisión del Libro de Abraham implica un proceso complejo de copias, traducciones y adaptaciones.
Al considerar el contexto histórico y las prácticas de transmisión de textos antiguos, el Libro de Abraham merece un análisis más amplio y fundamentado.
Fuente: maisfe.org
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