Nota del editor: Cada vez que vemos noticias de desastres naturales en cualquier parte del mundo —inundaciones, incendios, terremotos o tormentas— es imposible no preguntarnos: ¿estamos realmente preparados?

La respuesta, más allá del miedo o la incertidumbre, se encuentra en la preparación con propósito. Y eso es justo lo que los líderes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han enseñado durante décadas: prepararse no es solo un acto de prudencia, sino de amor por nuestras familias y por quienes dependen de nosotros.

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Una advertencia sabia y constante

Mucho antes de que estos eventos llenaran titulares, el presidente Thomas S. Monson ya nos recordaba:

“Debemos hacer frente a los peligros que nos rodean tanto a nosotros como a nuestras familias”.

Y el presidente Gordon B. Hinckley también enseñó:

“El hogar es el fundamento de una vida recta y ningún otro medio puede ocupar su lugar ni cumplir sus funciones esenciales”.

Entonces, ¿por qué no usar una noche de hogar para poner manos a la obra?

Mochilas listas, corazones en paz

La mochila de emergencia —o mochila de 72 horas— puede marcar la diferencia entre el caos y la calma. Se trata de preparar una por cada miembro de la familia, incluyendo los elementos básicos para sobrevivir al menos tres días fuera de casa.

Y lo mejor: ¡no necesitas gastar mucho! La mayoría de artículos ya los tienes en casa o puedes conseguirlos fácilmente.

Lista sugerida para tu mochila de emergencia (versión Santo de los Últimos Días):

  • Salud: Botiquín de primeros auxilios y medicamentos esenciales (como un inhalador si alguien tiene asma).
  • Higiene: Gel antibacterial, papel higiénico, toallas pequeñas y paños húmedos.
  • Alimentos: Enlatados, galletas, barras de chocolate y agua embotellada.
  • Abrigo: Mantas polares, pantuflas o calcetines gruesos.
  • Documentos y útiles: Identificación, dinero en efectivo (especialmente monedas), lámparas recargadas, cargadores portátiles.
  • Espiritualidad: Escrituras, aceite consagrado y una oración en familia antes de cerrar la mochila.

Si hay bebés o adultos mayores, recuerda incluir pañales, biberones, papillas, medicinas especiales y una muda de ropa.

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Más allá de una mochila: un principio de fe

No se trata solo de reaccionar ante un desastre. Se trata de actuar con fe. Preparar una mochila, almacenar alimentos y agua, y fortalecer nuestro espíritu es vivir como las vírgenes prudentes de la parábola bíblica, aquellas que llenaron sus lámparas antes de que llegara el momento.

Sigamos el consejo de nuestros líderes. No por temor, sino por fe. No para acumular, sino para servir. Porque en tiempos de dificultad, estar preparados es también una forma de amar.

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