El sacrificio de Jesucristo en Getsemaní y en la cruz no fue solo para los habitantes de este planeta. Desde los primeros profetas del Libro de Mormón hasta las revelaciones modernas, las Escrituras enseñan que Su expiación tiene un alcance infinito, extendiéndose más allá de los límites de nuestra comprensión y de este mundo.
El profeta Amulek lo describió así:
“Debe haber un gran y postrer sacrificio… pero debe ser un sacrificio infinito y eterno” (Alma 34:10).
La palabra infinito no es solo simbólica. Significa que el poder redentor del Hijo de Dios no se restringe al tiempo, ni al espacio, ni a los confines de la Tierra.

Doctrina y Convenios confirma esta verdad con claridad:
“Por tanto, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten” (DyC 19:16).
Jesucristo sufrió por todos. Su sacrificio es universal, abarcando a cada hijo e hija de Dios en todos los mundos que Él ha creado. La sección 76 de Doctrina y Convenios lo expresa con una amplitud asombrosa:
“Por él, y por medio de él, y de él, los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios” (DyC 76:24).
Es decir, el Redentor no pertenece solo a la Tierra: es el Señor del universo entero. “Los habitantes de muchos mundos son hijos e hijas de Dios por medio de la expiación de Jesucristo”, declara la introducción de esa misma sección.
La expiación: un alcance cósmico

Los profetas modernos enseñan que Cristo es el Creador y Redentor de “mundos sin número”. Su expiación, infinita y eterna, satisface las demandas de la justicia dondequiera que existan hijos de Dios. No hay planeta, ni creación, ni ser humano que quede fuera del poder sanador del Hijo de Dios.
Algunos se preguntan por qué, si Él es el Salvador de todos los mundos, eligió realizar Su misión mortal aquí, en esta Tierra aparentemente insignificante. Las Escrituras ofrecen una respuesta humilde pero profunda: el Señor no ha revelado todos Sus propósitos.
El libro de Moisés enseña:
“Por mi propio propósito he hecho estas cosas… pero solo una relación de esta tierra y sus habitantes te daré” (Moisés 1:31, 35).

Esto nos enseña dos verdades:
- Dios tiene innumerables creaciones. Si nos revelara cada una, sería imposible comprenderlas.
- Sus revelaciones se centran en nuestra salvación aquí. Todo lo que necesitamos saber para volver a Él está contenido en el plan que nos ha dado.
Aunque no sepamos por qué este mundo fue escogido como escenario de la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios, el Evangelio nos invita a confiar en Su sabiduría.
Tal vez aquí se concentraron tanto la maldad como la fe más grande, haciendo de este el lugar donde el Salvador “descendió debajo de todo” (DyC 88:6; 122:8). Pero más allá de cualquier especulación, la doctrina revelada es clara: la expiación de Jesucristo abarca toda la creación.

Así como Él visita todas Sus obras (ver DyC 88:51–61), también enseña Su Evangelio en otros mundos. Cada uno de Sus hijos, dondequiera que viva, recibe la oportunidad de conocer Su sacrificio y Su amor.
Las huestes celestiales no son ajenas a los sufrimientos de la humanidad; las Escrituras dicen que “toda la eternidad se duele” al ver la corrupción de los hombres (DyC 38:11–12).
Jesucristo no es solo el Salvador de la Tierra, sino el Redentor del universo. Su autoridad, Su poder y Su amor trascienden galaxias y eras. La expiación no depende del lugar donde fue realizada, sino de quién la realizó: el Hijo Unigénito del Padre, que vive y reina para siempre.
Y aunque aún no comprendamos todos los detalles de Su plan, una cosa es segura: Su sacrificio alcanza a todos los mundos, a todos los hijos e hijas de Dios, y a ti también.
Fuente: Ask Gramps
Video relacionado
@masfe.org Los milagros siguen ocurriendo, este es otro testimonio de que el Señor es real y nos ama 💜 #thechosen #masfe #contenidocristiano #fyp ♬ son original – 🌅🤍🫶🏻




Entonces, en base a otras escrituras, no recuerdo la referencia Pero, afirma que, debió ser entre los suyos porque de haber estado entre otra gente, no los judíos, a Cristo no lo hubiesen sacrificado.
Esto hace pensar que, la tierra es el lugar más corrupto, más malo o con más necesidad de expiación.
Esto si bien es un privilegio, por un lado, al tener a Cristo y su legado en esta tierra, también es seguro que ningún otro mundo, lo necesitaba más que nosotros por el tipo de gente que vivimos aquí
Gracias por tu reflexión, Martín. De verdad da mucho en qué pensar sobre el papel de esta tierra y la necesidad que tenemos del Salvador. Tu comentario aporta una perspectiva muy profunda.
Agradezco está información me fue de mucha ayuda para entender el alcance que tiene el poder de la expiación y para comprender que aquí en cualquier lado Jesucristo ama a todos por igual millones de bendiciones!!
José Arturo, qué alegría saber que esta información te ayudó. La expiación realmente nos alcanza dondequiera que estemos, y el amor del Salvador es igual para todos Sus hijos. ¡Un abrazo grande!