Para los misioneros retornados:
Caso 1: Llegas a la capilla después de la Santa Cena y alguien comenta:
«¡El misionero retornado llegando tarde!»
Caso 2: Estás en una clase de la Iglesia, y el maestro lanza una «pregunta difícil» diciendo:
«Esta va para los misioneros retornados».
Caso 3: Acabas de volver de la misión y ya te han dado tres (o más) llamamientos o asignaciones en tu barrio o estaca.
Caso 4: Escuchas frases como:
«Es misionera retornada, mejor ni la cortejo, seguro busca a alguien perfecto».
Estas situaciones, aunque parezcan inofensivas, reflejan una expectativa poco realista: que los misioneros retornados deben ser perfectos. Esta idea no solo es injusta, sino que puede llevar a una presión constante, haciéndoles sentir que no tienen derecho a equivocarse.

¿Por qué se consideran a los misioneros retornados personas perfectas?
Estas podrían ser algunas razones:
- Mientras los jóvenes están en el campo misional, son apartados como representantes de Jesucristo.
- Los misioneros y misioneras cumplen normas muy elevadas de rectitud.
- Ellos invitan al arrepentimiento y enseñan el Plan de Felicidad.
- Estudian constantemente las Escrituras: Biblia , Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y más.

Por un año y medio para las mujeres y por dos años para los hombres, estos jóvenes misioneros se esfuerzan día a día por parecerse más al Salvador, es por eso que al retornar la expectativa de su comportamiento es muy grande.
Pero, realmente no son perfectos
Aunque los misioneros y misioneras retornados son considerados como ángeles en la tierra, es necesario entender que al igual que nosotros, su etapa de preparación y probación continúa. En palabras del élder Jeffrey R. Holland:
«Estamos en el Reino Telestial, escrito con t y no con c. Como nos ha enseñado el presidente Rusell M. Nelson, aquí en la mortalidad, la perfección todavía está “pendiente”.

Los misioneros y misioneras retornados se esfuerzan día a día para seguir cumpliendo los convenios que han hecho con el Señor y su metas personales como estudiar, cumplir con las asignaciones en la Iglesia, ministrar, formar una familia, tener un buen empleo y perfeccionar sus talentos.
Es momento de parar
No está bien que constantemente los juzguemos por el hecho de haber servido una misión. Cuando decimos la frase «Y así eres misionero retornado» lo único que estamos logrando es que se sientan frustrados.
Por el contrario, no dejemos que se sientan solos, es posible que extrañen el compañerismo que tuvieron en el campo misional, busquemos oportunidades para que ellos puedan seguir creciendo temporal y espiritualmente, y de misioneros retornados, pasarán a convertirse en excelentes líderes en la Iglesia, en su comunidad, y en su familia.
A los misioneros retornados
A los misioneros retornados que ya no sienten la misma espiritualidad que en la misión, no se sientan mal, es cierto, no son perfectos, pero todavía hay mucho bien por hacer. Comparto la siguiente invitación del élder Tom Perry:
«Hago un llamado a ustedes, ex misioneros, para que redediquen su vida, para que renueven su deseo y espíritu del servicio misional.
Les llamo para que tengan la apariencia de un siervo, para que sean un siervo y para que actúen como un siervo de nuestro Padre Celestial.
Ruego por su renovada determinación de proclamar el Evangelio a fin de que lleguen a participar más activamente en esta gran obra a la que el Señor nos ha llamado a todos a trabajar. Deseo prometerles que hay grandes bendiciones reservadas para ustedes si continúan adelante con el celo que una vez poseyeron como misioneros regulares».
Creo que todos cometemos el error de idealizar a los (las) misioneros retornados, como personas que ya son prefectos, pero la verdad es que nos es así, es el mismo error que se comete muchas veces, pensar que los misioneros lo saben todo y que son eruditos en la doctrina del evangelio, pero eso tampoco es verdad…
Los misioneros son hombres y mujeres jóvenes (18 a 20 años), que están madurando y creciendo tanto física, emocional y espiritualmente cada día; y como todas las personas deben recibir, aceptar y vivir el evangelio línea sobre línea, precepto tras precepto, muchos de nosotros lo lograremos, otros lamentablemente quedaran al borde del camino, esperando un mejor momento y oportunidad para vivir el evangelio en plenitud, dependiendo de su disposición al arrepentimiento y de perseverar hasta el fin…..