La Iglesia de Jesucristo es reconocida por sus numerosos edificios, como los centros de adoración y edificaciones sagradas.
Uno de los más importantes para los Santos de los Últimos Días son los templos, que son literalmente la Casa del Señor, un lugar santo y de adoración donde las personas hacen convenios y promesas sagradas con Dios.
A lo largo de la historia, el Señor ha mandado a Su pueblo a construir templos.
La Iglesia de Jesucristo ha construido, construye y construirá templos por todo el mundo para permitir que los hijos e hijas del Padre Celestial reciban todas las bendiciones que Él tiene preparado para ellos.
Estas edificaciones sagradas no sólo llaman la atención por su importancia y el papel que desempeñan en la vida de cada miembro de la Iglesia, sino también por lo particular de su construcción.
Si bien no hay una información oficial del costo de la construcción de cada templo, aquí hay algunas razones por las cuales el templo tiene más valor de lo que el dinero puede comprar.
Futuras generaciones
Lo primero que debemos considerar al pensar en un templo del Señor, aparte de su propósito sagrado, es que son edificaciones que se construyen con el fin de que perduren hasta la llegada del Salvador.
Por ejemplo, la construcción del Templo de Salt Lake City, Utah, tomó más 40 años en completarse. El segundo presidente de la Iglesia, Brigham Young, se centró en la calidad del edificio, sin importar el tiempo que tomaría.
Según lo registrado, el presidente Young expresó:
“Estoy dispuesto a esperar unos años [para lograrlo]. Quiero ver el Templo construido de una manera que perdure durante el Milenio”.
Queda claro que lo que se desea no es solo la belleza arquitectónica, sino edificar un lugar sagrado que pueda beneficiar a los Santos por muchas generaciones. No es solo nuestro, también es del templo de los que vendrán.
Tributo a Dios
Una de las cosas que podemos admitir es que los templos de la Iglesia están hechos con los mejores materiales. Pero, ¿para qué?
Para responder eso debemos volver al primer punto. Recordemos el tiempo de vida que se desea tenga un templo.
Bill Williams, un arquitecto de la Iglesia desde el 2003, expresó para la Sala de Prensa de la Iglesia que una parte crítica de la fase de planificación de un templo se llama “diseño sostenible”.
No sólo se trata de preservar en entorno y el uso eficaz de los recursos, el uso de energía y agua, sino del uso de materiales exteriores e interiores que tengan una vida útil prolongada, es decir, que no se desgasten rápidamente.
Otra de las razones proviene por nuestro amor al Salvador. Deseamos darle lo mejor que podamos, ya sea de manera material o en habilidad. La Iglesia desea únicamente lo mejor para el Señor y utiliza los recursos de la mejor calidad así como mano de obra.
Esto no es algo nuevo, podemos encontrarlo en la descripción del Templo de Salomon en 1 Reyes 7 donde se usaron los mejores materiales y los mejores acabados.
El élder William R. Walker, director ejecutivo del Departamento de Templos de la Iglesia afirmó:
“No se trata de ser ostentosos, sino de que sean hermosos como un maravilloso tributo a Dios”.
Un sacrificio lleno de amor
En los primeros años de la Iglesia, originalmente se solicitó a los miembros que donaran o financiaran los costos de construcción del templo para cumplir con estos propósitos.
Muchos hermanos y hermanas vendieron sus viviendas o pertenencias con el fin de apoyar a la obra.
Otros donaron su tiempo ayudando en la construcción, trabajando hasta 10 horas al día realizando viajes no sólo para llegar al centro de construcción, sino para obtener los materiales necesarios como lo fue en la construcción del Templo de Salt Lake.
Las hermanas donaban ropa para los trabajadores, alimentos y hasta a veces sacrificaban sus pertenencias para ayudar de cualquier manera que les era posible.
Este sacrificio venía de su deseo de agradar al Señor, porque sabían que las bendiciones vendrían, confianza en su Padre Celestial.
Dusty Mundy, quien trabajó en la construcción del Templo de Provo City, expresó:
“Es una bendición. Uno quiere hacer su trabajo de la mejor manera… y dar tu mejor esfuerzo.”
De cierto modo, eso aumenta lo sagrado y especial de un templo; agrega al sacrificio que los hermanos hicieron sin esperar nada a cambio.
Es único
Cada vez que la Iglesia de Jesucristo inicia un proyecto para la construcción de un nuevo templo, se tienen en cuenta los detalles del lugar.
Cada templo es único en cuanto a sus diseños, motivos, decoraciones con el fin de que el Templo tenga parte del país en donde se encuentra. Es la Casa de Dios creada especialmente para los hermanos del lugar.
El Templo de Ciudad de México, México, fue construido con un diseño ornamentado inspirado en la arquitectura maya y azteca.
El templo de Trujillo, Perú, tiene en su interior diseños que se asemejan a las redes de pesca de la cultura Chan Chan.
El Templo de Roma, Italia tiene motivos de árboles de olivo y diseños que reflejan el arte de Miguel Ángel.
Un lugar sagrado
El templo, para los Santos de los Últimos Días, es el lugar de adoración más sagrado sobre la tierra. Es un lugar apartado del resto del mundo donde los miembros procuran acercarse más a Dios.
Las ordenanzas que ahí se hacen están ligadas a momentos especiales, que entrelazan generaciones, y unen el cielo con la Tierra.
Más allá de estás ordenanzas, cada miembro de la Iglesia también tiene un recuerdo favorito en el templo, momentos donde sintieron la mano de Dios, donde pudieron casarse con alguien por toda la eternidad, donde pudieron sellarse a sus padres, hijos, donde simplemente recibieron las respuestas que necesitaban.
No tiene precio
Vivimos en un mundo donde lo material parece tener mayor relevancia y menos alma. Cambiamos celulares, ropa, zapatos de una manera tan rápida que se ha vuelto parte de nosotros. El precio, las etiquetas parecen ser nuestra tarjeta de presentación, pero hay algo más que eso.
Tal vez haya gente que pueda tener todos los datos financieros de las construcciones, hacer suposiciones de cuanto gasta la Iglesia en los Templos, ponerle un precio a todos sus edificios, sin embargo hay mucho que el dinero jamás podrá medir.
En palabras del presidente Thomas S.Monson:
“Cada [templo] se erige como un faro para el mundo, una expresión de nuestro testimonio de que Dios, nuestro Padre Eterno vive, que Él desea bendecirnos y, en verdad, bendecir a Sus hijos e hijas de todas las generaciones.”
Los templos son nuestro faro, y aunque quizá no vivamos cerca a uno, su luz y bendiciones siempre nos llegarán.
¿Qué significan para ti los templos? Déjanos un comentario.