Casi 150 delegados de 47 países se reunieron en la Universidad Brigham Young (BYU) en Provo, Utah, para participar del Simposio Internacional de Derecho y Religión, organizado por el Centro Internacional de Estudios sobre Derecho y Religión.
El tema de este año fue:
“Construyendo caminos hacia la prosperidad: protecciones regionales, nacionales e internacionales de la libertad religiosa.”
Durante tres días, representantes de distintas religiones, culturas y profesiones compartieron experiencias sobre cómo proteger el derecho de cada persona a creer, adorar y vivir según su fe.
La libertad de creer es la base de todas las demás

Uno de los oradores, Simon O’Connor, exparlamentario de Nueva Zelanda, recordó que la libertad religiosa es el cimiento de todos los demás derechos. Dijo:
“Es el derecho sobre el cual se apoyan todos los otros derechos, desde la libertad de expresión hasta la libertad de asociación.”
Esa visión refleja lo que el Evangelio enseña claramente, cuando la fe puede expresarse sin miedo, la sociedad florece. La libertad religiosa no es solo una cuestión legal, sino una bendición espiritual que protege la dignidad y la conciencia de cada ser humano.
Fe que sana y da esperanza

Entre los participantes también estuvo la pastora Martha Alejandra Ibarra Mérito, de México, quien habló sobre cómo la religión puede reconstruir corazones en medio de la pérdida o el desplazamiento. Ella expresó:
“La religión actúa como una fuerza catalizadora; puede ser un espacio simbólico y efectivo que nos permite reconstruir un mundo posible en medio del desarraigo y la incertidumbre.”
Sus palabras nos recuerdan que la fe tiene poder para sanar y unir, incluso cuando las circunstancias son difíciles.
Unidad en la diversidad

Delegados de África, América, Europa y Asia compartieron desafíos y soluciones desde sus países. Representantes de Nigeria, Ghana, Kenia, Sudáfrica y otros lugares reflexionaron sobre cómo la fe puede fortalecer comunidades enteras.
Uno de ellos, Ahmed Salisu Garba, de Nigeria, comentó:
“El simposio fue fantástico. Aprendimos mucho unos de otros.”
Este tipo de encuentros reflejan lo que el Señor enseña:
“Si no sois uno, no sois míos.” – Doctrina y Convenios 38:27.
Aun siendo diferentes, podemos encontrar unidad al defender el derecho sagrado de adorar a Dios según la conciencia de cada uno.
Un propósito que trasciende fronteras

El evento no solo fue académico, sino profundamente espiritual. Los asistentes fueron invitados a participar de la Conferencia General de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, donde pudieron escuchar mensajes de esperanza y amor cristiano.
En un mundo donde las diferencias a veces separan, este simposio fue un recordatorio de que la verdadera libertad se encuentra en Cristo, y que defender la libertad religiosa es defender el derecho de todos a acercarse a Él.
Fuente: Church News



