Una de las pruebas más comunes y complicadas de la vida es el sufrimiento físico. Ya sea por una enfermedad súbita, un accidente repentino o por el deterioro natural del cuerpo, tarde o temprano nuestro estado físico se ve afectado y con él, también nuestras esperanzas y metas de vida.

¿Es posible llegar a estar agradecidos por esas circunstancias? La respuesta inicial sería un rotundo no. Sin embargo, si vemos el sufrimiento físico bajo una perspectiva elevada, descubriremos que hay propósito detrás del dolor.

Las pruebas físicas nos acercan a Cristo

mujer ciega conversando con un hombre
Patricia Parkinson perdió la vista a la corta edad de once años. Imagen: Canva

A veces, se nos requiere perder algo para ser más como el Salvador y caminar con Él, aunque eso nos duela. Patricia Parkinson perdió la vista a la corta edad de once años. Sin embargo, a pesar del dolor y la depresión, ella aprendió que su progreso implicaba adquirir esta discapacidad para sentir la presencia de Dios de manera más personal.

La discapacidad visual de Patricia no la detuvo de alcanzar el éxito en su vida. Ella aprendió a lidiar con esta prueba física confiando en la fortaleza del Padre Celestial.

“A quienes me preguntan si estoy enojada por ser ciega, les respondo: ¿Con quién me enojaría? Mi Padre Celestial está conmigo en esto; no estoy sola. Él está conmigo todo el tiempo», expresó Patricia.

¿Será un castigo por mis pecados?

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“¿Por qué a mí?”

Si bien historias como las de Patricia nos inspiran, es posible que al enfrentar pruebas físicas nos preguntemos: “¿Por qué a mí?”.

Para Kate Bowler, reconocida escritora canadiense, haber sido diagnosticada con cáncer de colon a los 35 años repentinamente significaba un castigo por no ser lo suficientemente buena como para agradar a Dios. Quizás tú también hayas pensado lo mismo, pero esa es una trampa del enemigo.

El Libro de Mormón nos enseña sobre Alma hijo, un joven que vivía haciendo maldades en el pueblo hasta que un ángel se le apareció dejándolo inconsciente súbitamente. Podríamos asumir que este suceso ocurrió por los pecados de Alma, pero no que fue netamente un castigo.

Mientras estaba inconsciente, Alma hijo sintió el tormento por sus pecados, pero luego de clamar misericordia a Dios, fue perdonado y liberado de su dolor. De pronto, lo que parecía un castigo se tornó en una experiencia de gozo para Alma hijo.

“Ya no me pude acordar más de mis dolores. Sí, mi alma se llenó de un gozo tan profundo como lo había sido mi dolor.” (Alma 36:19-20)

Así como Alma hijo, Kate aprendió que las enfermedades repentinas no son una condena de los cielos, sino que más bien son oportunidades para desarrollar empatía y cambiar nuestra conducta hacia quienes atraviesan un sufrimiento similar.

La mano del Señor en medio del dolor

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La mano del Señor los sostendrá. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El dolor físico e incluso la muerte proporcionan los mejores escenarios para sentir la mano del Señor. El élder Brent H. Nielson, Setenta Emérito de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, aprendió esta lección.

Poco después de haber retornado de su misión, el élder Nielson vio cómo la vida de su padre se apagaba debido al cáncer de páncreas. Aunque toda la familia esperaba el milagro de su recuperación, finalmente falleció a los pocos meses.

Luego del funeral, el élder Nielson se cuestionó por qué no había ocurrido el milagro que tanto anhelaban. Con el tiempo se dio cuenta de que sí habían recibido un milagro. Habían sentido la mano del Señor sosteniéndolos.

El Señor fortaleció las capacidades de la madre del élder Nielson y los bendijo a él y sus hermanos con unidad y fe. Aunque no era lo que deseaban, sí era lo que necesitaban. El élder Orson F. Whitney resaltó esta enseñanza:

“Es a través del dolor y el sufrimiento, del trabajo duro y la tribulación, que obtenemos la educación que venimos a adquirir y que nos hará más semejantes a nuestro Padre en el cielo”.

Si sientes dolor por las pruebas físicas, ya sea debido a enfermedades, discapacidades o incluso la muerte, recuerda que tu vida sigue en ascenso. La paz y los milagros del Señor te esperan luego de un breve pesar.

Fuente: LDSLiving

 

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