Pregunta
Una de las leyes más controversiales en este mundo es la ley de castidad. Para muchos, se trata de una prohibición extraña, pero para los miembros de la Iglesia de Jesucristo, es un mandamiento esencial para mantener nuestros cuerpos puros como un templo, así como el Señor los ve.
A pesar de entender la importancia de esta ley, el enemigo es astuto y sigue buscando la manera de disminuir la gravedad de quebrantarla imponiendo escenarios “inofensivos” que promueven la falta de castidad.
Uno de esos escenarios son las “relaciones platónicas” caracterizadas por el amor mutuo y la conexión emocional e intelectual entre dos personas pero sin experimentar relaciones sexuales. Este tipo de relación ha llevado a muchos a preguntar: ¿Puedo convivir con alguien del sexo opuesto en una relación platónica?
Respuesta

La respuesta más sencilla a la pregunta anterior es un definitivo “No”. Sin embargo, es mejor profundizar un poco en las enseñanzas de Cristo para aceptar esta respuesta desde una perspectiva más elevada.
Todo comienza a cobrar sentido cuando comprendemos la verdadera razón detrás de la Ley de Castidad. El élder Jeffrey R. Holland enseñó:
“La intimidad está reservada para la pareja matrimonial, ya que es el símbolo supremo de la unión absoluta, una totalidad y una unión ordenadas y definidas por Dios… Esa unión total, ese compromiso inquebrantable entre un hombre y una mujer, solo se obtiene por medio de la proximidad y la permanencia que proporciona el convenio matrimonial”.
Así vemos que la Ley de Castidad es un mandamiento divino como preparación para recibir las bendiciones reservadas en un matrimonio. Convivir con otra persona incluso solo con “intenciones platónicas,” no es aconsejable porque puede ser un juego con la tentación.
Y aunque nunca haya relaciones sexuales, la convivencia debilita las barreras que protegen nuestra pureza en una relación. Así que si estás practicando la convivencia con condiciones platónicas, sigue este consejo de Cristo:
“¡Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis lo que es inmundo; salid de en medio de ella; sed limpios los que lleváis los vasos del Señor!” (3 Nefi 20:41)
La apariencia también importa

Muchos creen que si no hay relaciones sexuales, la convivencia es “inocente”, quitándole la gravedad al asunto. Aunque se intente permitir la convivencia bajo esas condiciones, no olvidemos lo que enseñó el apóstol Pablo:
“Apartaos de toda apariencia de mal”.
Cuando convives con alguien fuera del matrimonio, estás aparentando el mal ante el mundo y ante los ojos de Dios. Esto hará que con el tiempo tu reputación personal quede afectada, así como tu capacidad para vivir bajo la influencia espiritual.
El élder James E. Faust expresó una advertencia en cuanto a estas “apariencias del mal”. Él declaró:
“El permanecer alejados del borde es una responsabilidad individual… Nuestro albedrío moral exige que diferenciemos el bien del mal y elijamos el bien”.
Como discípulos de Cristo, no solo debemos cuidar nuestras acciones, sino asegurarnos de transmitir un buen ejemplo a los demás, alejándonos de cualquier tipo de apariencia del mal.
La verdad detrás de la convivencia

Si hasta ahora no te has convencido, puede que encuentres interesante saber que convivir sin compromiso matrimonial incluso bajo condiciones platónicas terminará destruyendo lo sano de tu relación.
“Investigaciones realizadas hace más de una década revelaban que… aquellos que se casan después de haber cohabitado son más proclives a divorciarse que quienes fueron directamente al altar”, indica un artículo del medio de comunicación Aceprensa.
Por el lado contrario, Jesucristo enseñó que el amor duradero no se encuentra al compartir el mismo techo sino al compartir convenios sagrados como el matrimonio. Entonces, ¿existe un mandamiento específico que prohíba convivir si no hay intimidad? Quizás no como tal, pero eso no significa que esté bien hacerlo.
El consejo final del Señor es claro:
“Por tanto, quisiera que fueseis firmes e inmutables, abundando siempre en buenas obras.” (Mosíah 5:15)
Solo al evitar jugar con los límites de los mandamientos, encontraremos la verdadera felicidad y placer en una relación fuerte.
Fuente: AskGramps



