Como un recordatorio de su mensaje en la reciente conferencia general de octubre, el élder Quentin L. Cook del Cuórum de los Doce Apóstoles volvió a enseñarnos que los desafíos y pruebas que tenemos en este mundo no son eternos.
Recientemente, el élder Cook compartió en sus redes sociales:
“¿Por qué un Dios justo permite que sucedan cosas malas, especialmente a las personas buenas?” y “¿Por qué aquellos que son justos y están al servicio del Señor no son inmunes a esas tragedias?”.
Aunque no tenemos todas las respuestas, conocemos principios importantes que nos permiten afrontar las pruebas, la tribulación y las adversidades con fe y confianza en que a cada uno de nosotros le aguarda un futuro mejor.
Es evidente que tenemos un Padre Celestial que nos conoce y nos ama personalmente y entiende nuestro sufrimiento a la perfección. Su Hijo, Jesucristo, es nuestro Salvador y Redentor.
El plan de felicidad de nuestro Padre para Sus hijos no solo incluye la vida premortal y la mortal, sino también la posibilidad de la vida eterna, incluso una gran y gloriosa reunión con aquellos que hemos perdido.
Todas las injusticias serán enmendadas y veremos con perfecta claridad y con una perspectiva y un entendimiento impecables.
La última línea de un sabio himno comunica hermosamente la respuesta definitiva:
“No hay pesar en la tierra que el cielo no pueda sanar”.