Cómo perder mi hogar en un incendio me ayudó a conocer el Evangelio

La hermana Kalonihea soñaba con servir su misión en un lugar donde pudiera “subirse las mangas y ponerse a trabajar”.

Kalonihea fue llamada a servir en la Misión Tacloban, Filipinas. Por lo general, en su misión, junto a su compañera se dedicaron a los cuidados de las plantaciones, ayudar en los hogares, con reparaciones y la limpieza.

Sin embargo, nunca imaginaron que extinguir incendios no fuera algo raro. Llevar baldes de agua para ayudar a combatir las llamas de un incendio en la cocina o un corte de energía, se podría decir, era usual.

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Durante una tarde muy calurosa, la hermana Kalonihea y su compañera, la hermana Dumas, estaban almorzando después de una reunión de distrito. Desde su apartamento, vieron que salía humo de un lugar.

Esta vez el humo era espeso y negro. Al escuchar las sirenas, supieron que se trataba de un incendio doméstico.

Cuando llegaron, la gente estaba por todas partes. Dos casas se estaban incendiando y los bomberos no tenían suficiente agua en sus camiones para apagar el incendio.

Luego, la hermana Kalonihea dijo:

“Sabíamos que necesitaban nuestra ayuda, así que fuimos a buscar baldes de agua. Había gente por todas partes que corría para ayudar a apagar el fuego, estábamos en primera línea con la multitud”.

“Después de apagar el fuego y que todos se fueron, fuimos a ver a la familia para ofrecer nuestra ayuda. Todos tenían el corazón roto al ver su casa en llamas y se preguntaban por qué Dios permitió que eso sucediera”.

Entonces, la hermana Kalonihea y su compañera se dieron cuenta de que habían tocado la puerta de esa misma casa la semana anterior. La familia les había dicho que no estaban interesados ​​en su mensaje.

Preguntamos si podíamos ayudar a limpiar, pero se negaron. Viendo su gran necesidad y dándonos cuenta del orgullo de esta familia, insistimos y comenzamos a lavar su ropa a mano, que estaba llena de humo y cenizas.

Estábamos lavando la ropa cuando uno de los miembros de la familia nos llamó para ver algo. “Lo que vimos fue increíble”, dijo la hermana Kalonihea, continuó:

“El hombre que nos llamó apartó una pila de sus cosas completamente quemadas y no identificables, incluidos papeles y libros. Sabía que éramos misioneras y conocía nuestra relación con el Libro de Mormón”.

“Dijo: No me queda claro cómo este Libro de Mormón, que estaba en medio de cenizas y libros quemados, sobrevivió prácticamente intacto”.

libro de mormon

La hermana Kalonihea, no sabía que la familia ya había recibido misioneros hace años, y les habían dado un Libro de Mormón que permaneció en un estante desde entonces.

La hermana Kalonihea y la hermana Dumas comenzaron a dar lecciones regularmente a esa familia que consideró este libro que se salvó de las llamas como un milagro y una señal de Dios. Esta familia dijo que era hora de escuchar el mensaje de los misioneros.

Una semana después, la hermana Kalonihea fue trasladada a otra área. Toda la familia se bautizó. La familia dijo que perder su hogar en Filipinas quizás fue la única forma de encontrar su nuevo hogar y lugar eterno con Dios.

Fuente: foienchrist.org

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