Presidente Eyring: Al tocar el ataúd de mi esposa, sentí su sonrisa al encontrarse con el Salvador

Presidente Eyring

En medio de la agitación y las pruebas de la vida, ¿es posible encontrar paz? El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, testificó recientemente de la promesa de paz personal que el Salvador nos ofrece, incluso en los momentos más difíciles.

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Presidente Henry B. Eyring en la dedicación de un templo. Imagen: Church News

Recordando las palabras del Señor: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27), el presidente Eyring compartió un testimonio conmovedor de cómo esa paz le llenó en el instante de una pérdida personal profunda.

Al despedir a su amada esposa, el presidente Eyring tocó suavemente el ataúd de madera que contenía su cuerpo mortal. En ese acto solemne, sintió una paz que trascendía el dolor.

“Sentí que podía verla sonreír al encontrarse con el Salvador y que Él le sonreía a ella”, expresó. Su rostro, capturado en una fotografía de ese momento, reflejaba una sonrisa de gozo: un testimonio vivo de la promesa cumplida del Salvador.

Esa misma paz ha sido visible en muchos discípulos de Cristo que enfrentan pruebas constantes, tragedias y pérdidas significativas. Como ejemplo, el presidente Eyring relató cómo su pequeña nieta de cuatro años, en su tierna inocencia, oró diciendo:

“Y por favor bendice a la abuela, para que sea feliz en el cielo”. Dos años antes, siendo apenas una niña, había acariciado con amor la mano de su abuela que yacía en la cama donde finalmente pasó a través del velo.

Este tipo de paz no proviene del mundo, sino del Salvador. Es un regalo que Él extiende a los fieles, humildes y dignos, sin importar las circunstancias.

el presidente eyring y su esposa en la conferencia general

Presidente Eyring y su amada esposa. Créditos: Scott G Winterton, Deseret News

El mensaje del presidente Eyring nos invita a reflexionar sobre cómo podemos recibir esa paz en nuestra propia vida: al confiar plenamente en Jesucristo, al seguir Sus enseñanzas y al buscar Su guía en todo momento. Sin importar la agitación exterior, el Salvador nos ofrece consuelo, serenidad y la promesa de que no estamos solos.

“En el mundo tendréis aflicción”, dijo el Salvador. “Pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Y con Él, podemos también vencer.

Fuente: Presidente Henry B. Eyring en Facebook 

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