¿Por qué necesito a Jesucristo en mi vida?

A menudo medito en esta pregunta y recuerdo momentos donde se me ha cuestionado la necesidad de un salvador personal. Nuestro Padre Celestial y Jesucristo nos conocen a cada uno de nosotros y sé que ha sido así desde el principio; “Antes que te formase en el vientre, te conocí…“(Jeremías 1:5). Aun desde la fundación del mundo nosotros sentimos amor por Ellos y sostuvimos a Cristo como nuestro Salvador en la tierra. Nosotros aceptamos el plan de Dios y hoy estamos aquí para cumplir con la medida de nuestra creación. 

“Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban con él: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual estos puedan morar;  y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare”     (Abraham 3: 24-25)

El primer hombre que vivió en esta tierra fue Adán, creado a imagen y semejanza de Dios, ese hombre con el que todos tenemos que ver “Por consiguiente, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”   (Romanos 5:12)

Vivimos en un mundo caído donde llegamos a ser pecadores como enseñan las escrituras, somos tentados constantemente y sabemos que aunque sea en lo más mínimo siempre caeremos

¿Cómo pues no necesitaríamos un Salvador?

Somos seres mortales y caídos por la trasgresión de Adán, sabíamos que estaríamos expuestos a las tentaciones, al sufrimiento y desafíos de este mundo aun hasta la muerte y que necesitaríamos un Salvador que nos redimiera de ese estado caído; Necesitamos al Salvador para vivir nuevamente luego de la muerte física y necesitamos al Salvador para no morir espiritualmente.

“He aquí, te digo que no hay resurrección, o en otras palabras, quiero decir que este cuerpo mortal no se reviste de inmortalidad, esta corrupción no se reviste de incorrupción, sino hasta después de la venida de Cristo.” (Alma 40:2)

Sabemos que la caída de Adán y Eva son esenciales para nosotros pues no existiríamos de no ser por ellos “Pero he aquí, todas las cosas han sido hechas según la sabiduría de aquel que todo lo sabe. Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo. Y el Mesías vendrá en la plenitud de los tiempos, a fin de redimir a los hijos de los hombres de la caída. Y porque son redimidos de la caída, han llegado a quedar libres para siempre, discerniendo el bien del mal, para actuar por sí mismos, y no para que se actúe sobre ellos…”(2 Nefi 2: 24.26)

El Señor desea que tengamos gozo a pesar de nuestro estado caído.  Al esforzarnos por cumplir con sus mandamientos hallaremos ese gozo, al arrepentirnos constantemente sentiremos paz y el conocimiento de su sacrificio expiatorio nos permite seguir adelante en cada uno de nuestros obstáculos.

Tenemos el don del albedrio y es clave en el Plan de Salvación. Cristo a lo largo de su ministerio siempre invito a aquellos que él enseñaba con amor a seguirle y siempre fue delante de ellos dándoles el ejemplo de cómo debían obrar. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.” (Mateo 11:28-30)

Hay muchísimos ejemplos en las escrituras donde el Salvador nos enseña de qué manera debemos actuar o que cosas debemos hacer para superar los desafíos y pruebas que llegan a nuestra vida.Cristo enseñó como debíamos orar y oraba con sus seguidores,  nos enseñó cada uno de sus principios los cuales nos darán la verdadera felicidad;  Siempre nos mostró cómo debemos actuar y siempre Él lo hizo antes que todos.

Para recurrir al Salvador se requiere humildad de corazón “y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos.”  (Éter 12:27)

El participar de la Santa Cena cada domingo en la reunión sacramental es esencial para demostrarle realmente a Dios la necesidad que tenemos de su perdón y nuestros deseos de ir en busca de él por medio de su Hijo. Él espera que participemos dignamente de los emblemas para conservar con nosotros la compañía del Espíritu Santo y así podamos recibir el perdón por el cumplimiento de los mandamientos “…y el cumplimiento de los mandamientos trae la remisión de los pecados.” (Moroni 8: 25)

Es importante entender que no quedamos limpios al momento de tomar la santa cena si no estamos guardando los mandamientos, en el capitulo ocho del libro de Moroni se nos explica claramente esa doctrina tan importante. El recibir el perdón de nuestro Padre Celestial es un proceso,  “Nadie se inactiva o se aparta del evangelio de un día para otro, es un proceso de alejamiento. Nadie se convierte momentáneamente, también es un proceso. De la misma manera esto lo es al tomar la santa cena y arrepentirnos constantemente” (Élder Viñas)

 “Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre; y el que en mí cree no tendrá sed jamás.”  (Juan 6:35)

Recuerdo como si fuera hoy la paz que sentía cada vez que leía las palabras de mi Salvador, el me ha dado de su ayuda divina y lo sigue haciendo hoy día. Mi agradecimiento hacia él nunca será suficiente y sé que siempre estaré en deuda por su sacrificio.Él espera que yo siga adelante, el quiere ser mi amigo y yo le amo profundamente.  Por esa razón me esfuerzo por cumplir con sus mandamientos, somos suyos y Él ha vencido al mundo por causa nuestra “…porque sois míos, y yo he vencido al mundo…” 

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo.”   (Juan 16: 33)

“Es crucial recordar que vivimos y elegimos vivir en un mundo caído, en el que, por designio divino, nuestro esfuerzo por lograr la divinidad será puesto a prueba una y otra vez. La gran seguridad en el plan de Dios, es que se nos prometió un Salvador, un Redentor que, mediante nuestra fe en Él, nos levantaría triunfantes por encima de esas pruebas y dificultades, aunque el precio para lograrlo fuera inmensurable, tanto para el Padre que Lo mandó, como para el Hijo que aceptó venir. Sólo el agradecimiento a ese amor divino es lo que hará que nuestro propio sufrimiento, en menor escala, sea, en primer lugar soportable, luego comprensible, y finalmente redentor. (Élder Holland)

 

 

Comentarios
5
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Me gustó mucho éste mensaje del Elder Holland
Sonia Laguna

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