En un mundo lleno de distracciones y voces que muchas veces confunden lo que significa el amor verdadero, es hermoso detenernos un momento para escuchar la voz de profetas y apóstoles.

Sus mensajes nos recuerdan que el matrimonio no es solo un contrato social, sino una unión eterna con un propósito divino.

Dedicar tiempo en pareja para leer o escuchar un discurso de la conferencia general puede convertirse en un momento sagrado. Es una oportunidad para mirarnos con gratitud, reflexionar sobre nuestra relación y recordar lo que el Señor espera de nosotros como compañeros eternos.

Aprender a observar con amor

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El élder L. Whitney Clayton enseñó: “Observa y aprende”. Él explicó que los matrimonios más felices valoran su relación como una perla de gran precio.

Cuando dejamos de fijarnos en las fallas del otro y aprendemos a observar con gratitud, el amor se convierte en un maestro silencioso.

“En los matrimonios más felices, tanto el esposo como la esposa consideran su relación como una perla de gran precio, un tesoro de valor infinito. Ambos dejan a su padre y a su madre y se disponen a edificar juntos un matrimonio que prosperará por toda la eternidad; comprenden que caminan por una senda divinamente ordenada.” – L. Whitney Clayton

Podemos preguntarnos juntos: ¿qué estamos aprendiendo hoy de nuestra relación? ¿Qué ve el Señor en nosotros que necesitamos valorar más?

Recordar que el matrimonio celestial es la mayor promesa

El presidente Nelson pide a los Santos de los Últimos Días que "redediquen sus vidas a Jesucristo"
Imagen: Newsroom.churchofjesuschrist.org

El presidente Russell M. Nelson enseñó que “el matrimonio celestial proporciona mayores posibilidades de obtener la felicidad que cualquier otro tipo de relación”.

Al escuchar esas palabras, comprendemos que no se trata de una promesa lejana, sino de una invitación diaria a vivir con visión eterna.

“Mientras que la salvación es un asunto individual, la exaltación es un asunto familiar. Solo quienes se hayan casado en el templo y cuyo matrimonio esté sellado por el Santo Espíritu de la promesa continuarán como cónyuges después de la muerte y recibirán el más alto grado de gloria celestial o la exaltación”. – Russell M. Nelson

Cuando decidimos amar como Cristo, incluso en los días difíciles, recordamos que el convenio del templo nos sostiene y nos proyecta hacia la eternidad.

Descubrir gozo en los detalles cotidianos

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El élder Richard G. Scott dijo que el sellamiento en el templo cobra mayor significado a medida que la vida avanza”.

Con los años, descubrimos que la verdadera alegría no está en lo espectacular, sino en los gestos sencillos: una mirada, un servicio, una palabra amable.

“Dos de los pilares esenciales que sostienen el plan de felicidad del Padre Celestial son el matrimonio y la familia. La gran importancia que tienen se pone de relieve en los esfuerzos incesantes que realiza Satanás por dividir la familia y minimizar el significado de las ordenanzas del templo que unen a la familia por la eternidad”.– Richard G. Scott

Esos detalles cotidianos hacen que nuestro matrimonio sea más fuerte y más parecido al amor eterno de nuestro Padre Celestial.

Comprender que la familia es parte del plan de Dios

Elder-Christofferson en el pulpito
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El élder D. Todd Christofferson recordó que el matrimonio no se trata solo de la felicidad de dos personas, sino de una responsabilidad con el mundo y con la eternidad: El matrimonio proviene de arriba, de Dios”.

Cada persona lleva consigo la imagen divina, pero es en la unión matrimonial del varón y la mujer como uno donde quizás se manifiesta el significado más completo de lo que es haber sido hechos a la imagen de Dios, varón y hembra. Ni nosotros ni ningún otro ser humano puede alterar ese divino orden del matrimonio; no es una invención humana. – D. Todd Christoferson

Ese recordatorio nos ayuda a ver que nuestro amor no es solo nuestro, sino parte de un plan mucho más grande. Cada decisión de amar, servir y permanecer juntos impacta no solo nuestra vida, sino también la de generaciones futuras.

Una invitación entre cónyuges

Invitamos a elegir uno de estos discursos y escucharlo juntos esta semana. Tomémonos un momento para conversar después y pregúntense:

  • ¿Qué enseñanza sentimos que Dios quería darnos hoy?
  • ¿Cómo podemos aplicar esta verdad en nuestro hogar?

Al hacer esto, su matrimonio se nutrirá de palabras eternas y se convertirá, día a día, en el reflejo del amor de Cristo.

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