Hace un par de semanas, me llamó la atención la afirmación de un ‘antimormón’ (actualmente ateo, si no me equivoco) de que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es “100%” una “secta”. Considerando —sobre todo— el uso peyorativo de la palabra secta.
¿Qué hace que la Iglesia sea una “secta”, según este crítico? Es el hecho, dice, de que la Iglesia intenta controlar gran parte de la vida de las personas. Menciona específicamente las citas, el sexo, la reproducción, las relaciones, la comida, la ropa interior, la apariencia personal, las finanzas, el lenguaje y los “manierismos”.
¿Ninguna religión discute el aborto?
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no es la única entre los movimientos religiosos que intenta orientar a sus seguidores en las prácticas de cortejo y relaciones, comportamiento sexual y reproducción.
La Iglesia Católica Romana, con sus sacerdotes y monjas célibes, sus abadías y monasterios y sus normas sobre anticoncepción y aborto, sin duda, tiene algo que decir sobre el tema. Lo mismo hacen los judíos ortodoxos y los amish del Viejo Orden. ¿Los judíos ortodoxos aprueban la actividad sexual extramatrimonial y prematrimonial? ¿Los amish suelen casarse con los “ingleses” que viven a su alrededor? ¿Cómo es la escena de las citas entre los amish?
¿El ayuno es exclusivo de la Iglesia?
El crítico menciona la actitud de la Iglesia hacia la “comida” —para ser útil, probablemente deberíamos especificar “bebida”, ya que es la disposición más obvia en la Palabra de Sabiduría— como uno de los factores que demuestran que es “100%” una “secta”. A menos que se refiera al ayuno, una práctica común en el cristianismo.
Tal vez no esté al tanto de las reglas kosher del judaísmo y de las estipulaciones del islam sobre lo que es y no es halāl, estipulaciones que obviamente se refieren a la comida pero que también cubre la bebida. ¿Ha disfrutado de un sándwich de jamón con su rabino local? ¿Ha invitado a su imán del barrio a una fiesta de cata de vinos? ¿Ha invitado a su compañero de trabajo musulmán a un sándwich BLT?
¿Y qué hay de las túnicas o los hijabs?
Otra de las cosas que hace que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sea una secta, asegura este crítico, es que propone reglas sobre la imagen personal. Aparentemente, ni el catolicismo ni el islam ni el judaísmo ni ninguna otra lo hacen. Las vestimentas religiosas son simplemente prendas míticas, como lo son las túnicas monásticas y las kipás y los cuellos clericales y los hijabs y los velos y los kufis.
Por lo tanto, los Santos de los Últimos Días no son los únicos en tener reglas religiosas sobre la vestimenta y la modestia. De hecho, debería averiguar sobre el talit y el tzitzit y, especialmente, del talit katan. O del escapulario, o del yagnopavitam, o del kachera, o del cilicio.
¿Nadie pide donaciones?
Nuestro crítico menciona las enseñanzas y prácticas de la Iglesia en materia de “finanzas” como una clara señal de que se trata absolutamente de una “secta”. Parece que otros movimientos religiosos no exigen dinero y, por lo tanto, no piden donaciones. La práctica del “diezmo” es aparentemente exclusiva de la Iglesia, y nociones como pasar platos de colecta, reunir el “óbolo de San Pedro” y ofrecer el zakat son, una vez más, puramente mitológicas.
Además, ningún otro movimiento religioso ha dicho nada sobre las prácticas financieras o económicas. La Biblia hebrea no dice nada al respecto, al igual que la sharia musulmana. La Iglesia católica medieval no tenía nada que decir sobre la usura, y no existe en absoluto algo así como la “banca islámica”. Y, por supuesto, la política amish sobre préstamos para automóviles, autos deportivos importados, luces de neón y televisores de pantalla ancha es famosa por su extravagancia.
Divino don del albedrío
En todo el mundo, las religiones suelen intentar orientar a sus seguidores en cuestiones de citas, sexo, reproducción y relaciones, en la comida, la apariencia personal, finanzas, lenguaje y “manierismo”. Por lo que resulta totalmente falso que únicamente existan normas sobre estas cuestiones en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Abarca religiones que, colectivamente, representan a la abrumadora mayoría de la humanidad.
Por supuesto, puede simplemente (y probablemente lo haga) oponerse a la religión en general. Pero, en ese caso, tal vez sea un tanto hipócrita por su parte señalar un movimiento religioso por esos motivos y calificarlo como “secta”.
Especialmente en una denominación religiosa en la que se da un énfasis especial al don del albedrío; es decir, la libertad de todas las personas a tomar sus propias decisiones. Y que constantemente hace llamados de unión entre cada fe.
Fuente: Meridian Magazine