¿Por qué Dios no salva a todos?

Por Terrie Lynn Bittner

Para muchos, la creencia de que Dios es un Padre amoroso parece sugerir que Él debería salvar a todos Sus hijos, sin importar sus decisiones durante su vida. Encuentran difícil ver a un Padre amoroso como alguien que niegue a Sus hijos, cualquiera de estas bendiciones o la eternidad con Él. Echemos un vistazo a cómo el evangelio trabaja para ver por qué no es posible que Dios regrese a todos a Su presencia.

Jesus-Praying-Gethsemane-MormonPrimero, debemos examinar lo que la palabra “salvo” quiere decir, lo cual difiere de religión en religión. Dado que estoy escribiendo como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros a veces son llamados mormones, les daré nuestra definición de este término. Puede sorprender a algunos encontrar mormones que creen en ser salvos por la gracia. Sí, creemos, pero puede no significar exactamente lo que ustedes entienden por este término. Una vez que comprendamos lo que significa ser salvo y por qué hemos nacido en primer lugar, podemos empezar a entender por qué Dios no puede salvarnos independientemente de nuestras decisiones.

Porque nosotros trabajamos diligentemente para escribir, a fin de persuadir a nuestros hijos, así como a nuestros hermanos, a creer en Cristo y a reconciliarse con Dios; pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos (2 Nefi 25:23).

La gracia, para un mormón, es el resultado de la misión de Jesucristo. Ninguno de nosotros es capaz de vivir una vida libre de pecado, y por lo tanto, si se utilizara sólo la ley para juzgarnos, seríamos incapaces de ser salvos. Sin embargo, Jesucristo voluntariamente vino a la tierra, vivió una vida libre de pecado, lo cual pudo hacer debido a que Él tuvo un padre divino, y luego tomó nuestros pecados sobre Sí en el Jardín de Getsemaní. Murió en la cruz por nosotros, venciendo a la muerte cuando resucitó. Este sacrificio voluntario nos permitió también vencer a la muerte y vivir para siempre. Hizo posible para nosotros el arrepentirnos si pecamos, lo que quiere decir que podemos ser perdonados y retornar a casa con Dios sin ser perfectos cada momento de nuestra vida. La gracia es un regalo extraordinario, y es algo que no podríamos obtener por nuestra cuenta. Sólo llega por medio de Jesucristo, debido a que nadie más cumple los requisitos para el papel del Salvador.

Sin embargo, la mayoría de personas que aman a Dios quiere más que sólo vivir para siempre. Quieren vivir para siempre con Dios. Esto es llamado la exaltación y requiere un poco más que sólo existir. Todos los que han vivido o que vivirán en la tierra vivirán para siempre, pero sólo algunos serán capaces de vivir con Dios en Su presencia. ¿Qué se requiere para ser exaltado? Una vez que lo comprendamos, podemos darle un vistazo al por qué Dios simplemente no salva a todos automáticamente.

Hay algunos que dicen que no se requiere de ninguna obra para ser salvo; que la gracia por sí sola es suficiente. Curiosamente, sin embargo, esta misma gente dirá que deben aceptar a Jesucristo como su Salvador para ser salvos. Hacer esto es, por supuesto, una obra. La discusión entonces, realmente no es sobre si se requieren obras o no, sino sobre cuántas obras son requeridas y cuáles son. Algunos también dice que debemos ser bautizados con el fin de ser salvos; de hecho, la Biblia dice esto también. El bautismo es una obra.

El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado (Marcos 16:16), Jesús le dijo a sus discípulos.

Entonces vemos que tanto la fe como el bautismo son requeridos para ser salvos; ambos de los cuales son obras que deben ser tomadas deliberadamente  por la persona que desea ser salva, si ser salvo es ser exaltado. ¿Qué más dice la Biblia que debemos hacer para regresar a la presencia de Dios?

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Esto, entonces, es donde la escritura del Libro de Mormón citada al comienzo de este artículo entra:

Porque nosotros trabajamos diligentemente para escribir, a fin de persuadir a nuestros hijos, así como a nuestros hermanos, a creer en Cristo y a reconciliarse con Dios; pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos (2 Nefi 25:23).

Ahora podemos darle un vistazo a la escritura y encontrar lo que significa. Entonces estamos listos para comprender por qué Dios no puede simplemente quebrantar esta regla y dejarnos entrar a todos. Los mormones creen que sólo por medio de Jesucristo una persona puede ser salva. No podríamos habernos salvado a nosotros mismos porque no hemos vivido una vida perfecta. Si Jesucristo no hubiera expiado por nuestros pecados, no habríamos sido capaces de arrepentirnos. ¿Por qué es importante esto?

Imaginemos el Cielo por un momento. ¿Qué nos imaginamos? Aunque no conocemos grandes detalles acerca de cómo funcionará la vida allí, sabemos que será un lugar seguro y espiritual, donde todos amen a Dios y compartan los mismos valores. Todos tendremos las mismas metas y el mismo estilo de vida moral. Si esto no fuera verdad, sólo sería una continuación de la vida en la tierra, con sus presiones, crímenes, crueldad e infelicidad. Cuando morimos, llevamos con nosotros lo que está en nuestros corazones y nuestras mentes; en otras palabras, seguiremos siendo nosotros mismos. Seremos la persona en la que hemos decidido convertirnos durante nuestra vida. Esta es la persona que vivirá en el Cielo. Con el fin de que el reino personal de Dios sea uno de gozo, paz y amor, todos los que vivan allí deben compartir la misma visión de vida y deben haber aprendido a vivir de esa manera.

Los mormones no creen que todas las personas puedan ser divididas en dos categorías; buenas y malas. Cuando vemos alrededor de nosotros en la tierra, vemos gente que se acerca a la moralidad en muchos niveles distintos. En la Biblia, Jesús dijo a sus discípulos que en el Cielo había muchas mansiones. Esto quiere decir que no sólo hay un lugar para aquellos que no son totalmente malvados. Aunque los mormones creen que algunos de los peores, aquellos que tienen un conocimiento seguro de Cristo (alguien que recibió una visita personal de Cristo, tal vez) y después lo niega, por ejemplo, serán forzados a vivir con Satanás por toda la eternidad. A la mayoría, sin embargo, se le permitirá vivir en un reino accesible a visitas de Jesucristo y donde serán más felices de lo que han sido jamás. Sin embargo, sólo aquellos con el más alto nivel de obediencia y fe,  debido a que nuestro nivel de obediencia por las razones correctas son una demostración de nuestra fe, serán capaces de vivir en la presencia de Dios. Este reino está reservado sólo para aquellos que sean a semejanza de Cristo en sus corazones y que se han comprometido a poner a Dios en primer lugar.

Todos nosotros tenemos albedrío. Este es el derecho a elegir. Fue dado a nosotros desde el momento en que fuimos creados e incluso Adán y Eva tenían un árbol colocado justo al centro del Jardín del Edén, donde lo podían ver todos los días. La decisión de participar o no del árbol era de ellos. Las consecuencias de sus decisiones, sin embargo, no dependían de ellos. Dios es siempre veraz, siempre de confianza. Él siempre obedece las leyes. Nosotros nos comprometimos antes de venir a la tierra a una serie de guías concernientes a nuestras vidas aquí en la tierra.

Los mormones creen que vivimos con Dios como espíritus antes de venir a la tierra. “Antes que te formase en el vientre, te conocí; y antes que nacieses, te santifiqué; te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). Durante este tiempo, Dios nos habló acerca de nuestra vida en la tierra. Se nos permitió elegir si aceptábamos a Jesucristo como nuestro Salvador; una necesidad con el fin de venir a la tierra,  o lo rechazábamos, en cuyo caso se nos negaría el vivir en la tierra y tendríamos que vivir eternamente con Satanás. Un tercio eligió a Satanás. Todos los que han vivido en la tierra eligieron a Jesucristo. Parte del plan que aceptamos involucraba tener albedrío. No recordaríamos nuestra vida previa y tendríamos que encontrar la verdad por nuestra cuenta. Tendríamos al Espíritu Santo para impulsarnos si estamos dispuestos a escuchar estos impulsos. Comprendimos que algunos de nosotros rechazaríamos la verdad o nos rehusaríamos a vivir la vida que Él nos enseñó vivir, y que no se nos permitiría regresar a casa. Aceptamos estos términos.

Comprendemos que los buenos padres deben dejar que sus hijos sufran las consecuencias de sus decisiones, incluso cuando aquellas decisiones provoquen dolor y sufrimiento. Dios es un padre perfecto. Él hace todo lo que está en Su poder para ayudarnos a tomar las decisiones correctas y está siempre ahí cuando lo necesitamos. Sin embargo, al final, la decisión la debemos tomar nosotros.

Podríamos decir, entonces, que Dios nos salva a todos, pero sólo si estamos dispuestos a ser salvos buscando humildemente la verdad y aceptándola, aún si la encontramos donde no esperábamos encontrarla. Debemos estar dispuestos a orar y pedir a Dios confirmación de lo que pensamos podría ser la verdad y luego a actuar sobre la respuesta que Él nos da.

Dios confía en nosotros. Ahora depende de nosotros vivir a la altura de esa confianza.

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