¿Qué tienen en común una misión en el Pacífico, un campus universitario en Provo y un montículo en las Grandes Ligas? La respuesta: Justin Sterner.
No todos los días un joven misionero vuelve del campo misional para convertirse en beisbolista profesional. Pero ese fue el camino —poco común y profundamente inspirador— que recorrió Justin Sterner, quien debutó en las Grandes Ligas el 31 de mayo de 2024, con los Tampa Bay Rays.

Hoy, a sus 28 años y jugando como lanzador con los Oakland Athletics, Justin es más que una estadística. Es un testimonio vivo de que la fe, el trabajo arduo y los convenios con Dios pueden llevarnos más lejos de lo que jamás imaginamos.
De misionero en Samoa a BYU

Antes de vestir el uniforme de BYU y luego el de las Grandes Ligas, Justin sirvió una misión de dos años para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Samoa, una experiencia que transformó su vida para siempre.
“Fue un choque cultural total. Pasé de vivir en el sur de California a un lugar donde muchas familias viven en chozas sin paredes y pescan su cena cada día. Pero me enamoré del pueblo samoano. Fue más difícil despedirme de ellos que dejar mi casa”, recuerda.
Allí aprendió lecciones que lleva hasta hoy: la gratitud en medio de la sencillez, el poder de la conexión humana y el gozo de servir.
Trabajo duro
Tras su misión, Justin se unió a BYU como jugador no becado, luchando por un lugar en el equipo. Su constancia lo llevó a destacar rápidamente, ganar una beca, y finalmente, firmar con los Miami Marlins como agente libre.

Desde entonces, ha demostrado que lo suyo no es solo talento, sino carácter. Hoy suma apariciones exitosas con los Athletics y se ha ganado la confianza de su equipo, incluyendo a su mánager y veteranos compañeros.
“Todos dicen que llegar a las Grandes Ligas es difícil, pero mantenerse es aún más. Cada día tengo que ganarme mi lugar otra vez, y lo hago con gratitud y determinación”, afirma.
Fe en el camino
Lo que más distingue a Sterner no es solo su recta o su efectividad, sino su perspectiva. Pertenece al pequeño grupo de jugadores de las Grandes Ligas que sirvieron una misión, un “hermanamiento especial” como él lo describe. Y, aunque lleva ahora otro uniforme, su corazón sigue ligado a BYU, su fe y su familia.

Hoy, Justin sigue vinculado al programa deportivo de BYU, entrena con ellos en la temporada baja, y se mantiene como un ejemplo para sus dos hermanos menores, que también han sido parte del equipo.
La historia de Justin Sterner no es solo la de un atleta. Es la de un discípulo, un trabajador incansable y un soñador que puso su confianza en Dios y no se rindió. Una historia que nos recuerda que, si caminamos con fe y no tememos trabajar duro, el Señor puede llevarnos a lugares que nunca imaginamos… incluso a las Grandes Ligas.
Fuente: Deseret News
Felicidades éxito se que lo logrará siempre poniendo la confianza en nuestro parte celestial
Pertenecer a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida, Gracias por compartir, Bendiciones