¿Cómo celebran los profetas y apóstoles Halloween? Todos los hermanos celebran el 31 de octubre a su propia y única manera, esta historia, compartida por el presidente Thomas S. Monson en la conferencia general en 2006, detalla su historia favorita de Halloween. Y, como es típico de nuestro amado profeta, los únicos espíritus que lo acompañaron esa noche fueron el espíritu de servicio y el Espíritu Santo.
El Presidente Monson comparte:
Hace muchos años, en la noche de Halloween, tuve el privilegio de ayudar a una persona que por un tiempo se había descarriado del camino y que necesitaba una mano de ayuda para regresar. Manejaba de regreso a casa desde la oficina; era bastante tarde; había estado haciendo tiempo para dejar que mi esposa se encargara de los visitantes que vendrían a pedir dulces.
Al pasar el hospital St. Mark’s en Salt Lake City, recordé que Max, un buen amigo, yacía enfermo en ese mismo hospital. Cuando nos conocimos, años atrás, nos dimos cuenta de que habíamos vivido en el mismo barrio aunque en diferentes épocas. Cuando nací, Max y sus padres se habían mudado del barrio.
Un Halloween diferente
Esa noche de brujas, estacioné el auto y entré al hospital. Al preguntar el número de su cuarto al encargado, se me informó que cuando Max había ingresado en el hospital, había declarado que no era mormón, sino que era de otra Iglesia.
Entré al cuarto de Max y lo saludé. Le dije cuán orgulloso me sentía de ser su amigo y cuánto me preocupaba por él. Hablé de su carrera en el banco y de sus actividades fuera del trabajo como director de orquesta. Me enteré de que se había ofendido por un par de comentarios de otras personas y que había decidido asistir a otra Iglesia. Le dije: “Max, tú posees el sacerdocio de Melquisedec. Me gustaría darte una bendición esta noche”. El aceptó, y se efectuó la bendición; después, me informó que su esposa, Bernice, también estaba muy enferma y que, de hecho, se encontraba en el cuarto de al lado. Invité a Max para que me acompañara a darle una bendición. Me pidió que lo ayudara, le expliqué como hacerlo y él ungió a su esposa. Hubo lágrimas y abrazos por doquier después de que sellé la unción con Max, puse sus manos sobre la cabeza de su esposa junto a las mías; lo cual hizo de esa noche de Halloween una que siempre recordaremos.
Al salir del hospital esa noche, me detuve y le dije a la recepcionista que, con el permiso de Max y de su esposa, los registros personales de ellos deberían corregirse para reflejar su membresía en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Esperé y observé hasta que el cambio se había efectuado.
Mis dos amigos Max y Bernice se encuentran ahora del otro lado del velo, pero pasaron los últimos días de sus vidas activos y contentos, y recibieron las bendiciones que proceden de tener un testimonio del Evangelio y de asistir a la Iglesia.
Fuente: LDSLiving.com