El élder Patrick Kearon, del Cuórum de los Doce Apóstoles, llegó a Cebu, Filipinas, el 21 de noviembre de 2025. Allí conoció a una comunidad desplazada tras el tifón Tindo, el supertifón Uwan y un terremoto ocurrido meses antes.
Varias zonas aún tienen escombros acumulados y caminos dañados. Muchas familias siguen reparando techos, filtraciones y pérdidas materiales.
Ese era la situación con el que varios miembros llegaron al centro de estaca de Liloan. Eran familias agotadas, afectadas por los daños y todavía en proceso de recuperación.

Más de cien Santos y amigos de la Iglesia esperaron al élder Kearon. Buscaban escuchar algo que les diera un poco de fuerza para seguir adelante.
El líder apostólico estuvo acompañado por su esposa, Jennifer, y por el presidente de Área Filipinas, Carlos G. Revillo Jr. Al iniciar la reunión, compartió un mensaje directo:
“Traigo el amor del presidente Oaks y del Cuórum de los Doce. Hemos orado por ustedes y deseamos que sigan encontrando la fuerza para avanzar”.

Sus palabras llegaron a un público que ha vivido semanas de incertidumbre, cortes de agua y apagones. Muchos también enfrentan la presión constante de reconstruir lo que perdieron.
El presidente de estaca, Rodolfo Torralba Jr., presentó un informe sobre la situación actual. Habló de barrios inundados, viviendas debilitadas y comunidades que aún luchan por recuperar la normalidad.
Su descripción no fue teórica. Reflejó lo que varios en ese salón habían experimentado: noches sin dormir, evacuaciones apresuradas, niños asustados y pertenencias arruinadas por el agua.

En medio de ese contexto, el élder Kearon reconoció la carga emocional que los miembros llevan.
“Han pasado por tormentas y temblores, pero su resiliencia espiritual es profundamente inspiradora”.
La Iglesia ha brindado ayuda desde los primeros días. Se entregaron alimentos, agua potable, kits de higiene y utensilios de cocina. También se distribuyeron cubos de filtración. Además, se instalaron sistemas de purificación de agua en centros de reuniones de las zonas más afectadas.

Muchos Santos de Cebu se unieron a las limpiezas comunitarias, incluso cuando sus propias casas sufrieron daños. Los misioneros de tiempo completo ayudaron a familias que regresaron a hogares cubiertos de barro. Trabajaron retirando muebles destruidos y desinfectando pisos.
Después del devocional, el élder y la hermana Kearon conversaron en privado con la hermana Jamella Andagan. Ella perdió a su pequeña hija Jabesh durante las inundaciones. Su dolor es difícil de describir.
En esa conversación no hubo cámaras ni discursos. Solo hubo un apóstol consolando a una madre que enfrenta una pérdida inmensa.

Antes de despedirse, el élder Kearon recorrió el salón para saludar a los sobrevivientes uno a uno. No tenía prisa.
Algunos buscaban solo un apretón de manos. Otros, un abrazo breve. Todos necesitaban sentir que Dios conoce su situación.
El presidente Torralba lo resumió así:
“Después de los tifones, muchos estaban desanimados. Su visita nos recordó el amor del Salvador. Nos dio esperanza”.
Fuente: newsroom.churchofjesuschrist.org



