Un profesor de la Universidad de Pensilvania, con un equipo de investigadores, ha publicado un nuevo estudio que demuestra que los mormones hacen más voluntariado y hacen más a obras de caridad que otros estadounidenses. El estudio fue realizado por Ram Cnaan, quien es decano de la Sociedad de Investigación, Profesor, y Presidente del Programa de Doctorado en Bienestar Social y Director del Programa de Investigación de Religión y Política Social en la Universidad de Pensilvania. El profesor Cnaan es un experto muy respetado sobre el tema de los servicios sociales basados en la fe y el autor de un próximo libro en el campo de las iglesias que ayudan a la urbanización de Filadelfia.
El estudio demostró que el estadounidense promedio dona 48 horas al año a obras de caridad. Los mormones activos donan un promedio de 427.9 horas al año, con 151.9 de estas horas dedicadas a las iniciativas comunitarias y sociales de la Iglesia, incluyendo Boy Scouts y obras humanitarias. La organización humanitaria de la Iglesia no es sectaria. Son voluntarios alrededor de 34 horas al año en programas no mormones.
Las congregaciones mormonas son operadas en su totalidad por voluntarios. Incluso el obispo, similar a un pastor, es un voluntario. Dado que tiene otro empleo y una familia, todos participan en hacer que las cosas avancen. Esto es realizado por medio de llamamientos, posiciones voluntarias asignadas por medio de decisiones inspiradas tomadas por los líderes. Los llamamientos son rotativos con frecuencia, brindándoles a los miembros muchas oportunidades de aprender nuevas habilidades, muchas de las cuales se transfieren a habilidades laborales. Los mormones dan clases, dirigen organizaciones, supervisan obras humanitarias, enseñan literatura, operan tropas de Boy Scouts y apoyan a otros a conseguir trabajo, por ejemplo.
En otro estudio, Cnaan indicó que no importa si los servicios sociales religiosos son proporcionados sólo a la congregación o si son abiertos a la comunidad en conjunto, dado que la Iglesia sigue proporcionando servicios al gobierno o a otros que tendrían que ser proporcionados de todas formas. Los congregantes siguen siendo miembros de la comunidad. Un mormón que recibe ayuda de un banco de alimentos sólo para mormones no tiene que tomar recursos de otros bancos de alimentos o de programas de alimentos del gobierno, dejando estos recursos para otros que no tienen una congregación que los proporcione.
Los mormones proporcionan una amplia gama de servicios. Algunos son diseñados para los miembros de la Iglesia y otros sirven a los demás independientemente de su religión.
Cada mes, a los mormones se les pide ayunar por veinticuatro horas, un ayuno completo que no permite ningún tipo de comida o bebida. Éste es realizado si la persona puede hacerlo sin problemas y requiere que la persona renuncie a dos comidas. El dinero que de otra manera habría sido gastado en alimentos es donado a un programa especial conocido como ofrendas de ayuno. Este fondo es administrado a los miembros de la congregación que están pasando por necesidades temporales de corto plazo. La Iglesia opera los almacenes del obispo, los cuales son similares a bancos de alimentos. Aunque son sólo para mormones, hacen posible que los mormones no tomen otros recursos alimenticios de la comunidad. El almacén proporciona todo lo que el miembro necesite para sobrevivir; alimentos, suministros de limpieza, artículos de higiene, y productos de cuidado infantil. Mientras la mayoría de bancos de alimentos comunitarios sólo pueden proveer una bolsa de mercado con comida para dos semanas, requiriendo que los necesitados visiten varias fuentes, el almacén proporciona todo. Esto es posible sólo porque sirven a una clientela menor. La persona con necesidades primero se reúne con un líder de la iglesia para evaluar el presupuesto de la familia y asegurarse de que hayan hecho todo lo que puedan para reducir sus gastos. La ayuda de la Iglesia no está diseñada para ayudar a la gente a mantener su estilo de vida anterior. Entonces reciben una lista de productos disponibles y seleccionan lo que necesitan. La orden es revisada y aprobada o modificada por el líder de la Iglesia y la persona va al almacén, donde voluntarios lo atienden para proveerles su orden. La persona, si es posible, se queda como voluntario por una hora antes de completar su propia orden. La comida que se queda en el banco de alimentos es donada a los bancos de alimentos comunitarios y las fábricas de conservas de la Iglesia con frecuencia donan sus productos a otras organizaciones de ayuda al hambriento para su utilización.
Esto, de hecho, es un aspecto del programa que es de algún modo único. A los miembros que reciben asistencia se les pide ser voluntarios un tiempo para ayudar a otros necesitados o a servir en la iglesia con el fin de “pagar” por su asistencia. El trabajo no es suficiente para cubrir el precio real, pero al contribuir con el programa, la persona es capaz de conservar un sentido de autoestima y de autosuficiencia. Aunque no reciben un cheque, su voluntariado contribuye al bien mayor y a menudo significa que aquellos necesitados están ayudando a otros igualmente necesitados.
Además de estos programas congregacionales, los mormones operan una fundación humanitaria que sirve a gente en todo el mundo y que no es de naturaleza religiosa. Los servicios son dados a todo el que los necesite y a menudo a comunidades enteras. En el 2011, el programa mormón de ayuda humanitaria gastó 22 millones de dólares en ayuda de emergencia, sin incluir la labor de miles de voluntarios que hicieron el trabajo. Muchos que vivieron en áreas de desastre vieron que cientos de voluntarios mormones aparecen con polos o chalecos amarillos de Manos que Ayudan, preparados para hacer lo que se necesite hacer. Las contribuciones en áreas de desastre continúan mucho después que los medios se han ido buscando nuevas historias. Además, el programa opera asistencia en curso en áreas tales como resucitación neonatal, vacunas, agua potable, donaciones de sillas de ruedas, y alfabetismo. Las parejas jubiladas a menudo son voluntarias y dejan sus cómodos hogares y se dirigen a programas de ayuda humanitaria en países en desarrollo sin pago alguno.
Por supuesto, no todos los programas están en curso. Además de los diferentes programas de voluntarios abiertos a los mormones por medio de su Iglesia, hay también innumerables obras de servicio realizado cada día por las personas; entrega de alimentos, cuidado de niños, cuidado de ancianos, o ayuda para aprender a utilizar la computadora. También hay proyectos ocasionales, tales como un grupo de niños o adultos haciendo mantas para los desamparados, botitas de lana para bebés en refugios, y creando paquetes de higiene para aquellos en áreas de desastre.
Las organizaciones de caridad necesitan fondos para poder operar, aun cuando utilizan trabajo voluntario. Los mormones donan grandes porciones de sus ingresos a caridad. El 88 por ciento de mormones activos pagan el diez por ciento de sus ingresos como diezmos, como se pide en la Biblia. Sin embargo, además de esto, el mormón promedio también dona US$1,171 dólares al año a obras de caridad no mormonas y un adicional de 650 dólares al año al programa de bienestar social de la iglesia.
El estudio declaró que sobre todo, los mormones son los miembros más pro-sociales de la sociedad estadounidense y son muy generosos tanto con tiempo como con dinero.
¿Qué motiva a los mormones a ser lo que el informe llama los miembros más pro-sociales de la sociedad? Los mormones, un apodo dado a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, aprenden a seguir el ejemplo de Jesucristo, quien siempre estaba en busca de maneras de servir a aquellos a quienes ministraba.
En octubre del 2009, Thomas S. Monson, el actual profeta mormón, dio un discurso a los adolescentes llamado “El gozo del servicio”. El presidente Monson es conocido por su pasión por el servicio, habiendo sido criado durante la depresión por padres que siempre estaban sirviendo a sus vecinos y alimentando a los hambrientos que venían a su puerta. Como hombre casado en sus jóvenes veintes, fue llamado a ser obispo de una congregación que incluía a veinte viudas. Su congregación era muy pobre y necesitaba de bastante cuidado, lo que hizo con amor y desinterés.
El presidente Monson dijo:
A medida que miramos hacia arriba, inevitablemente aprendemos nuestra responsabilidad de extendernos a los demás. Para encontrar verdadera felicidad, debemos buscarla en un enfoque fuera de nosotros mismos. Nadie ha aprendido el significado de vivir hasta que ha vencido su ego al servicio de sus semejantes. El servicio a los demás es semejante al deber, el cumplimiento del cual trae verdadero gozo. No vivimos solos, en nuestra ciudad, nuestra nación o nuestro mundo. No existe una línea divisoria entre nuestra prosperidad y la miseria de nuestro vecino. Esta verdad inspira el encargo familiar: “Vayan adelante a servir”. Aunque algunos de nosotros tratemos, no podemos escapar de la influencia que tienen nuestras vidas en las vidas de los demás. Es nuestra la oportunidad de edificar, de elevar, de inspirar, y por supuesto, de dirigir. El Nuevo Testamento enseña que es imposible tomar una actitud correcta hacia Cristo sin tomar una actitud desinteresada hacia los hombres:
“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Podemos pensar según nos parezca, pero no hay duda acerca de lo que la Biblia enseña. En el Nuevo Testamento no hay un camino al corazón de Dios que no conduzca a través del corazón del hombre. El Profeta José Smith (Joseph Smith) enseñó que un verdadero Santo de los Últimos Días “debe alimentar al hambriento, vestir al desnudo, proveer a la viuda, secar las lágrimas del huérfano, consolar al afligido, ya sea en esta Iglesia o en cualquier otra, o aun sin ninguna iglesia, donde sea que los encontrare” (Times and Seasons, Mar. 15, 1842, 732).”
Este sermón llega al corazón del mormonismo y ayuda a explicar lo que los investigadores encontraron. Es una religión que se centra en el amor, el servicio y la compasión por los demás.