En pleno corazón de Denver, Colorado, el 26 de julio, cientos de personas se reunieron para participar en una actividad poco común: sentarse a comer con desconocidos.
El escenario fue el campus de Auraria, donde se instaló una mesa que se extendía por más de una milla, acompañada de sillas y manteles listos para recibir a todo aquel que quisiera compartir un almuerzo.
La iniciativa fue organizada por Longer Tables, una organización que busca crear espacios donde cualquiera pueda sentirse bienvenido, sin importar su historia, creencias o identidad.
El objetivo era sencillo pero ambicioso: combatir la soledad y el aislamiento social a través de algo tan cotidiano y poderoso como compartir comida.

Tim Jones, fundador y director ejecutivo de Longer Tables, destacó que sentarse a la mesa es un acto universal.
“Es algo profundamente humano, un lugar seguro para empezar a combatir la soledad. Cuando nos sentamos con personas diferentes a nosotros, descubrimos conexiones más profundas”.
El resultado fue impresionante: 3,400 personas se reunieron a lo largo de la mesa para almorzar juntas. No se trataba de un festival ni de un evento exclusivo, sino de un espacio abierto para todos, pensado para que surgieran conversaciones y amistades espontáneas.
Voluntarios, fe y servicio

Muchos de los que ayudaron a preparar el evento conocieron la oportunidad a través de JustServe, la plataforma que conecta a organizaciones con voluntarios.
Entre ellos hubo misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que se sumaron desde temprano para colocar mesas, sillas y platos de comida.
El elder Vinesio Tausaga, originario de Samoa y sirviendo en la Misión Colorado Denver Norte, expresó que participar fue un momento especial:
“El servicio es parte de nuestra fe. Amar a Dios y amar al prójimo son los dos grandes mandamientos, y este evento nos permite vivirlos”.

La hermana Jocymaria Songo’imoli, de Tonga, también participó con entusiasmo y resaltó que el servicio es gratificante en ambas direcciones:
“Cuando ayudamos, las personas se alegran… pero nosotros sentimos una felicidad aún mayor”.
Para Sharon Brost, especialista de JustServe en el área de Denver, el evento fue una confirmación de que las relaciones que se han estado cultivando en la comunidad son auténticas.
“Llegas a conocer a las personas y se vuelven como familia. No importa la religión o las creencias, es cuestión de sentarse y ser amables”.
Un pequeño gesto con gran impacto

Aunque la magnitud de una mesa de 1,6 kilómetros llama la atención, Tim Jones recordó que no hace falta un evento tan grande para cambiar las cosas.
Un almuerzo con vecinos, una comida compartida en la calle o una invitación sencilla a un amigo pueden ser suficientes para romper el hielo y fortalecer lazos.
La “mesa de más de un kilometro” dejó más que fotos y anécdotas: transmitió un mensaje claro de unión y empatía. En un tiempo donde la tecnología facilita el contacto pero a veces debilita la cercanía, el simple acto de sentarse juntos, comer y conversar sigue siendo una de las formas más efectivas de combatir la soledad.
Jones lo resumió así:
“No importa si son 3,400 personas o tres. Si te acercas, escuchas y compartes, ya estás cambiando tu comunidad”.
Fuente: LDS Living
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